sábado, 25 de febrero de 2017

Después de Vistalegre II, ¿qué retos para la izquierda?



El congreso de Podemos, el llamado Vistalegre II, ha sido un momento clave para la izquierda, esté o no esté en Podemos. El hecho de que más de 150 mil personas sigan implicándose en un proceso de construcción de una alternativa política, participando en debates, invirtiendo su tiempo para reflexionar y organizar, es una señal de la politización que ha ocurrido en este país desde por lo menos el 15M. Los que, tan superficialmente, sumaban a Podemos con Ciudadanos bajo el nombre de “nuevos partidos”, tienen que reconocer cuán lejos estaban de la verdad. Hace un mes, Albert Rivera ganó las primarias en Ciudadanos con una participación de menos de siete mil militantes.
Pero lo más importante y positivo que ha salido de Vistalegre II es que se ha quedado en minoría el ala del partido agrupada alrededor de Iñigo Errejón, que reproducía exactamente el discurso que quería alejar a Podemos de la izquierda, quitarle la energía de la lucha en las calles y transformarlo en una maquinaria electoral como las del régimen. El ala de Errejón es la de quienes habían estado proponiendo seguir teniendo la mano tendida a la dirección de PSOE, al mismo tiempo que el PSOE tiene la otra mano abrazando a Rajoy.
Después de este resultado, PSOE y PP tuvieron la cara de informar a través de sus periódicos y de sus televisiones de que están contentos con el resultado porque Podemos gira hacia la extrema izquierda y así les deja más espacio para sus manejos. De verdad, si no fueran tan hipócritas, nos darían solo risa. A menos que sigan autoengañándose, pensando que la gente que ha girado hacia la izquierda en los últimos años, lo hizo porque Podemos ha sido moderado, y ahora que se “izquierdiza”… van a volver a llamar a las puertas del PSOE. Por cierto, ¿quién les va a abrir la puerta? ¿La gestora que ha echado al mismísimo Pedro Sánchez de la dirección? ¿O Susana Díaz, que está echando gente de los hospitales de Andalucía?
Más allá de estas mentiras, tenemos que sacar nuestras propias conclusiones de lo que pasó en Vistalegre II. Y la conclusión más necesaria es que ya dejamos atrás la época donde los debates estratégicos estaban prohibidos. La dirección de Podemos -todas sus alas sin excepción- ha gastado mucha energía en los últimos años para tratar de convencernos de que las grandes diferencias entre reformismo y revolución, los debates sobre el camino para cambiar el mundo, pertenecen al pasado. A quienes intentábamos avisar de que los debates los abrirá la realidad misma y de que por ello es mejor estar preparados antes de que llegue el momento, intentaron marginalizarnos y al final tuvimos que salir de Podemos (recordad la candidatura ´Andalucía desde Abajo´). La diferenciación de posturas políticas tuvo que llegar al nivel más alto (entre Iglesias y Errejón) para que explotara dejando espacio para un diálogo sincero.


Pero hace ya tiempo que está claro que la cuestión de estrategia no es algo marginal. Syriza en Grecia no cometió errores de táctica electoral y ganó las elecciones. Pero tenía una estrategia que esperaba que la conciliación con los capitalistas, con la Unión Europea y con las instituciones del estado (Iglesia, ejército, burocracia) le daría tiempo y espacio para reformas progresistas. Y ahora se ha transformado en el partido que está imponiendo un tercero y dentro de poco un cuarto memorándum de austeridad, a la vez que cierra las fronteras según el acuerdo racista con Turquía. Cómo evitar este camino, qué hacer para romper la cadena de la deuda, para parar el círculo vicioso de la austeridad, estas son las preguntas que necesitan respuestas por parte de la izquierda y estas respuestas no se dan con referéndums por internet.
La responsabilidad de infraestimar el debate estratégico recae por igual en todas las alas de Podemos. Por lo menos Iñigo Errejón ha sido el más sincero. Pero la misma lógica la compartían tod@s. Hace tres años, Iglesias explicaba que la revolución rusa venció porque Lenin empleó solo tres palabras claras “tierra, pan y paz” y así convenció a la mayoría. Era su manera de decir que los debates estratégicos sobran si tienes eslóganes astutos. En el boletín que tienes en las manos puedes leer un artículo que explica que la verdad es bastante diferente. Los obreros y obreras no se encantaron de repente con las palabras de Lenin. Los bolcheviques habían tenido un gran recorrido y, en la mayor parte de él, estaban en minoría. Estaban en minoría cuando luchaban contra la guerra “patriota” de Rusia, cuando decían que la clase obrera tiene más capacidad para cambiar el mundo, aunque fuera una pequeña parte de la población de campesinos. Estuvieron en minoría incluso después de la revolución de febrero de 1917 cuando se negaron a participar en el gobierno “revolucionario” que se formó, optando por seguir luchando en las fábricas. No cambiaron sus eslóganes para ganar público. Cambiaron las consciencias de la mayoría de la gente para ganar la revolución.
Desafortunadamente, “Anticapitalistas” dentro de Podemos demuestran la misma reticencia a abrir el debate estratégico. Insisten en el debate sobre el embalaje, la unidad, la estructura. Así el anticapitalismo es una palabra vacía de contenido. Por un lado, esto es el resultado de que ellas y ellos también se llevaron años siendo altavoces del experimento de Syriza que fracasó. Y se niegan a enfrentarse con la realidad de lo que significa la experiencia de los “Ayuntamientos de cambio”. Resaltar, por ejemplo, el hecho de que Kichi en Cádiz haya dado luz verde a la cooperación militar con el régimen saudí, no se tiene que entender como una crítica sectaria. Lo contrario. Es la prueba de que el problema no es si quien se sienta en el sillón de alcalde es más radical, más honesto o más demócrata. La pregunta es si has decidido aceptar los límites del capitalismo, o quebrantarlos.
Pero, si a nivel estratégico todas las alas de Vistalegre II están lamentablemente de acuerdo, a nivel político la diferencia ha sido clara y es también importante. El ala de Errejón proponía paciencia y estabilidad, alianzas parlamentarias y otras pruebas de “seriedad” a la espera de que Rajoy caerá como una fruta madura después de cuatro años. El ala de Iglesias apostaba por una oposición real en el parlamento y en la calle.
Es obvio que necesitamos oposición real y militante aquí y ahora. No hay tiempo que perder, no hay tiempo para la “paciencia”, porque el otro bando, el gobierno de Rajoy y los capitalistas, no está parado, sino que están organizando su ataque. Los que proponen “paciencia” basan su análisis en un presupuesto muy erróneo. Según Errejón y sus aliados, el sistema está en fase de reestabilización. Las elecciones han producido un gobierno estable y a la izquierda le toca esperar para no gastar sus fuerzas inútilmente.
Pero incluso si alguien tiene esta visión de la realidad española, tiene que tener horizontes muy estrechos para no ver las señales de que la situación a nivel mundial es todo lo contrario. La cuestión griega parece más pequeña de lo que era hace unos años, pero de nuevo está acercándose julio, cuando el gobierno griego tiene que pagar una gran parte de la deuda con un dinero del que no dispone. El Fondo Monetario quiere salir del plan griego porque dice abiertamente que no hay solución sin perdonar una gran parte de la deuda. Y están imponiendo otra vez al gobierno griego unos recortes en las pensiones y en los salarios que equivalen a la pérdida de un salario mensual al año.
Y al mismo tiempo que las “instituciones” estaban peleando por Grecia se disparó la prima de riesgo en Francia, sólo porque Marine Le Pen dijo que si gana las elecciones convertirá el 80% de la deuda francesa en francos. Las bolsas tradujeron este mensaje en la posibilidad de un recorte enorme a la deuda. Le Pen no va a ganar las elecciones, porque en Francia tiene enfrente una inmensa mayoría antifascista, pero las inquietudes por la crisis del euro no desaparecerán. Ahora están advirtiendo que, sea el que sea el próximo presidente, tendrá que aplicar nuevos recortes porque el déficit ha superado el 3%. Las luchas de 2016 mandaron a Hollande a su casa, y ahora Benoit Hamon, el nuevo líder del PSOE francés, no puede controlar ni a sus propios diputados, que se le van hacia el “modernista” Macron, mientras la derecha parece incapaz de hacer algo por los escándalos de su candidato Fillon.
Por su parte, los chantajistas que están presionando a Grecia tienen el problema en sus propias cuentas. En Italia tienen el cuarto primer ministro consecutivo que no ha salido de elecciones y que tiene que manejar una crisis bancaria y la deuda más grande de Europa.
Pero lo más llamativo es lo que está pasando al otro lado del charco, en el centro del capitalismo mundial, en el sistema político que tradicionalmente es el más estable. Se han sacado los cuchillos en la camarilla de Donald Trump y se están matando entre ellos desde las primeras semanas. Ya dimitió el asesor de seguridad nacional, Michael Flynn, ¡y ahora Trump acusa a la propia CIA! Trump se prepara para una visita al Reino Unido y ya el parlamento de este país ha declarado que es Persona Non Grata. Ni siquiera Isabel II está segura de querer invitarlo a tomar el tradicional té. Las iniciativas de Trump son tan divisivas y provocativas que crean inseguridad a la clase dirigente estadounidense. Es posible que creen la crisis más grande desde la época del Watergate.
Si en esta situación de inseguridad internacional alguien cree que el gobierno de Rajoy es un refugio de estabilidad, se autoengaña. El gobierno de Rajoy es un gobierno zombi, el único que se pudo formar después de tres elecciones, sin ninguna convicción y ninguna gana. Ciudadanos está muy lejos de poder jugar el papel de la locomotora y el PSOE en vez ser una ayuda para Rajoy puede resultar un peso. La más mínima iniciativa del gobierno puede romper al PSOE entre “gestora”, “Sanchistas” y muchas más facciones. Rajoy mismo dice que si no tiene el apoyo claro para los presupuestos de 2018 convocará nuevas elecciones. O sea, la descripción en la que se basa el análisis del ala derecha de Podemos es una ilusión que ni Rajoy se cree.
Nosotros y nosotras no tenemos que esperar hasta el congreso del PSOE ni hasta los presupuestos de 2018 para ver qué puede pasar. Nos toca intervenir ahora mismo para no dejarles ninguna perspectiva de reorganización.
Las luchas ya han empezado, no esperan a que lo decida la izquierda. Los estibadores están aquí y necesitan nuestro apoyo. Los que nos quieren a todos precarios, les están atacando por “privilegiados”. La lucha por la sanidad pública ha cogido ritmo después de la victoria en Granada y se extiende en todas partes. Ahora es el momento de no dejar que cierren ningún hospital y ningún centro de salud. Las iniciativas de l@s pensionistas están avanzando pasos para organizar la resistencia al nuevo robo de las huchas que están preparando. Esta lucha no tiene que limitarse a l@s jubilad@s, es una lucha para el futuro de toda la clase trabajadora. Las Marchas de la Dignidad ya están organizando la próxima cita el 28F, luchando por unir los diferentes movimientos y mareas.

La gente que está luchando tiene expectativas en la izquierda aquí y ahora.

Y al mismo tiempo están abiertas las batallas políticas. Después del acuerdo con Turquía, en Malta, hace unos días los líderes de la UE decidieron transformar Libia en otro almacén de almas sufridas. Quieren intervenir con armas para prohibir la huida de refugiadas y migrantes hasta las costas italianas. Estos mismos líderes “lamentan” la subida de fuerzas fascistas en Europa a la vez que fomentan el racismo más agresivo. Tenemos que pararles los pies construyendo el movimiento de solidaridad con las personas refugiadas. Y no se nos escape que Rajoy, los jueces y la parte más oscura del régimen están amenazando con represión contra las iniciativas del gobierno catalán hacia la autodeterminación.
Todas estas batallas concretas son el campo donde la izquierda tiene que demostrar su valía y su valentía. No solo en participar y construir los movimientos, sino también contribuyendo con ideas para unificar y avanzar. Tanto l@s militantes de Podemos como l@s de Izquierda Unida son indispensables en estas batallas. Aprovechemos la parte positiva de la experiencia de Vistalegre II y echémonos a la lucha, junt@s en frentes únicos de acción, dejando a un lado a los líderes que no pueden ver más allá de su escaño parlamentario. Esta es la prioridad número uno en este momento. Y dentro de estas luchas, el intercambio de ideas sobre la estrategia de cómo acabar con esta locura de sistema puede estar más viva que nunca.
Nikos Lountos

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