jueves, 27 de octubre de 2016

Hungría 1956: revolución obrera contra el estalinismo




Gracias a la aplastante superioridad del ejército soviético frente a los nazis en la segunda mitad de la Segunda Guerra Mundial, la URSS dominó a partir de 1945 toda Europa del Este. Rápidamente se llevó a cabo un proceso de “sovietización” en los países ocupados, es decir, se nacionalizó la tierra y se impulsó la industria a escala sobrehumana, todo ello controlado por un ejército de funcionarios nacionales y rusos. Estos últimos tenían el control, siendo el embajador soviético el verdadero gobernante del país, solo controlado por el presidente de la URSS. Además, la policía política soviética comenzó a eliminar toda oposición y a controlar todos los centros de trabajo y a la sociedad en general para impedir cualquier obstáculo a los planes que venían de Moscú. Europa del Este se había convertido en el patio trasero de la URSS.

El 5 de marzo de 1953 muere Stalin y la cúpula soviética decide dar un golpe de timón, desvelando la verdadera cara del estalinismo al denunciar la mano dura del sistema y la represión llevada a cabo por el difunto presidente. Esto hace albergar esperanzas a la población de los países dominados por la URSS. En junio de ese mismo año, una manifestación obrera es aplastada en Berlín del Este tras dos días de lucha contra los tanques soviéticos, lo que demostró que aquella apertura no era tal. Tras la masacre de Berlín, Europa del Este comienza a revelarse contra la URSS, de la que ninguno de los países tenía independencia real, siendo solo solares para grandes fábricas que abastecían el mercado ruso. Solo Yugoslavia había conseguido ligeramente salir del bloque soviético y alinearse dentro de los países neutrales.

Además, la Guerra Fría que comenzó en el año 1953, demostraba que los países del Este de Europa debían obediencia militar a la URSS frente a los EE.UU. y la OTAN. El Pacto de Varsovia, creado por la URSS en 1955, fue otro agravio para los países de Europa del Este dominados por ella, dado que obligaba a todos sus ejércitos a ponerse a sus órdenes en su guerra contra los EE.UU.

En este orden de cosas, el 23 de octubre de 1956, los húngaros y húngaras salieron a la calle al grito de libertad y democracia, en apoyo al pueblo polaco, que se había movilizado un día antes. En la capital se manifestaron unas doscientas mil personas. En el resto de ciudades también hubo grandes movilizaciones. Al mismo tiempo, en la radio se podía escuchar la proclama “la clase obrera va a defender la democracia popular usando cualquier medio necesario”. La manifestación en Budapest estuvo protagonizada por l@s estudiantes, que salieron de la universidad, y por los y las obreras de los barrios de la isla Chespel, en el sur, y de Upest, en el norte. Había sido propuesta, durante una de las tantas asambleas realizadas en la universidad, por el grupo llamado “Círculo Petofi”. El gobierno húngaro, tras titubear a la hora de dar o no permiso para la manifestación, lo concedió por presión social. 

El ejército soviético no dudó en salir de los cuarteles y luchar contra l@s manifestantes en plena calle, cuando estos, al mismo tiempo, rodearon la radio estatal pidiendo que se leyera su manifiesto y llegaron a la estatua de Stalin, derribándola y dejando solo los pies de ésta. El ejército del país que se mantuvo neutral y fue la población húngara la que consiguió detener al ejército de la URSS y comenzó a hacer reformas obreras, proclamando que no volverían a entregar el país a los nobles y capitalistas que habían abandonado Hungría al finalizar la Segunda Guerra Mundial, pero que tampoco querían ya soportar el imperialismo soviético.

Al día siguiente, 24 de octubre, comenzó una huelga general, al tiempo que se formaba un nuevo gobierno bajo el auspicio ruso con la persona de Imre Nagy al mando, que había sido destituido el año anterior por intentar reformas desde arriba. De esta forma, se pretendía desde Moscú frenar las protestas. Pero el poder estaba en otro lado, se encontraba en los comités obreros generados durante la huelga general, que se apoderaron del país, organizando una red de comités obreros para cada sector en Hungría. En las empresas, los comités destituyeron a todos los cargos, tomando el poder, subiendo los sueldos y destruyendo las listas negras de l@s obreras que durante años habían reunido las directivas con la ayuda de la policía política a las órdenes de Moscú. Además, la producción sería decidida por la plantilla y no por la dirección. Otra decisión fue la de disminuir el volumen industrial, ya que el modelo existente, copiado del soviético, generaba desigualdad y explotación entre la clase obrera húngara, pues implementaba grandes industrias donde el ser humano no era sino un engranaje más.

Las medidas que el gobierno de Nagy comenzaba a implementar procedían directamente de las reivindicaciones de los comités, y estos exigían la salida de las tropas soviéticas de Hungría, la neutralidad del país y su abandono del Pacto de Varsovia, pero sin volver a antes de 1945, puesto que la clase obrera se había empoderado y ya no iba a volver al capitalismo. También se exigía la formación de un comité revolucionario que llevara a nuevas elecciones y acabara con el antiguo parlamento, para dar luz verde a un nuevo estado. Este comité estaría basado en los comités regionales que, a su vez, estarían conformados por comités de menor nivel, con representantes elegidos individualmente de forma democrática. Todo esto se resumía en que Hungría se gobernaría de abajo a arriba. El 29 de octubre, las tropas soviéticas salieron de la capital húngara. Dos días después, 24 consejos de fábricas se reunieron y declararon que las direcciones de las fábricas serían elegidas democráticamente por el consejo obrero, pasando los anteriores directivos a tener la misma consideración que el resto de la plantilla.

El presidente húngaro contaba con la simpatía de dichos comités, pero no los controlaba. Por su parte, el parlamento del país seguía en manos de la URSS, lo que hacía que en Hungría hubiese dos órganos de poder, con la incógnita que ello generaba. La revolución húngara estaba en un punto que amenazaba tanto al imperio de la URSS como al estatus quo mundial. El 4 de noviembre de 1956, el ejército soviético entró en Budapest y en el resto de ciudades húngaras bajo la llamada Operación Tornado, creando el caos y destruyendo todos los comités. Tras tres días de lucha por todo el país, la URSS dominaba otra vez Hungría y dispuso un gobierno títere, en la persona de Yanos Kadar.

Pero el sacrificio de la clase obrera de Hungría no fue en vano. Los acontecimientos de 1956 tuvieron enormes consecuencias para la izquierda a nivel internacional. Por primera vez resultaba tan patente que lo que los revolucionarios de la “oposición de izquierdas” y los seguidores de Trotsky denunciaban desde los años 20: que lo que se estaba construyendo en la URSS no tenía nada que ver con el socialismo y el poder obrero. Se abrieron brechas dentro de los partidos comunistas, de las que pocos años después surgirían organizaciones revolucionarias que reconectaron con la tradición marxista que ve a la clase obrera y no a los tanques ni a los burócratas como el actor del cambio. El 1968 no habría existido sin el 1956. Por otro lado, la revolución húngara rompió un mito liberal, según el cual los países estalinistas eran un “monolito”, sociedades obedientes (una lógica que se expresa por ejemplo muy claramente en la famosa novela de George Orwell, 1984). El estalinismo creó un capitalismo de estado y, como el capitalismo en general, producía su propia negación: la clase obrera. Llegarían más momentos de enfrentamiento entre esta clase y la burocracia: Checoslovaquia 1968, Polonia 1970, 1976 y otra vez en 1980 hasta los levantamientos finales en 1989-91.

Juan Antonio Gilabert

miércoles, 26 de octubre de 2016

Así hemos visto… El Elegido [para matar a Trotski]





El Elegido (película de producción mejicano-española estrenada en este año 2016) cuenta la historia del catalán Ramón Mercader (interpretado por Alfonso Herrera) a partir del momento en que es elegido por Stalin y el Partido Comunista de la Unión Soviética para matar al líder bolchevique Lev Davídovich Bronstein, conocido como León Trotski (interpretado por el actor británico Henry Goodman).

Aunque la película no entra a fondo en el conflicto político que llevó a Stalin a asesinar a Trotski, sí muestra cómo éste no paraba de escribir críticas feroces al estalinismo, su burocracia, los asesinatos sistemáticos de líderes revolucionarios y su papel en los comienzos de la Segunda Guerra Mundial, con un pacto de no agresión con la Alemania nazi. La película muestra a un Trotski mordaz, con una gran experiencia revolucionaria (que se ilustra, por ejemplo, con imágenes documentales de la revolución rusa) y con un incansable espíritu de trabajo crítico. Un Trotski que desde que llegara a México, e incluso antes, sabía que Stalin vendría a por él más pronto que tarde. Aun así, la película muestra cómo se aferraba a la vida y se negaba a renunciar a los placeres más sencillos, como un paseo, una charla con amigos… huyendo, en todo momento, del miedo que le quitaría la libertad.

Bien documentada desde un punto de vista histórico, El Elegido plantea la historia del asesinato de Trotski a modo de thriller, creando una atmósfera de misterio e intriga que envuelve a la persona de Mercader, inmerso en una vida ficticia que lapida la suya propia para poder acercarse al “maestro” de las y los revolucionarios.

La película comienza en plena guerra civil española, con Mercader luchando en el bando republicano contra las tropas fascistas. Desde ese momento, el peso del filme recae sobre los hombros de Alfonso Herrera, que lleva a cabo una interpretación notable de un Mercader, asesino implacable pero, al mismo tiempo, lleno de dudas políticas sobre el estalinismo y víctima de la misión de su vida y de su propia madre.

Este planteamiento a modo de thriller engancha, incluso conociendo la historia, su desarrollo y su anunciado final, tan triste y horrible como patético. Una historia que, por otra parte, ya había sido llevada al cine en 1972 en ‘El asesinato de Trotski’, considerada “una de las peores películas de la historia del cine”, según algunos críticos.

Por el contrario, El Elegido es una buena película que sabe sacarle partido a un presupuesto magro y que gustará a quienes disfrutaran, por ejemplo, con la novela de Leonardo Padura ‘El hombre que amaba a los perros’, la cual gira en torno a las vidas de Trotski desde que fuera exiliado de Rusia por Stalin y a la de su asesino.

En general, todo el reparto está a un nivel alto, desde Hannah Murray, haciendo de la activista trotskista Sylvia Ageloff, pareja sentimental engañada de Mercader, a la madre dominante de éste interpretada por Elvira Mínguez, pasando por la protectora, y al mismo tiempo encantadora, mujer de Trotski, Satalia Sedova, interpretada por una Frances Barber totalmente transformada.

En definitiva, una película para pasar un buen rato de intriga y conocer la vida, llevada a la ficción, del asesino de uno de los grandes revolucionarios de la historia del que aún hoy, 77 años después de su muerte, seguimos aprendiendo.

J.M.C.

domingo, 23 de octubre de 2016

Rusia, EE.UU., UE: fuera todos los "pacificadores"



La situación que vive Siria es muy compleja. Por eso, cualquier análisis de la misma que parta de una concepción del mundo dividido en dos grandes bloques caerá en un grave reduccionismo que impedirá un entendimiento correcto de lo que ocurre. La URSS ya no existe y Rusia no puede verse como su correlato; la Rusia de Putin es una potencia capitalista más que mira por los intereses de sus oligarcas, no por los del pueblo sirio. Por otra parte, la fuerza del imperialismo yanqui no es la misma que hace años debido, en gran medida, a la resistencia a las intervenciones militares en el extranjero que ha opuesto desde dentro del propio país americano el movimiento anti-guerra, lo que provoca que a los dirigentes estadounidenses no les resulte tan fácil aprobarlas. Otro síntoma de su debilidad es que no puede controlar a sus tradicionales aliados, los cuales toman decisiones sobre el terreno sin esperar a la aprobación de EEUU. Sin ir más lejos, Israel atacó en septiembre posiciones del ejército de al-Ásad mientras estaba vigente una tregua acordada entre EEUU y Rusia.
Actores intervinientes
EEUU y Rusia son sólo dos actores más que están interviniendo en Siria. Israel, Líbano, Turquía y las potencias locales del golfo también tienen intereses en la zona, intereses que no necesariamente coinciden con los de EEUU. Turquía, por ejemplo, desea controlar el norte de Siria (Rojava, el kurdistán sirio), que fue abandonado por ISIS, para evitar a toda costa la existencia de un área autónoma kurda, así que está luchando contra el Partido de la Unión Democrática, partido hermanado con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán. Entre los rebeldes, el Frente al-Nusra, surgido de una ruptura con Al-Qaeda en 2012 y considerado por EEUU como un grupo terrorista, es su ala más conservadora. Sus enemigos son tanto el régimen de al-Ásad como ISIS. Estos últimos tienen su origen en la destrucción causada por el imperialismo en Irak, que además fomentó el sectarismo marginando a la población suní, y se alimentan de la desesperación engendrada por el racismo y la islamofobia en Europa. En cualquier caso, es importante comprender que ISIS es solo una pequeña parte de un dibujo mucho más grande.
Al-Ásad e ISIS
El régimen de Bashar al-Ásad no es antiimperialista, aunque cierta izquierda post-estalinista se empeñe en considerarlo así. Lo prueba el hecho de que Háfez al-Ásad, el padre del actual presidente sirio, llegó a una alianza con EEUU durante la primera Guerra del Golfo. Tampoco es ni ha sido socialista, o de inclinaciones socialistas. Con Háfez al-Ásad hubo una transición desde el capitalismo de estado hacia el neoliberalismo, camino que continuó su hijo al llegar al poder en el año 2000, con liberalizaciones económicas y apertura al mercado global.
En 1982 ya hubo un levantamiento popular contra las medidas represivas del régimen en la ciudad de Ham, que fue aplastado sin miramientos por Háfez al-Ásad, y que puede considerarse un precedente de la revolución siria de 2011, surgida al calor de las primaveras árabes. Ni antes el padre ni ahora el hijo tuvieron reparos en masacrar a su propio pueblo.
Además, debemos preguntarnos si el régimen sirio está luchando realmente contra ISIS. En este sentido, es un hecho probado que ambos han llegado a acuerdos pragmáticos, como el que permite trabajar a funcionarios del régimen, pagados por el mismo, en las industrias petrolíferas y de gas controladas por ISIS.
El cinismo de la Unión Europea
Y en este contexto, el papel de la UE está siendo bochornoso, actuando como una fuerza imperialista más. Países como Francia y Reino Unido (si bien ya no podemos considerar a éste como miembro de la UE) usan la excusa de la lucha contra el terrorismo global para bombardear Siria. Decimos que lo usa como excusa porque los atentados que ha habido en esos países han sido causados por propios ciudadanos británicos y franceses, inmigrantes de tercera y cuarta generación que llevan sufriendo un racismo institucional y sistemático desde siempre. No les interesa tanto acabar con el terrorismo como alcanzar buenas posiciones en el tablero geo-estratégico.
Además, es denunciable su cinismo e hipocresía con el drama de las personas refugiadas. Hace poco más de un año, tras las imágenes de Aylan Kurdi, el niño muerto en la orilla de una playa turca, que dieron la vuelta al mundo, los dirigentes europeos se mostraban conmovidos y se comprometieron a acoger 160 mil solicitantes de asilo y 20 mil personas refugiadas. A día de hoy, la UE sólo ha acogido al 7% de esa cantidad. El estado español, en concreto, ha recibido a 552 personas refugiadas. Le corresponden 17 mil.
Conclusiones
Ninguna intervención extranjera aporta solución alguna al pueblo sirio. Por el contrario, cada nueva fuerza que interviene extiende el caos, la guerra y la desestabilización. No hay intervención “buena”, ni la de Rusia ni la de la Unión Europea. El movimiento contra la guerra tuvo un papel importante en las guerras de Afganistán y de Irak en 2003. Cuando tantas personas nos agrupamos en aquel movimiento, teníamos claro que estábamos contra las intervenciones. Lo mismo tenemos que hacer hoy: exigir que abandonen Siria todos los ejércitos extranjeros, que la UE no intervenga, y que tampoco el Estado español participe en esta guerra. La implicación en la guerra de Siria no significa sólo mandar tropas. El estado español participa cada vez más en el control sobre Libia y en las misiones de “seguridad” en África. Las bases de Rota y Morón tienen un papel importante. Hoy sigue más vigente que nunca el grito de “OTAN no, bases fuera”, no debemos permitir ninguna tibieza en este sentido, ningún lavado de cara a la mayor organización terrorista del mundo.
La lucha contra la islamofobia es una cuestión central. Los imperialistas utilizan la islamofobia para dividir, es un racismo moderno contra las personas migrantes que en su mayoría vienen de países musulmanes. Quieren presentar a todos los musulmanes como yihadistas y fanáticos. Pero incluso del yihadismo están creando un cuento muy lejos de la verdad. Es presentado como la mayor barbarie (inexplicable, retrógrada, maníaca, etc.), pero no son los yihadistas los que han asesinado a más de un millón de personas en Irak y Siria en los últimos 15 años. Ni son los yihadistas los que bombardean Alepo en este momento. ISIS es un fruto de la desesperación y la ruina en la que han convertido Irak y Siria. Y las políticas de miseria y de guerra no hacen sino crear más odio y desesperación.
Defendemos abrir las fronteras para todos y todas porque la gente que quiere salir del infierno en Siria tiene todo el derecho a venir a Europa. Por eso condenamos que esta misma Europa que ha intervenido en Medio Oriente cierre ahora la puerta y cree vallas, empezando por el gobierno griego, que ha girado 180 grados no solo en las cuestiones relativas a la crisis y la austeridad, sino también en relación a las personas refugiadas, convirtiendo las islas en campos de concentración.

Rusia, EEUU, la UE, Turquía, etc., se disputan Siria como en un juego de mesa donde cada uno posiciona sus soldados y se adueña una porción. Pero ¿alguien ha preguntado qué quiere el pueblo sirio? Los sirios y las sirias que se levantaron en 2011 contra la dictadura de al-Ásad luchaban como todo el mundo por una vida mejor. No tenemos que verlos solo como títeres de una u otra fuerza extranjera. De hecho, sabemos que la única solución puede venir del pueblo sirio, de su auto-organización desde abajo para acabar con el dictador, con ISIS, e implantar un sistema democrático y de justicia social. Ahí debe recaer todo nuestro apoyo.

martes, 18 de octubre de 2016

Ikea, el cortijo independiente de tu casa



La multinacional sueca Ikea sigue haciendo oídos sordos a las últimas reivindicaciones de las 16 ex-trabajadoras y trabajadores contra la cesión ilegal a la que se han visto sometidas, vulnerando así el artículo 44 del Estatuto de los Trabajadores. Ikea utiliza la externalización del servicio de cajas mediante E.T.T., o a través de subcontratas, como ha hecho con estos empleados y empleadas mediante la empresa CM Auxiliares. Esto le sirve para precarizar más fácilmente la fuerza de trabajo y las condiciones laborales: cambios continuos de horarios, muchas más horas de las que figuran en el contrato o, por ejemplo, la denegación de la concreción horaria por maternidad. Más allá de que grandes empresas como Ikea no respeten la legalidad vigente, el problema de fondo es que la cesión de trabajadores, también llamada descentralización productiva, está contemplada por la legislación laboral española bajo determinadas condiciones. Un trabajador o trabajadora puede estar contratad@ por una empresa pero realizando su trabajo en otra, de acuerdo con el artículo 43 del Estatuto de los Trabajadores. El empresario puede recurrir a la cesión de trabajadores para desarrollar su actividad, a través de empresas de trabajo temporal debidamente autorizadas, como manifestación del derecho constitucional de libertad de empresa. Amparándose en esta supuesta “libertad de empresa”, las últimas reformas laborales han dado pasos agigantados para facilitar a las empresas que actúen cada vez más a su antojo sin respetar los derechos de quienes trabajan para ellas.

Además, se han dado casos en los que trabajador@s han perdido el cargo que ocupaban forzados por un mobbing orquestado para provocar la baja voluntaria y la desesperación de quienes se sentían perseguidos. Por ejemplo, una encargada del área de desarrollo web se quedó embarazada y cuando se reincorporó a su trabajo le hicieron la vida imposible hasta tener que ocupar un puesto de cajera, sin experiencia previa. Esta serie de causas forzadas por la empresa ha acarreado depresiones con tratamientos que difícilmente nadie pueda reparar.

Al mismo tiempo, la multinacional despide mientras sigue obteniendo multimillonarios beneficios a nivel internacional y expandiéndose por el estado español -abrirá nuevos establecimientos en Madrid y Barcelona a finales de octubre-. Ikea ha coaccionado a l@s trabajador@s afectad@s, a quienes ni se les dio opción de subrogación, ofreciéndoles puestos de trabajo fuera de convenio. Diez de l@s 16 trabajador@s han interpuesto una demanda judicial a Ikea por cesión ilegal, ya que consideran sus despidos nulos o improcedentes.

El código ético de Ikea no es más que un producto de marketing sobre el papel que no cumple desde hace muchos años, empleando el acoso y la explotación silenciosa y llevando a cabo despidos y EREs encubiertos. Por todo esto, el Sindicato Andaluz de Trabajadoras y Trabajadores (SAT) hizo un llamamiento a una concentración a las puertas del establecimiento de Ikea en Sevilla el pasado 12 de octubre, coincidiendo con un día "festivo" en el que había mucha afluencia de clientes, para exigir que se ponga fin a esta situación de asedio continuado a l@s trabajador@s. En dicha protesta, en la que estuvo presente el Colectivo Acción Anticapitalista, se podían leer eslóganes como "Ikea despide a personas como tú", o se gritaba: "¡Ikea explota a sus trabajadores!" o "¡Dirección, dimisión!".

A día de hoy se calculan más de 100 despidos en 5 años en el establecimiento de Ikea en Sevilla. Antonio Andrade, uno de los 16 ex-trabajadores y portavoz del colectivo que se ha unido para luchar por sus derechos, comenta que se han intentado reunir con la dirección de Ikea y la respuesta ha sido "Que decida el juez".

L@s trabajador@s tienen una buena posición judicial, pero nadie va a reparar la explotación laboral y el acoso que han sufrido. Además, ganar la demanda judicial no es garantía de que la empresa cumpla con su parte, como hemos visto en muchos otros casos similares, y mucho menos de que no a seguir procediendo del mismo modo en el futuro. La dirección de la multinacional lleva mucho tiempo recibiendo quejas por parte de sus empleadas y empleados. Es necesario seguir presionando, como lo está haciendo este grupo de trabajador@s, organizándose y denunciando públicamente, para que la empresa se vea obligada a respetar sus derechos. Para ello es crucial la unión y el apoyo de todos y todas. La lucha continúa.


Jose María Bravo

domingo, 16 de octubre de 2016

Elecciones en Estados Unidos un callejón sin salida para la gente trabajadora



El martes 8 de noviembre serán las 58as elecciones presidenciales en Estados Unidos. La victoria se jugará, como ocurre siempre, entre las candidaturas demócrata (Hillary Clinton) y republicana (Donald Trump). Elegir entre estas dos candidaturas es elegir entre lo malo y lo peor para los intereses de la gente trabajadora en Estados Unidos (EE.UU.) e, incluso, más allá de sus fronteras. De hecho, mucha gente se plantea que deberían tener derecho a votar en estas elecciones todas las personas afectadas a nivel internacional por el imperialismo de EE.UU., que no para de expandir mercados, extraer materias primas, sembrar bases militares e impulsar guerras por todo el planeta.

Donald J. Trump es multimillonario por herencia; aumentó su fortuna en negocios relacionados con la construcción, los grandes hoteles, la especulación financiera y los casinos. Se trata de un personaje polémico, famoso por sus relaciones con grandes empresarios próximos a mafias internacionales y con grupos ultraderechistas. Trump sorprendió al ganar las primarias del Partido Republicano a otros candidatos también ultraconservadores, pero que seguían la línea oficial del Partido Republicano. Utiliza un discurso populista, neoliberal, machista, racista y xenófobo, trufado de supuestas críticas al establishment financiero y político (del que él forma parte). Así, la campaña de Trump intenta ganarse las simpatías de la población blanca empobrecida en los últimos años de crisis económica. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la clase media en EE.UU. se ha reducido a los niveles de los años 30 en los últimos tiempos, uno de cada siete americanos vive en condiciones de pobreza y el 40% de las personas pobres está trabajando, mientras que los millonarios lo son cada día más. Esta desigualdad social es el caldo de cultivo donde se mueven Trump y su racismo contra la población hispana y afroamericana, a quienes culpa de la criminalidad y el desempleo. Una estrategia muy antigua de la clase dirigente: dividir a las clases populares y enfrentarlas entre ellas para que no miren hacia arriba, hacia los verdaderos causantes de la crisis.

Por otro lado, Hillary D. R. Clinton, a la cabeza del Partido Demócrata, es la personificación de la política profesional al servicio de las grandes empresas y del imperialismo norteamericano. Esta cercanía de Clinton con el poder fáctico ha llevado a mucha gente que apoyó al candidato socialdemócrata Bernie Sanders en las primarias del Partido Demócrata a anunciar que no votarán por Clinton, a pesar de la amenaza de Trump. Y es que Clinton ha sido desde hace décadas pieza clave en la política estadounidense: primera dama de Arkansas de 1983 a 1992, y de los EE.UU. de 1993 a 2001, senadora de los EE.UU. representando a Nueva York de 2001 a 2009, y secretaria de Estado de 2009 a 2013, durante la intervención militar en la Libia de Gadafi y la expansión de la guerra de Irak de Bush bajo el mandato de Obama. Frente al racismo de Trump, Clinton ha lanzado su campaña con el eslogan ‘Stronger Together’ (Más Fuertes Unidos). Intenta así diferenciar su discurso en aspectos sociales como la defensa de los derechos del colectivo LGTBI, de los diferentes grupos étnicos y de las mujeres. De hecho, favorita en las encuestas, Clinton podría ser la primera mujer presidenta de los EE.UU. Aunque esto no quiere decir nada respecto al avance contra el machismo en EE.UU. Basta con mirar las políticas de otras mujeres en el poder como Merkel en Alemania o Lagarde en el FMI. Sin ir más lejos y estableciendo un paralelismo entre dos colectivos oprimidos, ha sido en los mandatos de Obama, el primer presidente negro de los EE.UU., cuando se han recrudecido los crímenes policiales contra afroamericanos.

Como vemos, se trata de dos candidaturas muy conservadoras que, además, no se diferencian significativamente en la “política reconcentrada”, la economía. Clinton en la Casa Blanca no frenará lo que Trump personifica: el racismo, la xenofobia, la especulación financiera, las guerras imperialistas… Lo hemos visto muchas veces antes con demócratas en el poder. Por ejemplo, Obama prometió en su campaña de 2008 impulsar una política migratoria más social y, en contra de esto, 2 millones de inmigrantes fueron deportados durante sus dos mandatos, más que nunca antes en la historia de EE.UU.


Hay otros candidatos y candidatas presidenciales de formaciones minoritarias, como Jill Stein del Partido Verde (Green Party), una activista ecologista, graduada en Psicología y Medicina, y que trabajó como médica y profesora de Medicina durante décadas, con experiencia desde 2002 como candidata electoral en el estado de Massachusetts, donde fue concejal durante dos legislaturas en la ciudad de Lexington. Pero las candidaturas alternativas carecen de posibilidades de ser elegidas para la presidencia de EE.UU., ya que participan de un sistema electoral corrupto. Un sistema diseñado para que siempre ganen los mismos: la clase dirigente, ya sea bajo el paraguas demócrata o republicano. Así, hay que registrarse previamente para votar, los candidatos raramente cumplen sus promesas electorales, las elecciones se realizan en días laborales, los partidos republicanos y demócratas son muy parecidos en muchos aspectos (por ejemplo, en lo relativo a la economía; demócrata y republicano la misma mierda es, podríamos decir siguiendo el eslogan del 15M), la candidatura que gana en un estado se lleva todos los representantes de dicho estado, los dos grandes partidos reciben, legalmente, financiación multimillonaria de las grandes empresas transnacionales y cuentan con el apoyo de los mayores medios de comunicación, etc. Todo esto hace que el sistema electoral favorezca claramente a los dos grandes partidos, al tiempo que impulsa una abstención que suele estar entre el 40 y el 50%.

Como en muchos otros territorios del planeta, la alternativa a un sistema electoral teledirigido desde las cúpulas del poder capitalista está en las luchas en las calles y los centros de trabajo. Luchas sociales que arrancan reformas progresistas al tiempo que construyen alternativas y poder popular anticapitalista.

A pesar del alto nivel de represión sindical y policial en EE.UU., se han producido luchas sociales muy importantes en los últimos años. Por ejemplo, la ocupación del capitolio de Wisconsin en 2001 en contra de la precarización del empleo público, la exitosa lucha por un salario mínimo de 15$ / hora (especialmente intensa en la hostelería de comida rápida), el movimiento Occupy que conquistó decenas de plazas por todo EE.UU. en el otoño de 2012 por la justicia social y económica y una mayor calidad democrática, etc. Actualmente, por ejemplo, destacan el movimiento contra la violencia policial racista Black Lives Matter y la movilización ecologista de las tribus nativas norteamericanas (apoyadas por activistas ecologistas y anticapitalistas) contra la construcción de un oleoducto inmenso en Dakota del Norte.
Jesús M. Castillo

Un curso de luchas:

Por la pública, contra la precariedad y la represión

A pesar de que en verano baja el ritmo político, desde el gobierno y la patronal no cesan los ataques sobre las trabajadoras y trabajadores en forma de recortes, pérdida de derechos, despidos, etc.,  por lo que tampoco cesa la lucha de los distintos colectivos.

“Jornada por la educación pública, nos sobran los motivos”
Bajo este lema, el pasado 3 de septiembre en Sevilla miles de docentes y personas de otros sectores salieron a la calle convocadas por la Plataforma Andaluza por la Escuela Pública (PAEP) para manifestarse contra los recortes de la Junta de Andalucía (recorte de 1000 vacantes en infantil y primaria, empeoramiento de condiciones laborales, pérdida de unidades de la pública en beneficio de la privada concertada, etc.) Desde el sindicato USTEA denuncian cómo la Consejería de Educación aporta datos falsos y tramposos, afirmando que se contratarán a 12.000 interinos e interinas. Ante esto el sindicato responde:
- 12.000 no es ni siquiera el número de interinos que trabajan cada curso en Andalucía. El curso pasado apenas trabajaron 8.000, incluidos tanto quienes trabajaron todo el curso como quienes lo hicieron un solo día.
- Han desaparecido 1.000 puestos de trabajo.
- Estar en una bolsa no es sinónimo de tener trabajo, el curso pasado casi 5000 interinos e interinas en bolsa no trabajaron un solo día.
A esta forma de actuar es a la que nos tiene acostumbrad@s la Junta de Andalucía -con el PSOE al frente y apoyados por Ciudadanos-, con la que intentan ocultar recortes asegurando que en Andalucía no se llevan a cabo ni en enseñanza ni en sanidad, cosa que tanto profesionales como usuari@s sabemos que es mentira. Por ello, el sindicato USTEA convoca una huelga en la enseñanza andaluza el 26 de octubre ¡Acudamos unid@s a defender nuestra educación!


Alestis Sevilla: “Ante su terrorismo empresarial, ¡nuestra respuesta es la lucha obrera!”

Pero no sólo la enseñanza se moviliza. En un sector tan importante en Sevilla como es la aeronáutica, un grupo de 7 trabajadores, apoyados por compañer@s y por los sindicatos SAT y CGT, han emprendido una lucha contra el Grupo Alestis Aerospace, compañía que trabaja con los mayores fabricantes del área, como Airbus, Boeing y Embraer.
Estos trabajadores llevan más de diez años prestando servicio en las instalaciones de Alestis formando parte de Alterna, principal proveedora de Airbus. Aseguran que, desde que en 2011 interpusieran una demanda contra Alterna y Alestis por cesión ilegal de trabajadores, no han parado de recibir amenazas y presiones, aumentando éstas después de que una sentencia judicial les diera la razón. Han llegado incluso a ser despedidos y ver cómo la empresa envía guardias de seguridad para impedirles la entrada a su puesto de trabajo. La respuesta de los trabajadores mediante un comunicado fue clara: “Ante su terrorismo empresarial, ¡nuestra respuesta es lucha obrera!”, asegurando que no se quedarían de brazos cruzados. Dicho y hecho. En julio llevaron a cabo una concentración en la puerta de Alestis-San Pablo y en agosto se volvieron a movilizar en el mismo lugar convocando a los medios de comunicación para una rueda de prensa en la que representantes sindicales y trabajadores explicaron la situación. Denunciaron cómo la empresa se niega a reconocer sus derechos a pesar de que una sentencia judicial les da la razón y resaltaron, una vez más, cómo la Junta de Andalucía, que pertenece a la junta de accionistas de Alestis con un 19%, no hace nada para acabar con este habitual problema al que se enfrentan l@s trabajador@s de la fábrica.
Según el Sindicato Andaluz de Trabajadores/as, en el Parque Aeronáutico Aerópolis hay más de noventa empresas y cinco mil personas trabajando, pero menos de diez de estas empresas tienen representantes sindicales. L@s representantes sindicales aseguran que las jornadas de doce horas, los sueldos de 700 a 1000 euros y los despidos por intentar organizar comités de empresa o elegir delegados sindicales son lo normal en el polo aeronáutico de Sevilla.

Huelga en Telemarketing por un convenio digno
El pasado 6 de octubre tuvo lugar una jornada de huelga y manifestaciones de las trabajadoras y trabajadores del sector de telemarketing, uno de los más precarios de todo el mercado laboral. Este paro de 24 horas, convocado por CGT, CCOO y UGT, sigue a paros parciales llevados a cabo los días 22 y 29 de septiembre.
Con esta huelga, la primera conjunta del sector en los últimos doce años, y que según CGT tuvo un seguimiento del 75%, l@s teleoperador@s demandan que la patronal del sector (ACE, integrada en la CEOE) desbloquee la negociación de un nuevo convenio colectivo que, denuncian, lleva obstruyendo desde hace 21 meses. Reivindican unas mejores condiciones de trabajo y un aumento de salario.
A finales de los 90 las grandes mutinacionales empezaron a subcontratar sus servicios de atención al cliente y, desde entonces, las condiciones laborales de l@s teleoperador@s no han hecho sino empeorar. Son frecuentes los minijobs y las jornadas parciales y flexibles con baja remuneración económica. Además, 2/3 del personal dedicado a este trabajo son mujeres; la explotación que sufren como trabajadoras de este colectivo fuertemente precarizado se suma a la opresión a la que se hayan sometidas por el hecho de ser mujeres.
Se calcula que el Estado español hay unas 80.000 personas trabajando directamente en este sector, a las que hay que sumar varios miles que lo hacen por medio de empresas de trabajo temporal. Sólo la unión de tod@s ell@s, y la de todos y todas las trabajadoras, hará que podamos doblegar a los capitalistas. Ya tenemos ejemplos inspiradores de sectores precarios donde lo hemos conseguido, como la lucha por un salario mínimo de 15$ / hora en EE.UU., que fue abanderada por much@s trabajador@s de cadenas de comida rápida y que logró conquistar sus reivindicaciones.
De nuevo, nos enfrentamos a un año en el que la lucha por la enseñanza y la sanidad públicas tiene que seguir creciendo al igual que lo hacen los recortes que atacan a los derechos de trabajador@s y usuari@s de éstas. Para ello, sigamos caminando hacia la unidad en las calles y centros de trabajo, que es también la mejor arma contra la precariedad y la represión que, al igual que los recortes, van en aumento.
Juan Antonio Casado

sábado, 15 de octubre de 2016

Bomberos del Aljarafe


En lucha por unos derechos que ya conquistaron



Ya en 2007 los bomberos de la Mancomunidad del Aljarafe se movilizaron y consiguieron la firma de un acuerdo de funcionarios y un compromiso de incrementar la plantilla. Dicho compromiso nunca se cumplió y desde el pasado marzo están llevando a cabo una huelga de celo, negándose a hacer los servicios extraordinarios que se les solicitan, para exigir de nuevo una reivindicación tan justa como necesaria.
Marta Castillo entrevista a José Manuel Mediavilla, bombero y miembro del Sindicato Andaluz de Bomberos parte de la Junta de Personal de la Mancomunidad del Aljarafe.

Estáis en huelga de celo desde el pasado marzo, ¿Cuáles son los motivos que os han llevado a ello?
La empresa (Mancomunidad Fomento y Desarrollo del Aljarafe) tiene un problema en cuanto a lo económico y estructural con respecto al personal. El 60% de su presupuesto depende de los municipios de más de 20.000 habitantes del Aljarafe, y el resto de la Diputación de Sevilla. Estos municipios están ya de por si bastantes mermados económicamente para encima tener que poner fondos en la Mancomunidad.
En cuanto a los problemas de personal, el problema es que somos insuficientes. Ya en 2007 nos movilizamos por la falta de personal y porque no teníamos un acuerdo de funcionarios. Conseguimos entonces el acuerdo de funcionarios que exigíamos, que entraran 18 nuevos bomberos en plantilla en condición de interinos y que se firmara un compromiso según el cual desde el año 2010 seríamos 60 bomberos y 5 operadores de transmisiones. En su momento, cuando se abrió el parque de bomberos de Santiponce, dividieron el personal existente en el parque de Mairena del Aljarafe entre los dos parques, sin contratar a nadie más, y chantajeándonos con que si no nos comprometíamos a reforzar para que se abriera el nuevo parque corrían peligro los puestos de trabajo de los interinos. Entonces, y aunque no somos partidarios de hacer refuerzos porque tal y como está el país lo que se necesitan son más puestos de trabajo, accedimos a reforzar durante un año o año y medio hasta que contrataran al resto del personal acordado. Nunca cumplieron el compromiso firmado, y en la actualidad somos 43 bomberos y 4 operadores de transmisiones para cubrir la comarca del Aljarafe, que se estima que ronda los 350.000 habitantes Para cubrir los mínimos establecidos actualmente hay que tener 8 bomberos de guardia entre los dos parques en cada uno de los 5 turnos que hay. Si hacemos cuentas, el número de trabajadores es el mínimo para cumplir este requisito. Esto significa que en determinadas fechas estivales no podemos garantizar que se cubran dos intervenciones a la vez en el Aljarafe.
En la comarca también se encuentra el parque central de la Diputación de Sevilla, ubicado en Sanlúcar la Mayor. Éste es un parque de bomberos de apoyo a toda la provincia por lo cual sus efectivos puede que estén desplazados a otra comarca donde se necesiten sus servicios. Por otro lado, está el parque de bomberos voluntarios de Pilas. Quienes allí trabajan no son voluntarios, sino pluriempleados, ya que son trabajadores del Ayuntamiento a los cuales se les paga un sobresueldo por vestirse de bombero. Según la Ley de Emergencias de Andalucía, los voluntarios deben ser altruistas, estar bajo la supervisión de un profesional y nunca ejercer las funciones de estos. Nada de esto se cumple actualmente.
Hasta marzo que empezamos con las reivindicaciones este problema de personal se subsanaba con refuerzos. En esta fecha y tras una Asamblea se decidió que había que luchar por aumentar la plantilla y subir los mínimos para garantizar dos salidas a la vez en el Aljarafe, para lo cual adoptamos como medida de presión dejar de hacer todo tipo de servicio extraordinario para que contraten el número de trabajadores al que se comprometieron hace ya casi 10 años.

¿Cuáles son vuestras reivindicaciones?
- Aumento de la plantilla hasta conseguir un número de bomberos aceptable para atender a toda la comarca del Aljarfe.
- Restablecer el servicio de transmisiones, que es fundamental para responder en el menor tiempo posible.
- Que la gestión la asuma la Diputación de Sevilla, ya que al fin y al cabo la Mancomunidad del Aljarafe es una subcontrata de Diputación.
- Eliminación de la figura del falso voluntario y que sus plazas las ocupen profesionales.

¿Qué acciones estáis llevando a cabo?
De momento dejar de hacer servicios extraordinarios, asistir a plenos de Ayuntamientos, colocación de pancartas, reparto de octavillas. Eso no quita que en cualquier momento hagamos algo fuera de lo normal como en las movilizaciones que tuvimos en 2006 en las cuales estuvimos dos meses (las 24h del día) colgados del Puente de Los Derechos Humanos en San Juan de Aznalfarache y nos encadenamos a bidones rellenos de hormigón en las puertas de Diputación.

¿Qué sindicatos existen en vuestra plantilla?
La Junta de Personal está compuesta por 5 miembros, de los cuales 2 pertenecen a CCOO y tres al SAB (Sindicato Andaluz de Bomberos). También hay afiliados al CSIF.

¿Cómo os estáis organizando?
Antes de cada acción se hace una Asamblea donde sometemos a votación las acciones a realizar y si se aprueban las propuestas empezamos a darle forma.
Hay que resaltar que, al no reforzar y trabajar con menos efectivos, estamos trabajando en peores condiciones de seguridad en nuestras intervenciones. También nos están abriendo expedientes disciplinarios y denegando permisos a los que tenemos derecho, como el caso de algunos compañeros a los que se les han denegado vacaciones y asuntos propios. Es una especie de chantaje, si queremos permisos tiene que venir alguien a reforzar, y si no, te lo deniegan.

¿Creéis que se está descuidando el servicio público de bomberos para favorecer los intereses de empresas privadas?
Éste no es un problema del Aljarafe, es de la Provincia en General, el servicio de extinción de incendios no hay por dónde cogerlo. En la provincia de Sevilla ha funcionado hasta ahora en gran parte a base de voluntarios y profesionalizar el servicio cuesta un dinero que no están dispuestos a pagar.
Lo que es cuanto menos singular, es que en la legislatura pasada estando como diputado de bomberos el actual alcalde de Mairena del Aljarafe (Antonio Conde, PSOE) y como presidente de la Mancomunidad el actual alcalde de Camas y diputado sin área (Rafael Recio, PSOE), se amortizaron plazas de bomberos y operador de transmisiones, dejando cada vez la plantilla con menos efectivos.
Lo curioso es que aparece de golpe una empresa de Vigilantes de Seguridad (RMD Seguridad), que está como un buitre a ver dónde puede coger carnaza y sabía que nosotros no íbamos a hacer algunos retenes porque estamos en huelga de celo, para hacer servicios que antes hacíamos nosotros. Además, después de enviar un escrito al Delegado de Área en Diputación (José Luis Girón), éste nos responde de forma prepotente justificando y defendiendo a dicha empresa privada. Una empresa que, para más inri, está siendo investigada por anomalías en la Feria de Sevilla, donde le pusieron coche y conductor a un concejal del PSOE.

Son muchos los trabajadores y trabajadoras del sector público que están sufriendo este tipo de problemas debido a los recortes ¿Os habéis puesto en contacto con otros colectivos de trabajador@s en lucha?
La verdad es que no, solo nos hemos puesto en contacto con los colectivos de bomberos para que nos prestasen ayuda en momentos puntuales.

Crisis económica, política y social en el Estado español


La convulsa situación política en el Estado español está marcada por la persistencia de la crisis económica capitalista a nivel mundial, cuyos primeros síntomas se manifestaron en el verano de 2007, y que ya se conoce como la ‘Segunda Gran Recesión’. El escándalo de las hipotecas subprime en EEUU, que hizo caer al banco Lehman Brothers, puso de manifiesto los delitos de los bancos y la falta de una regulación económica adecuada.
Pero esta crisis no es solo una cuestión financiera como evidencian la caída de los precios de las materias primas, por la falta de demanda, y el débil crecimiento macroeconómico, a pesar de que tanto el Banco Central Europeo como la Reserva Federal en EEUU mantienen tipos de interés próximos al 0%. La crisis afecta ya también a los países BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica) que, por su elevada tasa de crecimiento, se consideraban motores de la economía mundial.
Los y las trabajadoras somos quienes más estamos sufriendo, por ahora, esta crisis capitalista debido a los programas de recortes y austeridad, y al aumento de la tasa de explotación laboral a lomos de reformas laborales. De hecho, este desastre económico, que se alarga sin saber cuándo acabará o si acabará, tiene su reflejo en luchas sociales, inestabilidad política e inestabilidad en algunos de los grandes países productores de petróleo (Ej. Venezuela) y de otras materias primas.
En el Estado Español la crisis se ha agravado por el estallido de la burbuja inmobiliaria propiciada por la criminal actuación de los bancos y las grandes constructoras, con la connivencia de los políticos corruptos. Durante muchos años los tasadores de los bancos han valorado sistemáticamente por encima del valor real de las viviendas, provocando un endeudamiento de las familias que era una estafa. Además, se trataba de una actividad especulativa que favorecía la corrupción. Puesto que el ‘sector del ladrillo’ representaba un pilar fundamental de la economía, su hundimiento fue una catástrofe gigantesca que seguimos pagando: en un estado con elevado paro estructural, nunca inferior al 8%, el desempleo se disparó hasta el 26%, el número de desahucios aumentó de forma dramática, y con él los suicidios, mientras aumentaba la pobreza.
Los capitalistas locales, con ayuda de los europeos, han gestionado el desastre económico para que las consecuencias las suframos las y los trabajadores. Para ello llevaron a cabo un rescate multimillonario de los bancos con dinero público; bancos que con su actuación estaban en el origen del problema y a los que el gobierno regaló miles de millones de euros. Además, el gobierno creó el “banco malo”, para descargar a los supuestos ‘bancos buenos’ de activos desvalorizados (tóxicos), al tiempo que no se permitía que se desinflara del todo la burbuja, promoviendo que continuara la especulación. Este rescate bancario ha tenido como consecuencia que la deuda pública ascienda a más de un billón de euros, superando el 100% del PIB, lo que la convierte en impagable. Algo que resulta tan evidente que, para tranquilizar a los acreedores, los partidos del Régimen del 78 modificaron la Constitución con nocturnidad y alevosía para priorizar el pago de la deuda a los especuladores por encima de todo, incluyendo el mantenimiento de los servicios públicos más básicos.
La propaganda gubernamental repite continuamente en los medios de comunicación que gracias a su actuación se está saliendo de la crisis y su argumento favorito es que estamos creciendo más que otros países europeos. Lo que no dice es que en los demás países la caída del PIB no fue tan acentuada y que aquí se está comparando con una referencia que refleja el hundimiento, es decir, lo que se crece intenta recuperar lo perdido.
Pero hay otra magnitud económica que refleja mucho mejor el estado de la economía española: a pesar de la política expansiva del Banco Central Europeo el Estado español se encuentra en deflación, los precios bajan ya durante doce meses por falta de consumo. Es evidente que no cabe esperar otra cosa cuando más del 20% de las y los trabajadores están parados, cuando las familias y muchas empresas no pueden hacer frente a sus deudas, y los salarios son tan bajos que ni trabajando se sale de la pobreza. Para salir de la deflación es necesario aumentar la masa salarial y aumentar la inversión pública, todo lo contrario de lo que han decidido el PP y el PSOE priorizando el pago de la deuda.
Hay otro indicador que evidencia también la situación de la economía y la forma en que la afrontar el gobierno del PP: la evolución del Fondo de Reserva de las Pensiones, la llamada “hucha de las pensiones”. La ley preveía que este fondo se utilizara exclusivamente para pensiones y establecía un tope de gasto anual del mismo. El gobierno de Rajoy cambió, por decreto, esta ley y en poco tiempo ha reducido el Fondo de los más de 70.000 millones que había en 2015 a poco más de la tercera parte. Diversas publicaciones sobre economía han denunciado que este Fondo se estaba utilizando para comprar deuda pública, desviando así estos recursos a fines distintos a los que estaba destinado. La escasa contestación de los sindicatos CCOO y UGT, presentes en los Pactos de Toledo, origen de esta ley, es prueba de lo lejos que están las burocracias sindicales de ayudar a los trabajadores y trabajadoras a los que se supone que deberían servir. Esta situación refleja también la caída en los ingresos de la Seguridad Social. En un momento en que el capital ve reducida su tasa de ganancia, los esfuerzos de los últimos gobiernos del PSOE y del PP se han centrado en reformas laborales para aumentar las plusvalías o, dicho de otro modo, para aumentar la explotación de la clase obrera. Los salarios de miseria, los contratos a tiempo parcial fraudulentos y las bonificaciones a empresarios son las causas principales de los bajos ingresos de la Seguridad Social.
La supuesta disminución del desempleo no es más que un reflejo de la emigración, de los desesperados que no se registran en la oficina del INEM por haber perdido la esperanza de trabajar y de la rotación y jornadas reducidas de los trabajadores precarios. El objetivo del gobierno es “aumentar la competitividad” obligando a las y los trabajadores a aceptar condiciones de trabajo tercermundistas mientras, por otro lado, aumentan el número de ricos y la desigualdad.
La clase obrera estamos también sufriendo el deterioro de la Sanidad y Educación Públicas por los recortes y la privatización progresiva, siguiendo el PPSOE las instrucciones de la Comisión Europea.
En este marco de deflación y sufrimiento del pueblo, el gobierno del PP ha optado por un aumento en los gastos militares, en gran parte con subterfugios que ocultan el verdadero destino del dinero. Siguiendo aquellos momentos históricos del cambio de Felipe González cuando nos metió en la OTAN y de la agresión de Aznar a Irak, no solo damos cobertura con las bases militares de Rota y Morón (Andalucía) al imperialismo norteamericano, sino que, además, participamos activamente sobre el terreno, como han mostrado las recientes muertes de soldados españoles en Irak y Afganistán. Con estas intervenciones, el Estado español es parte del origen de las guerras imperialistas y del problema de millones de personas refugiadas a las que, al mismo tiempo, se niega a acoger.
Con esta gestión económica que castiga a las y los asalariados, autónomos y pequeños empresarios, y con el recorte de libertades (véase la “Ley Mordaza”) y de los Servicios Públicos, no es de extrañar que en nacionalidades históricas como Catalunya y Euskal Herria hayan incrementado los deseos de independencia. Si la burguesía catalana ha practicado el chalaneo con el gobierno central desde la Transición, ahora hay un movimiento independentista de clase que reivindica decidir sobre su destino y que no lo hagan en Madrid o Bruselas.
También es importante señalar que la situación de inestabilidad económica y social se refleja en la actual coyuntura política. El PP dice haber ganado las elecciones, pero solo lo han votado tres de cada diez votantes; desde 2004 ha perdido dos millones y medio de votos. Además, el PSOE ha perdido desde esa fecha casi cinco millones y medio. La rebelión del 15 M contra la casta política del bipartidismo se ha reflejado en las urnas y a nivel parlamentario se traduce en que el bipartidismo se ha convertido en tetrapartidismo. Esta situación no significa necesariamente una mejora para los de abajo si en el parlamento no está representada su voz enfrentando las directrices de la UE contra las y los trabajadores y a favor de las multinacionales con tratados como el TTIP. Si los representantes institucionales quieren apoyar realmente a la gente trabajadora deben impulsar con todas sus fuerzas y medios las luchas sociales, exigir a los bancos el pago de la deuda que han generado con su especulación, luchar para acabar con las últimas dos reformas laborales que han traído más explotación, y derogar todas las leyes represivas.

Con los debates sobre la formación de gobierno se está planteando un escenario en el que los intereses de la clase trabajadora parecen depender de los resultados de los pactos entre partidos, intentando desviar así su atención de lo que es su arma más eficaz y útil contra la explotación y por la creación de poder popular: la lucha obrera. Una vez más, el espejismo parlamentario teatraliza la lucha de clases en una ficción para apartar el foco de la debilidad del capitalismo, en un momento de crisis sistémica, intentando adormecer la indignación de los y las oprimidas.
Jesús A. Castillo