Todas
las miradas -hablando del medio oriente- están fijadas en Siria.
Mientras tanto, se intensifican las presiones y las preparaciones
para una nueva intervención en Libia. Ya se han mandado fuerzas
especiales británicas para preparar el envío de seis mil soldados
de EEUU y Gran Bretaña. Su objetivo central es proteger las
instalaciones petrolíferas que cada vez más están bajo la amenaza
de fuerzas del ISIS.
Las
últimas semanas un destructor británico está navegando cerca de la
costa de Libia, mientras se ha pedido a la aviación británica que
presente un plan de objetivos para bombardear. Desde la base de
Akrotiri en Chipre ya están despegando aviones que atacan objetivos
del ISIS “selectos”. EEUU tampoco ha dejado de hacer bombardeos
“selectivos” parecidos todo este tiempo.
La
preocupación de los británicos resulta del hecho de que cinco años
después de la intervención occidental en Libia, la situación
todavía está muy lejos de cualquier tipo de estabilidad. Libia
dispone de los mayores yacimientos de petróleo en toda África y no
está lejos la posibilidad de que algunos de ellos pasen a las manos
del ISIS.
Libia,
desde el verano de 2014 hasta ahora, tenía dos gobiernos en
conflicto, uno basado en Trípoli y uno en Tobruk, en el este. El 17
de diciembre, con un acuerdo que se firmó en Marruecos, bajo la
presión de las grandes potencias, los dos lados acordaron formar un
gobierno común hasta el 17 de enero. Esta fecha pasó, y al final el
19 de enero se nombró un nuevo gobierno basado en…. Túnez. Ahora
este gobierno tiene como primer deber convencer a los dos parlamentos
opuestos (en Trίpoli y en Tobruk) a dar su apoyo. Los problemas no
se superan tan fácilmente. Cada uno de los dos lados controla sus
propias milicias que se pelean entre ellas, ninguno tiene control
sobre ningún ejercito “nacional”. Y lo más importante, cada uno
de los dos lados intenta asegurarse que tendrá voz en el reparto del
petróleo.
El
ISIS, por ahora, controla la ciudad de Sirte en el centro de la
costa, y un radio de 300 km hacia este y oeste. Las agresiones que
cometió a principios de enero fueron una demostracιón de fuerza.
65 policías muertos en un centro de formación, y dos de las
refinerías mayores, en Sidra y Ras Lanuf estallaron en llamas. Pero
el problema para EEUU y Gran Bretaña no sólo es el ISIS, es que no
disponen de ninguna fuerza fiable en la cual basarse. Desde 2011 han
intentado muchos y diferentes aliados pero lo único que han
conseguido es intensificar la guerra civil.
El
periódico New York Times la semana pasada describió esta
desesperación, publicando un acontecimiento del diciembre pasado:
“Las fuerzas especiales estadounidenses estaban esperando una
cálida acogida mientras aterrizaban en una base militar en Libia,
sede de una milicia aliada. En vez de esto, hombres de otra milicia
que estaban en la misma base amenazaron con detener los comandos
estadounidenses, obligándolos a abandonar la base al final”.
Todo
este caos es resultado de las intervenciones imperialistas. Una
intervención más no va a resolver el problema, lo va a empeorar.
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