lunes, 1 de mayo de 2017

Abril 1917: Las tesis que radicalizaron a los bolcheviques



Las Tesis de abril de Lenin significan un antes y un después en la lucha obrera internacional, porque sentaron las bases para concienciar a la vanguardia sobre el papel que la clase obrera debe jugar en la revolución, la necesidad de que tome el poder y no de esperar acontecimientos ni negociar con la burguesía.
En la noche del 3 de abril de 1917 Lenin regresó del exilio en el que se encontraba desde la derrota de la revolución de 1905, a la estación de Finlandia en Petrogrado. Su llegada se produjo a raíz de la Revolución de febrero, seis semanas antes, cuando la clase obrera se había movilizado y derrocado al zar Nicolás II. Tras dicha revolución, el partido de derecha Kadet (Partido Demócrata Constitucional) tomó el control del gobierno, con los soviets (los consejos de representantes de l@s trabajador@s) como contrapoder.

 Asamblea de obrer@s en la fábrica Putilov en Petrogrado en 1917

 
Cuando llega Lenin a Petrogrado, la socialdemocracia, como se llamaban entonces l@s comunistas, tenía en mente ayudar a cualquier gobierno que saliera de la confrontación contra el zar para, desde dentro, comenzar a cambiar las cosas. Esto lo pensaban ya en 1905, cuando se produjo la primera revolución que el zar consiguió derribar. Fue sobre este aspecto sobre el que Lenin dio un primer esbozo de lo que se llamaría las Tesis de Abril.  En términos generales, las tesis pueden resumirse de la siguiente manera: ninguna concesión al gobierno, sólo el derrocamiento del gobierno provisional y la lucha por el poder soviético podrían asegurar un estado en manos de la clase obrera que diera el poder a l@s trabajador@s, tierras a los campesinos pobres y parar la intervención de Rusia en la Primera Guerra Mundial, que estaba desangrando el país y que el gobierno provisional no paraba. Una vez logrado, el poder soviético se utilizaría para abolir la policía, el ejército y la burocracia existentes, se nacionalizarían los bancos y la tierra, además de incrementar el poder de las trabajadoras y trabajadores en el punto de producción.
Desde Suiza Lenin comprende que, con el zar destituido y un gobierno que intentaba salvar los intereses del capitalismo ruso, el partido es el que debe dar un paso adelante y coger la bandera revolucionaria. Lenin arremete contra l@s miembros del partido que, como Stalin (que también había sido exiliado y seguía apostando por la idea de 1905 de apoyar al gobierno e influir lo máximo posible) opinan que había que colaborar con el gobierno utilizando la fórmula: que el gobierno gobierne y los soviets controlen, porque las circunstancias no estaban maduras para el socialismo.
Pero las revoluciones no esperan que las condiciones maduren. Tampoco la Revolución Francesa o las revoluciones de 1848 estallaron en condiciones bien preparadas, sino todo lo contrario. Lenin utiliza el ejemplo de la Comuna de París en 1871, donde la clase obrera parisina, cansada de la guerra con Prusia, se alzó y tomó el poder de la ciudad y por unos meses se vio claramente que la sociedad podía cambiarse y conseguir avances enormes.
El 4 de abril Lenin leyó sus famosas tesis, primero en una reunión de bolcheviques y luego en otra con delegados bolcheviques y mencheviques que asistían a la Conferencia de los soviets de diputados obreros y soldados de toda Rusia. Posteriormente, las tesis se incluirían en el artículo «Las tareas del proletariado en la presente revolución», publicado el 7 de abril de 1917 en el número 26 del periódico comunista Pravda.

Discurso de Lenin en el Palacio Táuride el 4 de abril de 1917

Lenin afirma una vez en Rusia que lo acordado por los soviets en 1905, de ayudar a exiliar al zar y encauzar todos los esfuerzos para que Rusia sea una sociedad como los países de Europa occidental o EEUU, es un pensamiento equivocado y que lo que había que hacer era ir contra el gobierno y hacerse con el control del país.
 
Las condiciones en Petrogrado en 1917 habían cambiado bastante en relación a 1905. Los soviets (palabra que en castellano significa “asamblea” y que eran en realidad asambleas de trabajadores y trabajadoras empoderadas que comenzaban a pelear y que en 1917 ya tenían experiencia gracias a las derrotas pasadas) volvieron a alzarse como fuerza revolucionaria en casi todos los rincones de la ciudad y de esto se dio cuenta Lenin, que rectificó sus tesis de 1905 y valientemente tomó la decisión de comenzar a exponer la idea de “Todo el poder para los soviets”. Por esto, sus compañeros más conservadores lo tildaron de loco pero, como se demostró más tarde, tenía razón.
Lenin dio muestras una vez más de estar muy lejos de ser un líder encerrado en una ortodoxia cerrada y cuadriculada. Por el contrario, estudiaba siempre el entorno para actuar en el terreno y no tenía inconveniente en rectificar. Cuando presentó las Tesis de Abril no lo hizo para enfrentarse a la ortodoxia del partido, pues sin ella no habría habido organización, ya que estos habían resistido en Rusia y habían aguantado la represión de después de 1905. Sus tesis revolucionaron el partido que luego se llamó comunista porque identificó con éxito que había un poder obrero activo y listo para tomar el poder, y llevaron a la transformación del partido. Pero esta transformación se consiguió porque en él había ya cuadros rodados en la calle que sabían por la experiencia vivida cómo ponerse a la cabeza de l@s trabajador@s que estaban ya en lucha. Como dijo Trotsky: "Se deshizo de la carcasa vieja del partido para convocar a su núcleo a una nueva vida.”
Cuando Lenin entregó las Tesis de Abril, en la práctica llegó a las mismas conclusiones que Trotsky había teorizado diez años antes. Sin la renovación política y estratégica que supuso la ruptura impulsada por las Tesis de Abril -“saltos, saltos y saltos” como señaló Lenin en los márgenes de la Ciencia de la lógica de Hegel-, la revolución se habría detenido en su etapa democrática burguesa y hasta hubiese desaparecido dentro del reformismo.
Salvando las distancias entre 1917 y 2017, podemos comprobar cómo las ideas de las Tesis de Abril, sirven totalmente para la época que estamos viviendo. Con la peor crisis económica desde los años 30, sin visos de terminar, los vientos de guerra que recorren el mundo y que han hecho exiliarse a millones de personas, para terminar en campos de concentración a lo largo del mundo, necesitamos cambiar el chip de la izquierda internacional y comenzar a organizar un movimiento que ataque directamente al capital.
Juan Antonio Gilabert

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