jueves, 29 de noviembre de 2018

Aprendamos de nuestra historia para avanzar en Andalucía



El análisis de la cuestión nacional andaluza debe ser realizado, no desde un punto de vista romántico, sino desde un punto de vista materialista.
La reivindicación de la cuestión nacional andaluza históricamente, y pese a su condición de comunidad histórica reconocida por su acceso a la autonomía, tiene un seguimiento considerablemente inferior al nacionalismo catalán, vasco y gallego. La clase dominante en Andalucía durante el siglo XIX y gran parte del siglo XX, los grandes terratenientes, nunca tuvieron intereses contrarios a los de la oligárquica centralista. Al contrario de lo que sucedió con las burguesías catalana y vasca, quienes tras la restauración de 1868 no se vieron favorecidos y desarrollaron intereses contrapuestos al régimen centralista del Estado español. Esta es la principal razón por las que parte de las burguesías catalana y vasca buscaron diferenciarse, más aún cuando había tenido instituciones y lengua propias. Además, parte de la cultura vasca y catalana caracterizaba a gran parte de la sociedad, convirtiéndose en una reivindicación compartida entre clases sociales. Aún así, las clases dominantes catalana y vasca se aliaron con el centralismo para mantener su dominio sobre la clase trabajadora. Sin
           
El origen del subdesarrollo en Andalucía

A principios del siglo XIX, en 1802, el PIB per cápita de Andalucía era muy superior (un 155%) al del Estado español. Con el desarrollo del sistema de producción capitalista moderno Andalucía fue asumiendo un papel subalterno. En 1849, el PIB per cápita andaluz  representaba el 108% del Estado y en 1980 el PIB tan sólo el 74%.
El subdesarrollo económico no es la antesala al desarrollo, sino un producto de éste. Con la instauración del capitalismo, las clases dominantes le asignaron a Andalucía el papel de perdedora. Un plan estratégico para maximizar los beneficios de las clases dominantes en el Estado, incluyendo a la burguesía terrateniente andaluza.
Andalucía antes del desarrollo del capitalismo disponía de una situación de ventaja respecto al resto del Estado. La invasión cristina de Al-Ándalus conllevó la formación de grandes latifundios en manos de la nobleza castellana y órdenes religiosas y militares. Con la llegada de Colón a las Américas y la instauración del  monopolio de comercio en los puertos de Sevilla y Cádiz se favoreció el desarrollo del campo andaluz. El sistema latifundista moderno acaba instaurándose en el siglo XIX, favorecido por la desamortización eclesiástica y, sobre todo, por la civil. Estas desamortizaciones  expropiaron grandes extensiones de tierras comunales, dejando a mucha gente jornalera sin tierras, y a disposición de terratenientes y multinacionales mineras.
La división regional capitalista del trabajo  le otorgó a Andalucía el papel de productora de mano de obra barata y suministradora de materias primas, facilitando el desarrollo industrial de otras zonas y siendo mercado para productos manufacturados.
La concentración de tierras dio lugar a que la burguesía terrateniente se convirtiese en clase política y económica hegemónica. Aún así, sufrió retrocesos tras la revolución de 1868 o la Primera República. Hasta la instauración de la Segunda República, Andalucía se caracterizó por la presencia de dos clases sociales antagónicas: el terrateniente y el jornalero, con una presencia testimonial de trabajadores industriales y, en determinadas zonas, la presencia de mineros con alta conciencia social.
La gran beneficiada del subdesarrollo andaluz fue la burguesía terrateniente que lo favoreció, El subdesarrollo al que tenía sometido al pueblo andaluz le era necesario para mantener su poder y su alianza con el resto de las  burguesías del Estado.
           
Los regionalistas históricos

En el primer tercio del siglo XX surgió un movimiento regionalista en una pequeña burguesía progresista liderada por Blas Infante. El gran mérito de Blas Infante fue intentar crear consciencia sobre la capacidad del pueblo andaluz para salir del subdesarrollo con una idea central: “la tierra para quien la trabaja”. Blas Infante era partidario, no de la colectivización de las tierras, sino de un impuesto sobre el valor de la tierra.  Esta teoría conocida como Georgismo estaba ampliamente superada en esa época por el anarquismo y el socialismo.
Este movimiento regionalista difícilmente podía favorecer a la clase burguesa y tampoco caló en el proletariado andaluz. Pese a ello muchos de estos regionalistas históricos andaluces fueron asesinados tras el golpe de estado fascista de 1936.
           
La dictadura franquista

Durante la dictadura de Franco, la gran burguesía terrateniente siguió manteniendo su poder. Pero la progresiva industrialización del campo andaluz y la demanda de mano de obra por parte de las regiones más industrializadas del Estado español y de Europa, dio lugar a un nuevo fenómeno: la emigración. En la década de los 50 más de 600.000 andaluzas y andaluces emigraron y  en la década de los 60 más de 800.000.
Es con las medidas proteccionistas franquistas cuando la burguesía terrateniente acumula gran cantidad de capital que reinvierte en campos más rentables como la especulación urbanística en las costas andaluzas. Además, los tecnócratas franquistas apostaron por un modelo desarrollista en polos (Huelva, la Costa del Sol o el Campo de Gibraltar) que conllevó despoblación del campo andaluz y degradación ambiental.
           
La autonomía andaluza

En la lucha contra dictadura franquista empezó a fraguarse una nueva conciencia autonomista en Andalucía que denunciaba el subdesarrollo, la emigración masiva y el analfabetismo. Esta consciencia de subdesarrollo hizo que el sentimiento regionalista calara en la sociedad andaluza. Se extendió a una gran masa de trabajadores y trabajadoras del campo, sobre todo de la Vega de Sevilla, su Comarca Sur o la Serranía Gaditana.
El movimiento regionalista o autonomista desembocó en una manifestación histórica el día 4 de diciembre de 1977 que dio paso a la reivindicación autonomista refrendada mediante el referéndum del 28 de febrero de 1980. Andalucía adoptó un modelo de regionalismo administrativo que el PSOE-A limitó al servicio del centralismo.
En los últimos 40 años, Andalucía ha desempeñando también un papel subalterno a nivel del Estado español y Europa: suministrar mano de obra barata, materias primas (especialmente, productos hortifrutícolas), y ser territorio turístico. Pese al supuesto aumento en la producción per cápita, la construcción de infraestructuras (principalmente con fondos de cohesión con objeto de hacer más fácil las exportaciones y permitir la llegada del turismo masivo) y la erradicación del analfabetismo, la gente trabajadora andaluza seguimos a la cola del Estado español y Europa. Andalucía sigue siendo una tierra extremadamente desigual: 1 de cada 3 andaluces o andaluzas viven por debajo de umbral de la pobreza, el 55% de los hogares andaluces están en grave riesgo de exclusión, y la tasa de desempleo ronda el 36%.
¿Para qué ha servido la autonomía? El regionalismo administrativo ha ayudado transitar del subdesarrollo a la subalternancia política y económica, al tiempo que ha favorecido el auge de una casta de burócratas del Pso que, respetando a las burguesías locales, ha instaurando un sistema caciquil en muchos pueblos y ciudades de Andalucía.

La alternativa para la gente trabajadora andaluza

La historia nos enseña que los terratenientes, otros grandes empresarios y sus partidos, desde el PsoE al PP y Cs, nos mantienen a la gente trabajadora andaluza en la precariedad.
Necesitamos organizarnos desde abajo en barrios y centros de trabajo para impulsar la colectivización de las tierras y las fábricas en Andalucía. Tenemos que tomar nuestro futuro en nuestras propias manos exigiendo la gestión democrática de nuestros recursos naturales y servicios sociales. Luchas como las de las mareas que defienden los servicios públicos, la de la defensa de las pensiones, las luchas feministas y las multitudes de movilizaciones y huelgas que se dan continuamente en centros de trabajo nos muestran el camino. Establezcamos puentes y coordinemos estas luchas para golpear juntas.
           
David Robles, militante de Colectivo Acción Anticapitalista.


jueves, 22 de noviembre de 2018

Comunicado de C.A.A. para elecciones andaluzas 2D





Elecciones andaluzas 2D: Frente a la precariedad, anticapitalismo

El 2 de Diciembre estamos convocadas a elecciones en Andalucía. Frente al crecimiento de las cifras macroeconómicas, la gente trabajadora seguimos sufriendo una situación crítica. El riesgo de pobreza y exclusión social es el 37% en Andalucía, lo que significa que más de un millón de andaluces sobrevivimos con menos de 300 euros al mes. Al 70% de familias les cuesta llegar a fin de mes. La gente trabajadora andaluza llegamos a estas elecciones sufriendo un 23% de desempleo. Este desempleo es mayor entre las mujeres (27%; además, la brecha salarial supera el 30%) y entre las personas jóvenes (<25 años) (46%). Además, sufrimos altos niveles de precariedad laboral (temporalidad, bajos salarios y subcontratación), lo que provoca que mucha gente viva en riesgo de pobreza incluso teniendo un trabajo. Al mismo tiempo, los precios de la vivienda (compra y alquiler) vuelven a aumentar (inflan, de nuevo, la burbuja inmobiliaria) y la gentrificación y los desahucios nos expulsan de nuestros barrios. Por si esto no fuera poco, el Gobierno Andaluz privatiza, por la puerta de atrás, servicios públicos como la sanidad.

Las políticas del Partido socialista obrero Español (PsoE) nos dejan corrupción y redes clientelares, y han profundizado la desindustrialización, el subalternancia política y económica, y la dependencia de nuestra tierra. Estas políticas nos condenan a la gente trabajadora andaluza a sufrir las consecuencias de una economía neoliberal orientada a la exportación, a fabricar armas, al turismo y su precariedad, a la degradación de nuestro entorno, y a actividades extractivas altamente contaminantes, como la minería. Es obvio, que el Partido Popular (PP), y su muleta Ciudadanos (Cs), conllevan también corrupción y no son una alternativa para la gente trabajadora. Tanto PsoE, como PP y Cs, comparten españolismo opresor y son los pilares del caduco Régimen del 78 y su monarquía parásita. Por otro lado, el partido ultraderechista Vox, una prolongación del franquismo, intenta dirigir la indignación hacia el odio y la intolerancia para dividir a la gente trabajadora, haciéndoles el trabajo a sus amos del 1% más rico.

La coalición Adelante Andalucía, la unión de Podemos e Izquierda Unida (IU), representa el giro a la derecha de Podemos, tanto programático como organizativo. Aún así, en sus bases hay activistas que impulsan con ahínco luchas sociales en pueblos y ciudades andaluzas, combatiendo el clientelismo del PsoE. Creemos que una organización que se dice anticapitalista no debe tener como prioridad el trabajo institucional, como de hecho sucede, sino impulsar las diferentes luchas, al mismo tiempo que propone alternativas rupturistas con el sistema actual. En esta línea, rechazamos cualquier posible pacto de estabilidad o de gobierno con el PsoE andaluz tras las elecciones.

Debemos tener claro que el cambio que la gente trabajadora andaluza necesitamos no vendrá de unas elecciones burguesas. Las claves para defender y ampliar nuestros derechos y libertades están en las luchas en las calles y los centros de trabajo. Luchas que conquistan reformas y generan poder popular. Las movilizaciones de las mareas, feministas, por las pensiones públicas y las numerosas huelgas y conflictos laborales nos muestran el camino.

Necesitamos impulsar, en el camino hacia la huelga general, un programa anticapitalista que responda realmente a las necesidades de la gente trabajadora andaluza: reforma agraria con colectivizaciones de tierra, prohibir despidos en empresas con beneficios, repartir el trabajo reduciendo la jornada laboral sin merma salarial, una renta básica universal, nacionalizar bajo control obrero sectores claves de la economía, prohibir relocalizaciones de empresas, impulsar un tejido de cooperativas sociales que transformen in situ los recursos agroalimentarios, acabar con las reformas laborales, prohibir las ETTs, una banca pública, acabar con las ayudas de la PAC a los terratenientes, acabar con los desahucios de primera vivienda, blindar e impulsar los servicios públicos, una gestión democrática desde abajo de nuestros recursos naturales, aumentar los recursos para luchar contra la violencia machista, acabar por ley con la brecha salarial, generar los servicios públicos necesarios para colectivizar los trabajos de cuidados, establecer una educación sexual-afectiva y de gestión de emociones integral a lo largo del sistema educativo, expulsar a la OTAN y sus bases militares de Andalucía, frenar la industria armamentística y reducir las inversiones en armamento (“presupuestos militares para escuelas y hospitales”), diversificar el tejido productivo bajo control de la gente trabajadora, tejer una amplia red de apoyo por la libre autodeterminación de los pueblos del Estado español, y de solidaridad internacional con luchas como la de los pueblos palestino y saharaui, abrir las fronteras a las personas migrantes (“ninguna persona es ilegal”), etc.

En este contexto, desde el Colectivo Acción Anticapitalista, huyendo de sectarismos y siendo conscientes de las limitaciones de las políticas reformistas, pedimos el voto crítico a Adelante Andalucía. Al mismo tiempo, invitamos a sus bases a impulsar una alternativa fuera de la lógica institucional, amplia, abierta y centrada en impulsar las luchas sociales. En las provincias de Granda y Málaga, pedimos el voto para Izquierda Anticapitalista Revolucionaria (IZAR), organización revolucionaria con la que coincidimos habitualmente en la lucha anticapitalista.

Colectivo Acción Anticapitalista, Noviembre de 2018 (Sevilla)