Este invierno nos
llegó la noticia de la muerte de una anciana en su casa. Este triste hecho, a
primera vista, hubiera encontrado cabida en las páginas necrológicas de los
periódicos y demás medios de comunicación y hubiera pasado de largo. Porque hoy
día nos enseñan que para que una sociedad sea avanzada y próspera hay que
apostar por la gente joven -y más si tienen dinero-, por lo que la muerte de
una persona de avanza edad ya no nos conmueve.
Rosa, la mujer de ochenta y dos años de la
que hablamos, murió al caer sobre el colchón en el que dormía una de las velas
que tenía en su hogar en el centro de Reus para tratar de sobrevivir después de
que le hubieran cortado la luz dos meses antes por impago. Solicitó una
subvención para el suministro de agua, pero el de la luz, no. Ninguna
institución pública se preocupó por ella en ningún momento. Es más, desde
dichas instituciones se ha expresado la idea de que Ana y el resto de personas
a las que le afecta la sorprendente subida de la luz desde hace meses, se encuentran
en esta situación porque no se acercan a solicitar unas ayudas que están hechas
para no ser utilizadas, por la cantidad de requisitos que hay que cumplir para
que las otorguen. Un claro ejemplo de burocracia y humillación para las y los
pobres. Las familias que quieren solicitar las ayudas, tanto para el suministro
de agua como para el de luz, tienen que hacer peregrinaciones por todas las
instituciones públicas para demostrar que no tienen dinero y que están muy mal…
¿No deberían ser el agua y la luz eléctrica derechos universales? ¿Cuántas
familias están en esta situación?
Desde la Comisión Nacional de los Mercados
y la Competencia (CNMC), se informa de que el precio del recibo para un hogar
“tipo” (potencia contratada de 4, 4 kilovatios y 3000 kilovatios por hora)
subió en enero de este año hasta los 65,69 €, frente a los 51,97 € de enero del
año pasado, lo que supone 13,7 € más o un 26 % de incremento. Unos precios que
han coincidido con una ola de frío que llevó a los termómetros a mínimos históricos.
El recibo eléctrico de enero de 2017 refleja así el fuerte incremento vivido en
el mercado mayorista (pool) en dicho mes. Estos niveles nos retrotraen al año
2013, con 91,88 € el megavatio-hora para un hogar “tipo” y con horas por encima
de los 100 €.
Se ha demostrado ya que las energías
renovables son más baratas que las energías sucias (gas, petróleo, carbón) así
que, cuando faltan, se nota en el precio mayorista de la electricidad. En estos
últimos meses, los recursos eólicos e hidráulicos han faltado, hasta la última
ola de frío que ha congelado media Europa, pero la energía fotovoltaica y la
solar termoeléctrica están funcionando prácticamente a pleno régimen, según
denuncia Greenpeace. Convendría preguntarse entonces el porqué de la subida desorbitada
de la luz y entonces. Hay que recordar que desde la última legislatura del PP
casi no se instala nueva capacidad de energía solar en el Estado español. Esto
hace que no haya suficientes renovables que puedan compensar la reducción de la
producción hidráulica y eólica. En España, uno de los países con más sol de
nuestro continente, hay muy poca energía solar instalada (4,8 GW), tan solo una
cuarta de la existente en Italia (18 GW) y una décima parte de lo que tienen en
Alemania (40 GW). ¿Cómo es posible que Alemania se beneficie más del sol que el
Estado español? ¿No sería más razonable subvencionar las placas solares para
los cientos de edificios que se alzan en nuestras ciudades y en los que viven
miles de familias que no tienen la más mínima posibilidad de pagar por una
energía que podrían tener más barata y más limpia? Estos gobiernos prefieren
sin embargo apostar por seguir manteniendo este sistema energético que da
dinero a las empresas energéticas y nos lleva inevitablemente al cambio
climático. Han llegado incluso a implantar un impuesto al sol, para que las
energías renovables tengan cada vez menos salida.
La situación en el sector de la energía hoy
en día no es solo culpa del gobierno de Rajoy, sino que ha sido una política
mantenida en el tiempo, desde los años en que la democracia llegó al Estado
español. Calvo Sotelo, primer presidente del gobierno de Unión de Centro
Democrático (UCD), fue uno de los primeros en utilizar las puertas giratorias
al convertirse en consejero de Fenosa. Más tarde, se generalizó la situación y
en 2013 saltó la noticia de que al menos 40 expolíticos y allegados ficharon
por el sector energético con la crisis energética. Hoy en día sabemos que la
mayoría de l@s polític@s que han estado ocupando algún sillón tanto en el
gobierno estatal como en los gobiernos autonómicos, terminan utilizando las
puertas giratorias y recalando en alguna empresa, en muchos casos del sector de
la energía. Felipe González y José María Aznar son los dos nombres más
destacados, pero hay más, y de otros partidos, lo que demuestra el poder del
lobby de la energía. Y harán todo lo posible para salvar su negocio, aunque con
ello muchas familias no puedan si quiera pensar en encender la caldera por
miedo a ser desahuciados por generar una deuda inmensa. En esta dirección de
internet, se pueden ver los políticos que han entrado en las puertas
giratorias:
Entonces ¿cómo podemos luchar de verdad
contra la subida de la luz? Con la nacionalización de este sector, porque se ha
demostrado que es la única forma de que la luz eléctrica, un logro que ha
mejorado la vida de las personas desde el siglo XIX, siga siendo asequible. La
nacionalización debe suponer que las empresas energéticas estén al servicio de
las usuarias y usuarios, es decir, bajo el control y la supervisión de la
ciudadanía a la que va a suministrar. Así pues, comencemos a tomar conciencia y
a exigir la nacionalización de las empresas energéticas y, una vez hecho esto,
el cambio de modelo energético. Para ello es
imprescindible salir a la calle y luchar contra este asqueroso sistema
económico que prefiere que muera la gente asfixiada entre velas por no poder
pagar, antes que perder dinero.
Juan A. Gilabert
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