Polonia
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Fracaso total del gobierno conservador de Polonia. Tuvo que retirar el proyecto de ley contra el aborto, bajo la presión de un movimiento de mujeres. Andy Zebrowski escribe desde Varsovia.
Más de veinte mil personas se manifestaron en Varsovia delante del parlamento el 1 de octubre contra un proyecto de ley que intentaba restringir aún más el derecho de las mujeres a abortar.
Decenas de miles participaron el lunes 3 de octubre en la “huelga de mujeres”. Trabajadores y trabajadoras llenaron las calles y las plazas de todo el país; también participaron miles de estudiantes de institutos. La mayoría de las manifestantes eran jóvenes vestidas de negro - el color simbólico de este movimiento-. Entre los eslóganes, estaban “Parar a los fanáticos”, “Vergüenza, los diputados construyen un infierno para las mujeres”, “La revolución es mujer”. En centenas de placas que llevaban las manifestantes se leía “El cuerpo el mío, la elección es mía”, “Fanáticos, que os den”, “Las niñas derribarán el gobierno”.
Los sindicatos hasta ahora han sido cautelosos, pero el sindicato ORZZ cubrió a l@s trabajador@s que quisieron participar en las manifestaciones, mientras el sindicato más grande del país, el de los y las maestras, fue el primero en apoyar al movimiento. Los sindicatos no han convocado una huelga oficial, pero llaman a las manifestaciones. El apoyo oficial por parte de las organizaciones sindicales al movimiento por el aborto libre es muy importante y tenemos que construirlo.
El nuevo partido de izquierdas Razem (Junt@s) ha jugado un papel importante en este movimiento. En septiembre empezó una campaña llamada “protesta negra”, con manifestaciones por todo el país. Razem se fundó unos pocos meses antes de las elecciones de octubre de 2015, en las que obtuvo el 3,62% y 550 miles de votos. “Democracia Obrera” (la organización hermana del Colectivo Acción Anticapitalista en Polonia) está colaborando con Razem en una serie de campañas.
Las manifestaciones masivas de esta semana han sido producto de meses de movilización en Polonia. Se trata del movimiento más grande por el derecho al aborto en los últimos veinte años.
Cuando, hace seis meses, anunciaron este proyecto de ley que prohibiría todos los abortos, se produjo un clamor. Polonia, junto con Malta e Irlanda, tiene ya la legislación más restrictiva sobre el aborto. Pero este último proyecto pretende ilegalizarlo, hasta en casos donde el embrión ha sufrido daños irrecuperables, si el embarazo es producto de violación, o incluso si la vida de la mujer está en peligro. Las mujeres y los médicos se enfrentarían a penas de encarcelamiento.
Aunque el proyecto lo propusieron “ciudadanos” y no diputados, el partido gobernante (Partido de la Ley y de la Justicia, PiS) lo apoyó inmediatamente. El conservador católico PiS, primer partido desde 1989, en el gobierno con mayoría absoluta, es profundamente de derechas. Sus políticos tratan a los fascistas como “patriotas nobles” y miran para otro lado frente a los ataques racistas que aumentan. En septiembre, el PiS bloqueó un proyecto alternativo que legalizaría el aborto hasta las 12 semanas, no dejándolo llegar al debate parlamentario. Esto enfadó aún más a la gente porque el PiS se había comprometido a que todos los proyectos de ley propuestos por ciudadanos se debatieran, al menos, en una comisión parlamentaria.
Una encuesta realizada antes de la movilización del 1 de octubre apuntaba que un 15% de la población quiere participar en la campaña, un 35% la está apoyando ya y sólo un 14% está en contra. En el momento en que estoy escribiendo estas líneas, el movimiento por el aborto libre se está desarrollando muy rápidamente, cambiando la conciencia de sectores amplios de la población.
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