miércoles, 14 de diciembre de 2016

Camas: luchemos unid@s por nuestro pueblo






El pasado 6 de octubre asistí a una reunión que organizó un grupo de personas a través de la página de Facebook “Noticias de Camas (sin censura)” en el salón de plenos del Ayuntamiento del pueblo donde vivo, Camas (Sevilla). Quienes pro-mueven esta plataforma son vecin@s, pequeños empresari@s y clase media conservadora que, en pos de las supuestas limpieza y seguridad, cada día van llenando las redes con mensajes de odio y racismo hacia el diferente, poniendo más énfasis en las vecinas y vecinos rumanos-gitanos, echándoles la culpa de todos los males del pueblo.
El siguiente paso ha sido crear una página propia en Facebook llamada “Unidos por Camas” desde la cual han organizado una segunda reunión el 5 de noviembre en la Pista Digital, la cual se encuentra dentro del CEIP Juan Rodríguez Berrocal, teniendo como orden del día: limpieza (mantenimiento), seguridad y servicios (transporte). Como respuesta a dicha reunión han empezado a movilizarse por diferentes lugares del pueblo, para recoger firmas e ir ganando adeptos gente y como guinda del pastel van a crear una plataforma.
Tenemos que lamentar que las instalaciones públicas sean usadas para este tipo de reuniones, en las que se fomenta el odio y la exclusión de algun@s de nuestr@s vecin@s.
Según este grupo de personas, el motivo que les han llevado a crear esta página es que el pueblo está “muy quemado” ya que, según dicen, parte de la población se siente excluida por no ser inmigrante, por recibir cada vez menos ayuda del gobierno, mientras que quienes vienen de fuera reciben más. Comentan que la gente que es del pueblo está cansada de trabajar “en lo que sea y como sea”, por tener una vida digna y pagar sus impuestos “religiosamente”. También hablan de que existen vandalismo, intimidación, suciedad y falta de salubridad, robos, intranquilidad, inseguridad ciudadana, ocupación de viviendas allá por donde “ellos” (inmigrantes rumanos) pasan, obviamente “fuera de toda ley”.
La realidad es que, cuando estalló la burbuja inmobiliaria, Camas se llenó de viviendas de nueva construcción abandonadas por las constructoras y los bancos. A medida que la crisis se incrementaba, estas viviendas eran ocupadas por muchas familias afectadas (no puedo olvidar el gran trabajo del PIVE del 15M-CAMAS), teniendo que “engancharse” a la luz y cogiendo el agua de una fuente para subsistir, además de sufrir las incomodidades de una vivienda sin terminar. En concreto hay en el pueblo dos bloques ocupados, uno por familias de nacionalidad española y el otro por familias gitano-rumanas, siendo este último la diana del mensaje racista de “Unidos por Camas”. Estas familias, que han tenido que dejar atrás su tierra, sus raíces y familias en busca de un futuro mejor, se encuentran con que tienen que habitar en pisos ocupados porque no tienen acceso a un trabajo digno y mucho menos a pagar una hipoteca ni un alquiler. Sin embargo, algunos de sus conciudadanos se quejan de que buscan en los contenedores, que revuelven nuestra basura, que piden limosna. Lamentablemente es con lo que much@s de ell@s se ganan la vida.
El problema no son los inmigrantes, el problema son las políticas que atacan a los derechos de l@s trabajador@s: los recortes en servicios públicos que lleva años implementando el gobierno del PP y que antes comenzó a aplicar el PSOE, y sigue haciéndolo desde la junta de Andalucía, siempre bajo la tutela de la Unión Europea; sus reformas laborales, que ponen en bandeja a las empresas los despidos y la explotación de sus emplead@s. Todo esto repercute también en nuestro pueblo, a lo que se le suma en muchos casos la mala gestión del gobierno municipal de turno, que no tiene nada que ver con favorecer a los extranjeros. En épocas de crisis siempre hay quienes culpan a los inmigrantes de la falta de puestos de trabajo, no comprendiendo la necesidad de que la clase trabajadora se una para luchar contra estos ataques que vienen de los capitalistas y de los gobiernos a su servicio, responsables del sufrimiento de una mayoría.
La única manera de frenar esta deriva racista y xenófoba, es unirnos en plataformas amplias contra el fascismo y el racismo tod@s l@s que nos oponemos a la discriminación por raza o lugar de origen. Para enfrentarlas, es necesario que nos juntemos incluso con partidos políticos a los que nos vamos a enfrentar por otras cuestiones. Cada vez que convoquen un encuentro debemos reunirnos nosotr@s y ser más que ell@s para no dejarles intervenir. Tenemos buenos ejemplos, como la labor llevada a cabo por KEERFA en Grecia frente a la actividad de Amanecer Dorado o la de Unitat contra el feixesme i el racisme contra Plataforma per Catalunya. En ambos casos han denunciado los discursos y han impedido con éxito la acción de estas organizaciones fascistas en los territorios donde han tratado de ganar adeptos, y para ello ha sido necesaria sin duda la organización a nivel local. Aunque el caso de Camas sea un grupo muy pequeño, tenemos que tener en cuenta que no es un caso único y debemos aplicar las enseñanzas aprendidas de estas otras experiencias, que han logrado el objetivo de no dejar el más mínimo espacio a las ideas y las acciones que tratan de sembrar el odio y la exclusión contra las minorías desfavorecidas.

Marlene Llorca

lunes, 12 de diciembre de 2016

El cambio climático ahora







Hoy en día, prácticamente nadie pone en duda la existencia de un calentamiento global de origen antrópico. Al mismo tiempo que desaparecían las dudas sobre la existencia de un cambio climático y sus causas, se van comprobando sobre el terreno las terribles consecuencias del calentamiento global. El problema no es que la atmósfera se esté calentando, siempre ha habido cambios climáticos en la Tierra, sino que lo está haciendo más rápido que nunca antes en la historia del planeta. Lo que antiguamente tardaba milenios ahora está ocurriendo en décadas. Esta rapidez en el calentamiento deja muy pocas posibilidades a la biodiversidad para aclimatarse y adaptarse, y al mismo tiempo amenaza la forma de vida, y la vida misma, de la mayoría de la población mundial. Según las predicciones, el cambio climático está provocando ya la sexta gran extinción de especies en la historia de la Tierra.
Mientras que todo esto sucede, las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) no paran de aumentar. Tanto es así que la mitad de las emisiones antrópicas de CO2 desde 1750 han ocurrido en las últimas cuatro décadas. De no cambiar el escenario actual, la temperatura atmosférica aumentará entre 3,7 y 4,8 ºC en 2100 comparado con los niveles de antes de la Revolución Industrial. Esto significaría que el calentamiento global entraría en una fase de evolución brusca. Para que esto no ocurra debemos evitar que la temperatura ascienda más de 2,0 ºC (y ya ha subido cerca de 0,7 ºC). Esto representa reducir las emisiones globales de GEI en cerca del 60% en 2050, muy lejos de los «compromisos voluntarios» de reducción de emisiones enviados por los gobiernos a la Cumbre del Clima de París de noviembre de 2015.
Detrás de las emisiones de GEI que aumentan sin cesar se ocultan aquellos que están ganando mucho dinero con el calentamiento global. Porque… ¡el cambio climático es negocio! Más automóviles, más venta de combustibles fósiles, construcción de presas, canales de riego, diques, etc. para adaptarse al cambio climático y sus consecuencias. Nuevas rutas comerciales, nuevos bancos pesqueros y minas submarinas en un Ártico que se descongela, reconstrucción de zonas impactadas por “catástrofes climáticas”, guerras por agua, especulación climática en los mercados bursátiles… Unos pocos se están forrando con la crisis ecológica global y, especialmente, con su problemática más importante, el cambio climático.
Capitalismo = cambio climático
Quizás esta ecuación resulte excesivamente simplificadora e, incluso, alarmista. Sin embargo, trata de reflejar lo que creo que es una verdad muy, muy incómoda: en el contexto actual de desarrollo del cambio climático y del sistema capitalista es imposible frenar el primero sin superar el segundo. Igual que no puede haber capitalismo sin guerras, es imposible tener capitalismo sin calentamiento global. La búsqueda ciega de beneficios a cualquier precio de las diferentes empresas ha generado una multitud de dinámicas perversas que provocan el calentamiento de la atmósfera terrestre del que, a su vez, sacan más beneficios. La evolución del sistema capitalista le lleva a utilizar sucesivas problemáticas ambientales generadas por su funcionamiento como inicios de nuevos ciclos de inversión, de manera que el sistema está siempre hambriento de degradación ambiental.
El petróleo corre por las arterias y venas del sistema productivo. Frenar ahora el consumo de petróleo es frenar el capitalismo. Para esto serían necesarias grandes luchas sociales contra la resistencia al cambio del 1% más rico. El desangramiento del sistema como única salida a la crisis ecológica global despierta fortísimas resistencias por parte de las transnacionales de hidrocarburos que cuentan con una gran influencia sobre gobiernos y medios de comunicación (entre las 15 mayores empresas del mundo, seis son petroleras), que han desarrollado ejércitos privados de mercenarios y que controlan el mercado energético mundial. Las luchas contra estos poderes económicos y los gobiernos a su servicio abrirán las puertas y pondrán la semilla, en forma de autoorganización desde abajo, de un sistema alternativo cada día más necesario.
Luchas desde abajo contra el cambio climático
Una de las claves a la hora de orientar nuestros movimientos de mitigación popular del cambio climático es dirigirlos hacia una gestión democrática, desde abajo, de los recursos naturales, incluyendo los combustibles fósiles. Solo así podremos desangrar al sistema. «El futuro del planeta está en nuestras manos», y éstas deben ser manos asamblearias, radicales e imaginativas que construyan futuro a la vez que revolucionan el presente. Huelgas, manifestaciones, desovediencia civil y otras acciones masivas son el único camino para controlar realmente nuestras vidas y cómo nos relacionamos con el entorno. Está claro que si dejamos esta lucha en manos de los de arriba no llegaremos o llegaremos tarde, cuando el calentamiento global haya entrado en una fase de evolución brusca de consecuencias impredecibles y nefastas para la mayoría.
Los y las manifestantes de la contracumbre de Copenhague en 2009 lo dijeron alto y claro: «somos l@s trabajadores y trabajadoras, la gente de la calle, l@s que más sufrimos el cambio climático y, a la vez, l@s únicos que podemos pararlo». Debemos denunciar a los responsables de ecocidio allí donde estén, consumir responsablemente de forma colectiva, y tomar el control de la extracción de recursos naturales, de la producción de bienes y servicios, y de la distribución de mercancías para hacerlas de manera justa con nosotr@s y con nuestro entorno. Obviamente, este camino no es fácil y, muy posiblemente, llegaremos tarde a muchas de las citas para salvar nuestros mundos. Sin embargo, durante el camino estamos construyendo desde ya una sociedad nueva que nacerá de las luchas contra las injusticias a través de una participación radicalmente democrática y crítica.
Exijamos justicia climática para todos los pueblos del Planeta y construyamos democracia energética para descentralizar la producción de energía renovable. El reto es construir democráticamente una estrategia alternativa de mitigación y adaptación al cambio climático desde una perspectiva anticapitalista, afrontando la crisis ecológica de frente y relacionándola con las guerras, con el neoliberalismo y sus privatizaciones de servicios públicos, con la obligación de miles de personas a abandonar sus hogares y las políticas migratorias xenófobas que encuentran, con los desahucios, con las crisis económicas que conllevan más destrucción ambiental…
Afortunadamente, cada vez somos más quienes nos movilizamos y organizamos. Desde hace años han venido sucediéndose movilizaciones en todo el mundo contra el calentamiento global. También se desarrollan batallas que, no por ser locales, dejan de ser claves en la lucha global contra el cambio climático. Además, contamos con el ejemplo de las «prohibiciones verdes» (green bans, en inglés) que nos muestran la fuerza que tenemos desde los centros de trabajo de cara a frenar la degradación ambiental. Estamos viviendo una ola de protestas sociales y revoluciones políticas a escala internacional que van desde el Movimiento del 15M a la lucha contra los recortes sociales en Irlanda y las huelgas en Francia. En algunas de éstas pueden reconocerse elementos de protesta de lo que podríamos denominar un «nuevo ecologismo combativo», un ecologismo que se caracteriza por basarse en movilizaciones más o menos masivas en las calles y que no necesariamente parte de grupos ecologistas ni de altos niveles de conocimiento académico sobre las problemáticas socioambientales que enfrenta. Uno de los mejores ejemplos de las luchas que van del verde al rojo es la protesta en defensa del parque Gezi en Estambul en 2013. La oposición a la destrucción parcial de una zona verde derivó en protestas generalizadas contra el gobierno neoliberal y antidemocrático de Erdogán. En este tipo de movilizaciones podrían englobarse también las protestas masivas en Brasil, también en 2013, que comenzaron enfrentando la subida de los precios del transporte público y denunciando la especulación urbanística para apuntar después a la corrupción política y empresarial detrás de las grandes obras de infraestructuras. Siguen en esta línea las masivas protestas de 2016 contra la construcción del aeropuerto de Notre-Dame-des-Landes en Francia, que impulsaron un ambiente político que generó, junto con otras movilizaciones, las ocupa-ciones de plazas por el movimiento Nuit Debout y animó a las huelgas contra la reforma laboral de Hollande.
Nos negamos a salir de la crisis económica generando más cambio climático con proyectos contaminantes como la apertura de nuevas explotaciones mineras en manos de multinacionales, la reactivación del sector de la construcción o el fracking. No podemos ceder al chantaje que defiende que estos proyectos generarán empleo y que, por lo tanto, si queremos empleo no podremos disfrutar de un medio ambiente de calidad. Sabemos que podemos tener ambas cosas. Eso sería pagar, también en el plano ambiental, una crisis que no hemos provocado.

Jesús M. Castillo
Jesús M. Castillo es autor del libro ‘Los Negocios del Cambio Climático’ publicado recientemente por Virus Editorial.

viernes, 9 de diciembre de 2016

Las Marchas de la Dignidad dan la “bienvenida” al nuevo gobierno

El domingo 23 de octubre en Antequera, provincia de Málaga, se llevó a cabo una reunión del movimiento 22M andaluz para organizar la marcha andaluza que tendrá lugar en Sevilla el próximo 19 de noviembre, en el ámbito de las marchas que discurrirán por todo el Estado español. En la misma participamos distintos grupos y organizaciones políticas, sindicatos, varias asambleas del 15M y otros movimientos sociales, todos bajo la convicción de que las mejoras sociales se consiguen luchando en la en los centros de trabajo y en las calles, desde abajo y a la izquierda. Estuvieron representadas las provincias de Sevilla, Málaga, Granada, Córdoba, Almería y Jaén.

La reunión solo tuvo dos puntos en el orden del día. El primero, destinado a dotar de un contenido político claro a la mencionada manifestación y el segundo, para organizarla. Todas las organizaciones presentes estaban dispuestas a llevarla a cabo y cada una de las intervenciones mostraba el apoyo a una movilización que, sin duda, llenará las calles sevillanas de dignidad combativa de toda Andalucía. Hubo una propuesta de convocar una huelga general para el día 15 de abril de 2017, que se ha planteado ya a nivel estatal y que recoge el ámbito obrero de las marchas. Tres años de actividad de la plataforma de las Marchas de la Dignidad, que adoptó también el nombre de movimiento 22M después de lograr organizar aquella histórica manifestación en Madrid el 22 de marzo de 2014, han demostrado que el lema “Pan, Trabajo, Techo y Dignidad” no ha pasado de moda y que, gracias a la suma de organizaciones y grupos en lucha, se han incrementado las exigencias de dicho movimiento.
Otras dos fechas se perfilan con fuerza: el 25 de noviembre, día contra el terrorismo machista, y el 26 de noviembre, en el que tendrá lugar una manifestación convocada por la plataforma de Almonte contra el proyecto de Gas Natural en el Parque Nacional de Doñana. Las Marchas de la Dignidad asumen totalmente la lucha feminista y la lucha en defensa por el medio ambiente, contra el brutal capitalismo que, al mismo tiempo, despide sin pudor a los y las trabajadoras, las desahucia, destruye el medio natural y oprime a las mujeres.
Las Marchas de la Dignidad sigue siendo una plataforma que se gestó y se coordina “desde abajo” y que, tanto a nivel estatal como andaluz, agrupa a todos los grupos políticos y movimientos sociales que luchan por que otro mundo sea posible, sin que ninguno sea más importante que otro. Lo fundamental para las Marchas de la Dignidad, desde que se crearon allá por 2013, es que el valor del movimiento es estar en la calle y en los centros de trabajo. Es allí donde el 22M es potente, ya que su objetivo es dar voz a las luchas laborales que a lo largo de todo el Estado español se están dando, debido a la gestión de la gran crisis económica que desde hace ocho años estamos viviendo. Extruperfil o los interinos e interinas de la enseñanza, son sólo dos de los catorce colectivos en lucha que están integrados en esta plataforma a nivel sevillano, mientras que el apoyo a la lucha en Coca-cola se coordina a nivel estatal.
Desde Colectivo Acción Anticapitalista apoyamos y participamos en las Marchas de la Dignidad por ser un movimiento que consideramos una buena herramienta para los y las trabajadoras puesto que, como comentamos, aglutina a distintos colectivos y saca de verdad la lucha por los derechos de la clase obrera a la calle. Por ello, animamos a todos y todas las que piensan que otro mundo es posible a que se integren en las coordinadoras de las Marchas de su lugar de trabajo o de residencia y a gritar junt@s el próximo 19 de noviembre en Sevilla.

Juan A. Gilabert

miércoles, 7 de diciembre de 2016

Cuba, entre imperialismo y capitalismo de estado




Los políticos neoliberales y sus homólogos capitalistas en el mundo se frotan las manos ante la muerte de Fidel Castro, y en el Estado español no son menos. Se empeñan en llamar "dictadura" al régimen cubano, reduciendo el contenido de este concepto para asimilar lo que existe en Cuba a cualquier régimen fascista. Este argumento da alas a la hipótesis conservadora de que, tanto Cuba como la URSS son la verdadera demostración práctica de la inviabilidad del socialismo.
La revolución cubana triunfó el 1 enero de 1959. Supuso una inmensa transformación en la estrategia de los movimientos revolucionarios latinoamericanos, inaugurando una nueva época de movimientos guerrilleros por todo el continente. Cuba, que fue el último país latinoamericano en obtener la independencia de España, ha sido intervenido por EEUU durante los 60 años posteriores.
En los últimos años antes de la revolución gran parte de la sociedad cubana cuestionaba la práctica política de la oligarquía de Batista y demandaba una mejora de su condición social. El liderazgo de la revolución proviene de la juventud radicalizada, en su mayoría con orígenes en la clase media, que quería resistir tanto a los incesantes ataques imperialistas como a la pobreza extrema a la que estaba sometido el país.
La revolución cubana y sus conquistas sociales hicieron de Fidel una de las figuras políticas más influyentes de la segunda mitad del siglo XX y, sin duda, una de las principales referencias de la izquierda latinoamericana. Llevó a cabo un programa nacional de educación, que iba desde la alfabetización integral hasta la educación superior y el “impetuoso desarrollo de la investigación científica”. Introdujo importantes avances sociales, erradicando el hambre y la pobreza extrema, consiguiendo la tasa de mortalidad infantil más baja de América, una educación y sanidad de calidad e implementando una reforma agraria.
La insurrección hay que verla como lo que realmente fue, un movimiento social que involucró cada vez a capas más amplias de la población con reivindicaciones que respondían a la realidad social de la época y que combinó variedad de formas de alzamiento y lucha contra la tiranía existente. Entre estas se cuentan manifestaciones estudiantiles y populares, acciones armadas urbanas, sabotajes, acciones de propaganda, huelgas, boicot económico y guerra de guerrillas; esta última asumió en la fase final el peso fundamental de la lucha, hasta que la guerra irregular llevó a la caída de la dictadura militar de Fulgencio Batista. Pero la revolución misma fue un acto centralizado, sin participación activa de los de abajo. La clase trabajadora apoyó plenamente a los rebeldes, esperando que ellos solucionaran la situación desde arriba.
Cuba ha jugado un importante papel internacional con múltiples actos solidarios hacia muchos pueblos durante décadas. Esta pequeña isla caribeña estuvo presente, material o simbólicamente, en luchas anticoloniales de África, de las que se pueden extraer muchos aprendizajes. También estableció numerosos canales de ayuda humanitaria y sanitaria, ejerciendo su solidaridad ante cientos de desastres naturales. Sirva de ejemplo también el método de alfabetización cubano “Yo sí puedo”, que se implementó como primera experiencia europea en Sevilla, en cuyos barrios ha combatido el analfabetismo de, al menos, 35.000 personas. Todo esto es un gran logro viniendo de una pequeña isla con demasiadas limitaciones.
A principios de los años 70 Cuba se integró en el COMECON, el bloque económico de la URSS, lo que hizo que sus instituciones se burocratizaran más de lo que ya lo estaban, al tiempo que empezó a recibir importantes cantidades de dinero ruso que le permitían seguir sosteniéndose económicamente. Si en los años 50 Cuba tenía una relación de dependencia con EEUU, ahora pasó a tenerla con la URSS, para la cual la isla era una manera relativamente barata de mejorar su imagen y ganar influencia. La centralización cerró toda posibilidad de autoorganización desde abajo. El régimen se alejó aún más de la sociedad y de sus necesidades. No se avanzó en el cambio de conciencia de la sociedad, relativo a la ruptura con las ideas racistas, machistas y homófobas. En el movimiento 26 de julio, y posteriormente en el Partido Comunista Cubano, se prohibía la entrada de homosexuales, que incluso fueron internados en campos de trabajo.
El colapso de la URSS en 1991 tuvo un efecto devastador en Cuba, iniciándose el llamado "período especial", en el que Cuba perdía a su principal aliado comercial, recrudeciéndose así el efecto del bloqueo impuesto por EEUU. Más tarde, la Venezuela de Chávez se convirtió en el principal socio comercial y aliado político de Cuba, proporcionándole petróleo a cambio de personal médico y docente. Durante el mencionado “período especial”, el gobierno de Castro llevó a cabo un programa de austeridad y recortes sociales. Desde algunos sectores revolucionarios sostienen que fue entonces cuando "Fidel y la propia dirección castrista restauraron el capitalismo en Cuba".
En realidad, el capitalismo de Estado siempre existió en Cuba, acentuándose en los años 60 y 70. Dos años después del inicio de la revolución de 1959, el 16 de abril de 1961 Fidel Castro declaró el carácter socialista de Cuba. Sin embargo, lo que realmente se instauró no fue el socialismo, sino un capitalismo de Estado. A pesar de los indiscutibles avances sociales, la revolución cubana fue una liberación nacional orquestada por una minoría ilustrada sometida a la injerencia imperialista externa y continuada. Su objetivo no fue una nueva sociedad controlada por la gente trabajadora, sino una sociedad enfocada hacia el desarrollismo económico estatal y nacional de forma centralizada.
La nueva clase dirigente formó un conglomerado burocrático privilegiado bien diferenciado del resto del pueblo cubano que tenía un carácter represivo, sin libertades reales para los trabajadores y trabajadoras, como la de formar organizaciones políticas diferentes del Partido Comunista o sindicatos independientes de los autorizados por el Gobierno.
El trabajo siempre ha sido planificado, financiado y gestionado por el Estado, que es quien designa a los directores de las empresas, y los beneficios se consideran renta estatal. Obviamente, esto no implica que sean controlados por la gente trabajadora ni mucho menos. La burocracia castrista no se limita a distribuir los productos finales para el consumo, sino que también ejerce un control directo sobre la producción y la distribución de la fuerza de trabajo en el proceso productivo.
El intento fallido de invasión en Playa Girón en 1961, perpetrado por 1.500 soldados entrenados por la CIA con apoyo logístico del dictador nicaragüense Somoza, sirvió para unificar a un pueblo que ha hecho bandera de su resistencia. Frente a las reiteradas incursiones del imperialismo y al criminal bloqueo que habría hecho caer a cualquier gobierno, Cuba soportó 10 presidentes de EEUU distintos. Está por ver si alcanza el undécimo con Trump.
Ante la muerte de Fidel Castro, hecho que ha generado un gran impacto en América Latina y en el mundo entero que aún perdurará mucho tiempo, el legado de la revolución cubana vuelve a estar en el centro del debate.
El devenir de la revolución cubana dependerá en gran medida de la lucha social desde abajo para defender los intereses de una mayoría. ¿Serán capaces estas luchas de desbordar a las burocracias del Gobierno para controlar y socializar los medios de producción? El Estado aún conserva gran parte de la producción y, como dice el compañero David Karvala, que fue brigadista en Cuba, "si se mantiene la dinámica de las dos últimas décadas, con la gradual extensión del capitalismo de mercado combinado con el mantenimiento del control por parte del Partido Comunista Cubano, y el papel destacado, incluso en la economía, de las Fuerzas Armadas, podría llevar a la integración de Cuba en el mercado mundial —quizá incluso con préstamos del Banco Mundial o del FMI—. Esto sólo puede traer aún más recortes sociales y la pérdida de lo que queda del Estado del bienestar en la isla. Pero la alternativa a este destino no vendrá de ningún sector del régimen que defienda la vuelta al capitalismo de Estado de los años 60 o 70; esta opción simplemente ya no existe".
Obama en la reunión con Castro en marzo de 2016 exigió "más apertura hacia la inversión del mercado exterior", que traería consigo una gran ola de privatizaciones y recortes en gasto público y social. Aunque esto también choca de lleno con los intereses de las empresas que controla el Estado, lo importante es que el pueblo no tiene nada que ganar de los que prometen libertades en nombre del mercado. Es momento de luchar desde abajo, en beneficio de la mayoría, para ir hacia la consecución consciente de las libertades en la búsqueda de una sociedad socialista más justa.

José María Bravo

martes, 6 de diciembre de 2016

Llegan tocados y bajo presión... Podemos echarlos!





Después de 10 meses en funciones, no sin muchos problemas y habiendo perdido dos millones y medio de votos desde 2004, el PP vuelve a gobernar el Estado español gracias al apoyo de un PSOE que se resquebraja. Tras este arduo proceso electoral, se ha roto definitivamente el bipartidismo, puesto que el PSOE ha dejado de ser la primera fuerza de la oposición en pos de En Marea, y el PP accede a un gobierno débil. Incluso en la primera aparición pública de Rafael Hernando, portavoz del gobierno, los periodistas le preguntaban si creía que esta legislatura duraría 4 años, y ante esta duda él incidía en que esperaba que lo vieran mucho en los próximos tiempos, un cuestionamiento impensable hace unos años cuando alcanzaron la mayoría absoluta que muestra la fragilidad de este “nuevo-viejo” gobierno.
Más recortes
Nada más ser investido presidente, Rajoy recibió una llamada de la Comisión Europea para recordarle sus obligaciones para disminuir el exceso de déficit. Bruselas exige al gobierno recortes del 0,5% del PIB, unos 5.500 millones de euros, en los presupuestos del Estado de 2017, y 5.500 millones más en 2018. De Guindos, que fue recibido de nuevo como ministro de Economía por un Eurogrupo que espera noticias al respecto, afirma que "los ajustes deberían ir aparte de las expectativas de un mayor crecimiento". Nada nuevo bajo el sol.
La tendencia neoliberal es impactante: la mayoría de las 120 empresas estatales vendidas desde 1984 ha desaparecido y el resto están en manos extranjeras o son propiedad de las grandes fortunas españolas que se han unido formando oligopolios. Los recortes presupuestarios en sanidad y educación a lo largo de estos años han sido muy graves, y no son fácilmente cuantificables por el hermetismo de las administraciones públicas. En sanidad se están incrementando las desigualdades territoriales, con cierres de muchas plantas hospitalarias, deteriorando la atención sanitaria a la vez que degradan las condiciones laborales de los y las trabajadoras -más horas, menos retribución, más precariedad, más carga de trabajo y aumento de la presión asistencial y del estrés-. En la educación con la LOMCE, denominada popularmente "ley Wert", el PP está llevando a cabo el desmantelamiento del sistema educativo público por decreto e instaurando un modelo mercantilista, segregador, elitista, adoctrinador, competitivo y sexista. Durante su legislatura ha recortado más de 7.000 millones de euros a la educación pública, que han supuesto el despido de más de 32.000 profesores y profesoras, la masificación en las aulas, la pérdida de refuerzos educativos y de becas de libros y comedor entre muchas otras cosas.
Las sucesivas reformas laborales avanzan en el camino hacia el despido libre a pasos agigantados. Por otro lado, el hachazo al Fondo de Reserva de las Pensiones, la llamada “hucha de las pensiones”, ha supuesto una reducción de los más de 70.000 millones de euros de 2015 a poco más de un tercio de esa cantidad, no quedando garantizado el pago de las pensiones en mitad de esta profunda crisis en la que muchísimas familias están subsistiendo gracias a las retribuciones de pensionistas.
El PP no oculta que uno de sus objetivos prioritarios para esta próxima legislatura es continuar aplicando sus eufemísticamente denominadas “reformas”. Lo que no dice es que estas reformas implican continuar recortando y privatizando los servicios públicos y precarizando las condiciones laborales, y que tratarán de aplicarlas si es preciso a base reales decretos, a la vez que hacen uso de la represión mediante la "ley mordaza”, de forma que lo que diga la policía va a misa, algo que recuerda demasiado a etapas pasadas dictatoriales. El papel de Ciudadanos en todo esto no dejará de ser consustancial al del PP, sirviéndole de muleta.
Corrupción
La corrupción política en el Estado español, con Andalucía a la cabeza, ha dejado un agujero -que se sepa a día de hoy- de más de 8.000 millones de euros desde el pacto de transición de 1978. Muchas formas de corrupción están prácticamente normalizadas y son legales. Así, en los paraísos fiscales el capitalismo alcanza su estado más salvaje con la tolerancia y complicidad de las instituciones internacionales. Sólo hay que ver la actuación del ex-ministro Soria en el asunto de los "papeles de Panamá", entre otros tantos. La privatización de las economías como si no hubiera un mañana ha multiplicado las comisiones, terreno abonado para la corrupción. El PP es el primer partido de Europa imputado directamente por casos de corrupción y como máximo exponente del saqueo público masivo: 1.900 imputados en el Estado español y 120 millones de euros de dinero público defraudados sólo en la trama Gürtel, que viene a ser el equivalente al presupuesto de 20.000 estudiantes menos en las universidades o de 50.000 días de ingresos en hospitales públicos. Por su parte, en la trama púnica se calcula que pueden haber robado más de 250 millones de euros. A pesar de la multitud de casos que han salido a la luz, mucha gente sigue preguntándose hasta dónde llegará la permisividad e impunidad de la justicia a la hora de castigar a estos corruptos. Tratan de vendernos que "son casos aislados", cuando la corrupción es estructural y consustancial al sistema capitalista, y si no ahí están los powerpoints o los discos duros de Bárcenas, donde se enseña hasta cómo financiar desde los municipios o cómo tapar tramas de financiación irregular. Los supuestos “gobiernos del cambio” resultan demasiado blandos e ilusos a la hora de abordar un tema endémico institucionalmente, no hay tiempo que perder jugando al ajedrez, necesitamos otro modo de funcionamiento bajo control de la gente trabajadora.
Un gobierno débil, oportunidad para la lucha
Aunque a corto plazo puedan gobernar saben que no tienen la suficiente fuerza en el Congreso. En este sentido, la historia es muy distinta de la de la anterior legislatura: se trata de un gobierno en minoría, y las enormes contradicciones entre la llamada “triple alianza” de PP, PSOE y Ciudadanos no tardarán en evidenciarse, a la vez que la crisis del régimen del 78 cada día se agudiza más, a pesar de que los medios se empeñen en mostrar lo contrario.
En todo esto, la lucha por la independencia de Cataluña es un tema clave, y empleando el actual Ministerio de Administraciones Públicas como caballo de Troya, con Sáenz de Santamaría a la cabeza, pretenden intentar "mediar" para impedirla. Necesitamos que en Cataluña se acreciente aún más la movilización hasta romper tanto con la "legalidad constitucional" mediante la desobediencia, como con la burguesía catalana.
Debemos ir preparando el camino hacia una nueva Huelga General. De manera inminente y a nivel andaluz, las Marchas de la Dignidad convocan una movilización en Sevilla el próximo 19 de noviembre, bajo su ya conocido lema de “Pan, Trabajo, Techo y Dignidad”, para dejarle claro al PSOE y el PP que vamos a luchar por echarlos.
Menos de una semana después, el 24 de noviembre, el Sindicato de Estudiantes ha convocado una nueva huelga educativa contra las evaluaciones finales de la LOMCE, conocidas como “reválidas”. Esta convocatoria sigue a la exitosa jornada de huelga del pasado 26 de octubre, pues la comunidad educativa tiene claro que no va a conformarse con el anuncio de Mariano Rajoy de suspender sus efectos académicos hasta alcanzar un pacto educativo. Como afirma la secretaria de dicho sindicato, Ana García, “Este gobierno es muy débil y está asustado”.  Por algo da pasos atrás presentándolos como concesiones y pasos hacia el diálogo. En el sector educativo este curso se presenta caliente, lleno de movilizaciones para defender la educación de calidad que nos están robando.
La lucha por la sanidad pública sigue siendo también una batalla fundamental: hace muy poco vivimos una manifestación histórica en Granada, donde más de 80.000 personas marcharon contra la fusión de los dos hospitales públicos.
En los centros de trabajo están teniendo lugar algunas luchas muy importantes, como la movilización del sector del Contact Center, donde trabaja una mayoría de mujeres (teleoperadoras) y que es uno de los más precarios históricamente. Después de varios paros parciales, fueron a la huelga con éxito el pasado 6 de octubre y volverán el 28 de noviembre, para exigir un convenio colectivo que les garantice unas condiciones laborales dignas.
El PP va a tener serias dificultades para no tambalearse en el poder ante estas movilizaciones y las que están por llegar. No son luchas aisladas, y su coordinación es vital. En el horizonte de los trabajadores y trabajadoras debe estar la socialización del sector bancario para así controlar su capital desobedeciendo a los acreedores de la deuda ilegítima como punto de partida para romper con la austeridad y con los trasvases público-privado que nos han impuesto históricamente. Sabemos que ésta es la vía para liberarnos de las opresiones impuestas desde la Troika y por ello debemos responderles en las calles a todos estos golpes y amenazas que, sin ninguna duda, intentarán asestarnos en esta legislatura.
José María Bravo

viernes, 2 de diciembre de 2016

Resistir al “nuevo” gobierno zombi


Once meses después de las elecciones del 20D y cuatro meses después de las de junio, el Estado español tiene por fin un gobierno. ¿Pero qué gobierno? El novísimo gobierno de Mariano Rajoy, el que olía a podrido mucho antes de las elecciones.

Es necesario retomar el hilo de las huelgas generales de 2012.


Este es un punto clave para entender en qué momento estamos. El sistema político español ha estado intentando los últimos años salir del callejón sin salida a donde lo había arrojado la combinación de nuestra resistencia con el tamaño de la crisis. ¿Ha logrado salir de ese callejón? No, ha entrado en él aún más. Para empezar, el PP no se renueva: vuelven los mismos zombis de la derecha profunda. Además, durante el intento de crear este nuevo gobierno han medio destrozado al Partido Socialista. Y al final han conseguido que Unidos Podemos, la izquierda, se convierta en primera fuerza de la oposición frente a este gobierno de los tres partidos del régimen.
El Partido Popular se salva por ahora, pero solo gracias a Ciudadanos y al PSOE. Esto no es algo normal para el sistema político español. Que Rajoy necesite el apoyo de Felipe González y de Susana Díaz para gobernar no significa fuerza, sino debilidad. Y esta debilidad se puede plasmar en la capacidad -o incapacidad- que tendrá de aplicar las medidas que tiene pensadas. Todos sabían que el gobierno de Rajoy era un débil antes de las elecciones. Y ahora tiene que seguir acelerando el ataque a la clase trabajadora, gobernando además en minoría parlamentaria. El gobierno Rajoy, tras pasar unas primeras medidas duras en los primeros años de su investidura (el culmen fueron los recortes y la Reforma Laboral) perdió moméntum, enfrentándose con una resistencia generalizada, la subida de la izquierda y el círculo vicioso de los escándalos.
No olvidemos que la crisis de los dos partidos mayoritarios a largo plazo se traduce en una pérdida de nueve millones votos desde 2008 hasta las elecciones de junio; de 22,5 millones han caído a los 13,3. Todos esto factores llevaban incluso a una parte de la derecha misma a la conclusión de que para estabilizar el escenario Rajoy tendría que irse a casa. Ahora se sienten obligados a apoyarle por cuatro años más, aunque esté tirado sobre dos nuevas muletas políticas.
Al mismo tiempo, a la Unión Europea (UE) le ha faltado tiempo para presionar. En la primera carta que mandó al actual gobierno demanda inmediatamente 5,5 mil millones más de recortes en los presupuestos de 2017 ya que, como dice, los presupuestos los había elaborado un gobierno en funciones que no tenía mucho margen de actuación. Pero un gobierno normal, según la UE, debe bajar el déficit al 3,1% del 3,6% que planeaba el gobierno en funciones. La verdad es que la UE ha demostrado bastante paciencia con Rajoy. Lo han presionado los tres últimos años para que acelerara los recortes, pero siempre le han dejado espacio, ya que no querían destrozar uno de los pocos ejemplos de gobierno unipartidario de derechas. Ahora todos estos planteamientos tienen que empezar de cero.
Pero el acontecimiento más grande no es la formación de gobierno, sino la enorme crisis que ha estallado en el PSOE. Toda su campaña electoral estaba basada en el argumento de que representaba la única alternativa seria frente a la continuación del gobierno corrupto de Rajoy. Este discurso, junto con los votos de la gente que utilizó la papeleta del PSOE para mandar a Rajoy a casa, se convirtió en una alfombrilla para que Felipe González se limpie sus zapatos en ella. Con un golpe antidemocrático echaron de la dirección a Pedro Sánchez para regalar los diputados del PSOE a la derecha. Esta es otra muestra de la profunda debilidad. ¿Tener que echar antidemocráticamente a quién? A Pedro Sánchez, a quien habían sido los mismos barones del partido quienes le habían otorgado la dirección de éste. Es una señal de que el miedo que tienen a la gente, a los votantes y a la misma militancia del PSOE, les hace perder el control incluso sobre sus propios mecanismos. Para hacer una comparación histórica, cuando Felipe González quiso oficializar que el PSOE había pasado al bando de la OTAN, lo hizo a través de un referéndum. Él y los suyos tenían tanta confianza en su control político en aquella época que se atrevían a vender sus traiciones como “democracia”. Esta vez no quisieron preguntar ni a los militantes del partido.
Es indicativo que ni siquiera ahora hayan aclarado el proceso para elegir nuevo líder del partido. Por el momento le han pasado las llaves del partido a Rajoy. La crisis del PSOE tiene consecuencias de desestabilización múltiple en el Estado español. Sin el PSOE no habríamos tenido la Transición pactada con el franquismo. En los años 70, la derecha tenía muy difícil distinguirse de los mecanismos del franquismo y era incapaz de crear un partido serio y unido. Fue el PSOE el que se encargó de sacar las castañas del fuego y firmar (junto con el PCE) los acuerdos de Moncloa que absolvieron al franquismo de todos sus pecados. UGT se convirtió en la herramienta principal para conseguir la “paz social”. En 1982, cuando subió al poder expresando las ganas de cambio de la gente después de 45 años de dictadura y de derecha, hizo el giro hacia la austeridad muy rápido, aún más rápido que el gobierno Mitterand en Francia o el de PASOK en Grecia. Y en 1986 González se convirtió en un héroe para la clase dirigente, con el Sí a la permanencia en la OTAN. Y no olvidemos también que fue el gobierno Zapatero el que inauguró los recortes para pagar la deuda, cuando empezó la presente crisis, abriéndole camino a Rajoy.
Hay una dimensión más que hace la crisis del PSOE aún más peligrosa para el régimen. Se trata de la cuestión catalana. Sin el PSOE habría sido muy difícil para el Estado español evitar el cambio de fronteras después del fin de la dictadura. Fue otro de los “logros” históricos de González, mantener un equilibrio con el nacionalismo catalán del cual salían ambos beneficiados. Ahora, ¿qué equilibrio puede mantener un partido bajo el control del españolismo más descarado, como el que personifica Susana Díaz? De los 15 diputados que no siguieron la línea de apoyar al PP, siete son del PSC. Miremos la situación con perspectiva: el nuevo gobierno es una coalición entre la derecha profunda del PP, el españolismo profesional de Ciudadanos y el ala más españolista del PSOE, al mismo tiempo que Cataluña tiene un gobierno que pretende dar pasos hacia la independencia.
Pero todo esto no significa que el nuevo gobierno vaya a caer por sus propias contradicciones. Es un desafío para el movimiento aprovechar que se trata de un gobierno zombi para echarlo. Los primeros pasos en esa dirección ya se han dado. No ha habido ningún período de gracia para el nuevo gobierno. La huelga y las movilizaciones en la enseñanza en 26O fueron la mayor prueba. Los y las estudiantes, los maestros, las profesoras que salieron a las calles le dijeron una cosa a Rajoy: antes que de tú vengas a por nosotras, nosotros vamos a por ti. La situación en el sector de la sanidad no es muy diferente. Las luchas también están por llegar en las comunidades autónomas y en los municipios que están primeros en la lista de los recortes que está preparando el nuevo gobierno. Lo que se necesita son iniciativas atrevidas para expresar la rabia y la dinámica de todos los sectores.
Por eso, salir en las calles el 19 de noviembre con las Marchas de la Dignidad es tan importante. La plataforma de las Marchas ha sido la red que ha mantenido viva la llama de la resistencia antes, durante y después de este último ciclo electoral. Tenemos que agradecer a los compañeros y compañeras que han hecho este trabajo. Pero tenemos también que dar un paso más adelante. Necesitamos una huelga general ya contra el nuevo gobierno. Los sindicatos mayoritarios han evitado convocar una huelga los últimos cuatro años, y en los últimos dos tenían la excusa del ritmo electoral. Ahora no les queda excusa alguna. Esto no significa que tengamos que esperar hasta que despierten las direcciones de UGT y CCOO. Significa organización, presión, luchas, asambleas estemos donde estemos para prepararnos y al mismo tiempo meter presión a estas direcciones. Los sindicatos minoritarios y las Marchas de la Dignidad tienen la capacidad de convocar un día de huelga general, y veremos si habrá burócratas que preferirán alinearse con Rajoy y no con la calle.
Dentro de este escenario, la izquierda puede y tiene que tomar ánimo. Después de los resultados de junio, las direcciones de Podemos y de IU se habían vestido de luto, echando la culpa a la gente por la pérdida de votos. Y decidieron seguir detrás a Pedro Sánchez para formar gobierno con él, y junto con él harían gobierno con Susana Díaz, Felipe González y todos los que hoy dan su apoyo a Rajoy. Ahora, Pablo Iglesias está intentando dar un giro hacia la izquierda, haciendo auto-crítica por el enfoque excesivo en las instituciones y la infravaloración de los movimientos. Pero era el mismo Pablo Iglesias el que hace muy poco decía que el cambio de la situación desde la calle pertenece al pasado. En cualquier caso, nosotros no estamos aquí para criticar, sino para organizar la resistencia, y por eso bienvenido sea este cambio que propone Iglesias. Eso sí, todos los discursos políticos adquieren valor cuando se aplican en la práctica. Adelante, a organizar las luchas concretas que ya se están convocando. Adelante, a llamar a una huelga general y a pararle los pies al nuevo gobierno y a sus recortes. Adelante, a unirnos con la gente que sale a las calles estos días en el corazón de la bestia, EEUU, contra el nuevo presidente, Donald Trump. Juntos y juntas con los estudiantes, las migrantes, las negras, los trabajadores que dicen “Not Our President” (“Trump no es nuestro presidente”), nosotros también decimos “Rajoy no es nuestro presidente”, y tenemos la fuerza para acabar con él.

Nikos Lountos