miércoles, 26 de julio de 2017

Liberación sexual y la Revolución rusa





La Revolución rusa de 1917 transformó todos los aspectos de la sociedad. El autor Dan Healey le habla a Colin Wilson sobre su impacto en la libertad sexual.

El movimiento contemporáneo de los derechos de los homosexuales empezó en 1969 con la revuelta de Stonewall en Nueva York. Los activistas en aquella época daban por hecho que formaban parte de un movimiento más amplio que luchaba contra el racismo y contra la guerra en Vietnam.
En concreto, los socialistas en aquel movimiento empezaron a estudiar la historia de las campañas por la liberación sexual. Volvieron a descubrir una tradición que llega hasta los años 1840 y que argumentaba que el socialismo no solo acabaría con la explotación económica, sino que traería libertad personal y sexual.
El punto álgido de esta tradición fue la revolución rusa de 1917, que derrumbó la dictadura del zar e introdujo un gobierno liderado por los bolcheviques y basado en el control de los obreros y campesinos.
La revolución de 1917 transformó las actitudes frente a la sexualidad y las mujeres. Se inició un período de libertad sexual que duró hasta los primeros años de la década de 1930, cuando fue aplastado por la contrarrevolución de Stalin.
El libro “Deseo homosexual en la Rusia revolucionaria”, escrito por Dan Healey, ofrece pruebas abundantes sobre todo esto -a la vez que da una visión más detallada de las contradicciones entre los primeros años de liberación y la intolerancia brutal de Stalin-.
Rusia bajo el Zar era una sociedad extremadamente desigual y represiva. Estaba dominada por la iglesia ortodoxa rusa, y tanto el sexismo como el antisemitismo estaban muy profundamente enraizados.
Pero partes de Rusia en aquella época se estaban industrializando rápidamente, de modo que en algunas regiones muchas de las tradiciones y los controles sociales que habían existido durante siglos en el campo empezaban a desprenderse.
El concepto de homosexualidad no estaba muy extendido en la Rusia de la época. La gente no categorizaba a los demás ni a ellos mismos en base a su preferencia sexual.
Pero empezaban a circular modernas ideas sobre el sexo, especialmente cuando la censura se fue relajando después de la revolución fracasada de 1905.
Una subcultura gay empezó a desarrollarse, con hombres quedando para sexo en parques y aseos públicos. Muchos hombres ricos tenían relaciones con camareros, sirvientes o soldados, mientras que prostitutos trabajaban en algunos baños públicos. Algunas mujeres empezaron a identificarse a sí mismas como lesbianas, mientras otras mujeres que deseaban a mujeres vivían sus vidas como si fueran hombres.
El sexo entre hombres era un delito, castigable con exilio a Siberia. Los menos privilegiados corrían mayor riesgo de ser detenidos. Los ricos sabían cómo ser “discretos” y evitar la ley.
Pero la revolución de octubre de 1917 bajo dirección bolchevique llevó a un cambio profundo de visión. “Lo que vino con los bolcheviques fue un concepto muy diferente de cómo se tiene que entender la sexualidad”, dice Dan Healey.
Se trataba de una idea extremadamente moderna: que la sexualidad debía ser laica, que todo el abracadabra religioso debía ser eliminado y que la ciencia debía ser el factor más importante que determinara el enfoque en la sexualidad.
Este pensamiento era la base detrás de la descriminalización del sexo entre hombres en el código penal después de la revolución. El aborto fue también legalizado, mientras el divorcio podía hacerse efectivo bajo petición de cualquiera de los cónyuges.
¿Fue esta descriminalización legal acompañada de cambios en las actitudes sociales y de una liberación más amplia? “Es muy difícil determinar con precisión”, dice Healey, “pero se puede tener una idea de que se trataba de un gran momento de liberación para algunas personas orientadas al mismo sexo. Hay alguna gente que lo vivió como un momento de soltar amarras respecto a las antiguas convenciones, incluso de pavonearse.”
Healey menciona un ejemplo del período después de la revolución, cuando la guerra civil había llevado a la hambruna y la pobreza. “La gente estaba abandonando las ciudades porque no había ni comida, ni combustibles, ni trabajo. Se necesitó mucho tiempo para que se estabilizara la situación hasta que la gente se sintió económicamente cómoda y capaz de expresarse. Pero había una sensación de que las personas gays lo vivían también como su revolución. Por ejemplo, una drag queen en Kursk, mencionada en un artículo médico, parece que interpreta los eventos de la guerra civil y de la revolución como un permiso a ser escandalosa. Durante un tiempo la gente parecía dispuesta a seguir este camino.”
Un caso legal de 1927 nos ofrece otro ejemplo. Se trata de una mujer que había vivido como un hombre desde la revolución, por la que había sido una activista entusiasta. Se había casado con otra mujer en 1922. El juicio reconoció su matrimonio como “legal, porque se había realizado con consenso mutuo.” Es destacable que la Rusia soviética reconociera un matrimonio homosexual en los años 20, cuando en el Estado español tuvimos que llegar al año 2005.
Algunos historiadores han argumentado que no fue un gran avance para los homosexuales tener que tratar con los médicos y los psiquiatras en la Rusia soviética, en vez de tratar con la policía. Haley no está de acuerdo. Argumenta que exactamente esto era lo que los activistas homosexuales de la época estaban reivindicando y fue un paso adelante.
En términos históricos, es algo extremadamente progresista”, dice. “La medicina es un arma de doble filo, puede ser una fuerza para lo bueno o para lo malo. Muchos psiquiatras en los años 20 en Rusia mostraron una simpatía destacable para los homosexuales y trabajaban para intentar ayudar a sus pacientes homosexuales a adaptarse de algún modo a la homofobia que encontraban a su alrededor.”
Sin embargo, Healey habla también sobre las tensiones en el pensamiento bolchevique y en su experiencia con la sexualidad, tensiones que ve provenientes del deseo, por una parte, de liberar a las personas y, por otra, de mantener el estado colectivo soviético. Healey apunta que muchos líderes bolcheviques llamaron a la transformación de la vida familiar, a poner fin al trabajo doméstico y a los comedores sociales. Kollontai quería liberar las relaciones del penoso trabajo doméstico, permitiendo a las mujeres vivir vidas como trabajadoras independientes fuera de la casa familiar.
La posición de los bolcheviques frente a la homosexualidad y su compromiso con la liberación femenina le dio al régimen soviético una reputación internacional entre los que luchaban por la libertad sexual.
Activistas por los derechos de los homosexuales en todo el mundo, incluido Magnus Hirschfeld, probablemente el activista gay más importante del mundo en aquella época, se inspiraron en las victorias de la Rusia revolucionaria.
No obstante, Healey detecta también una visión diferente de la de Kollontai -la que describe como “una visión de poca confianza hacia el placer por el placer y una visión de muy poca confianza hacia las conductas desordenadas e irresponsables en las relaciones sexuales. El problema para los homosexuales es que sus relaciones parecen desordenadas, en parte porque no hay maneras aceptadas para que las personas gays se conozcan y formalizan sus relaciones”-. Healey tiene cuidado de matizar el contexto de todo esto. “La sexualidad no era un asunto de primera línea para el régimen”, opina. “Estaban más interesados en las cifras de la industria y en la creación de la primera economía socialista del mundo -ésta era su prioridad”. Estos argumentos tienen su mérito, pero la preocupación de los bolcheviques por proteger a su nueva sociedad no era por consideraciones económicas. Había también factores militares. La Rusia soviética estaba bajo ataque de fuerzas imperialistas y ejércitos contrarrevolucionarios durante la mayor parte de su tiempo en el poder.
Además, las visiones progresistas de Kollontai sobre sexualidad no eran nada marginales o insólitas entre los líderes bolcheviques. Leon Trotski, que jugó un papel crucial durante la revolución de 1917 y en la guerra civil después de ella, tenía posiciones similares en muchos de estos asuntos.
Cuando un periodista estadounidense le preguntó si era verdad que en Rusia se podía llegar al divorcio sólo con una simple petición de un cónyuge, Trotsky le respondió preguntándole si era verdad que había países donde todavía no se podía hacer esto.
Sea cual sea la lectura que se haga de los debates de los años 20, Healey recalca que los años 30 fueron una revocación completa de las victorias de la revolución, tanto por la democracia como para la libertad sexual.
La homosexualidad y el aborto se convirtieron ambos en delitos criminales en 1933, con una sentencia de cárcel de mínimo tres años por homosexualidad. Esto iba mano a mano con otros ataques -los pasaportes internos se introdujeron desde 1932 y los sueldos de los obreros se redujeron a una décima parte de los que eran en 1926-. Healey opina que se puede ver el principio de este giro con el primer plan quinquenal en 1928. La dirección empezó a preocuparse de aumentar la población, inquieta porque no iba a tener suficientes personas para el ejército.
El régimen de Stalin quería también mantener el control económico y social. La prostitución era independiente del régimen, así que empezaron a tomar medidas contra las prostitutas. Según comentaba Trotsky en aquel momento, el hecho de que de todas maneras existiera la prostitución demostraba que lejos estaba Rusia del socialismo real.
Al principio el Estado aspiraba a sacar a las prostitutas de las calles y a enseñarles un oficio. Pero después de unos años las pusieron en colonias de trabajo o las mandaron a campos carcelarios. Muchos prostitutos y otros hombres gays solían quedar en las mismas partes de las ciudades donde trabajaban las prostitutas, así que se vieron afectados por estos acontecimientos.
Una vez la homosexualidad volvió a ser criminalizada, centenas de hombres fueron arrestados en cuatro o cinco ciudades claves. De estos ataques no sabemos detalles, ya que los archivos relevantes de la KGB no son accesibles a los historiadores.
Healey subraya que incluso en esas condiciones, la prohibición fue un gran shock para mucha gente. “Hay el caso maravilloso de un comunista británico, Harry Whyte, que escribió a Stalin después de la prohibición de la homosexualidad. Le mandó buenos argumentos contra la prohibición, todos basados en un conocimiento bueno de la historia marxista.” Whyte estaba viviendo en Rusia en aquel momento, añade Healey. “Acudió a psiquiatras que no tenían ni idea de la prohibición y no se lo creían hasta que él les llevó un periódico y les enseñó que la prohibición ya se había llevado a cabo. Habló con varios oficiales, fue hasta a la policía y les preguntó cómo iban a interpretar esta prohibición.”
Healey explica que antes de 1933 la libertad sexual se consideraba como el sentido común en la Rusia soviética. “Era como una parte de la revolución sexual el hecho de que Rusia no perseguía a la gente de la misma manera que lo hacen los países “burgueses filisteos”, donde la constricción religiosa y moral alimentaba los antiguos prejuicios.” Por el contrario, en los años 30, los portavoces de Stalin empezaron a pretender que todos los homosexuales eran espías y fascistas.
Los ideales de la revolución fueron desenraizados y revocados. Las victorias y los atisbos de libertad en todos ámbitos de la vida humana fueron destrozados por la contrarrevolución estalinista.



miércoles, 19 de julio de 2017

Agosto 1917: El golpe de estado de Kornilov

Los bolcheviques enseñan qué significa ´frente único´





El 27 de agosto de 1917 el general en jefe del ejército ruso Kornilov decide dar un golpe de estado para así terminar con los bolcheviques y el gobierno provisional, constituido después de derrocar al Zar Nicolás II en febrero del mismo año. Para ello entregó Riga sin disparar un tiro al ejército alemán, en plena Primera Guerra Mundial, y se lanzó a la conquista de Sampeterburgo. Con él y su ejército de cosacos iban las esperanzas de todos los capitalistas, tanto rusos como extranjeros, en los dos bandos de la Primera Guerra Mundial. Su objetivo era parar los avances de la revolución de febrero e instalar una dictadura militar.
Rusia participó desde el principio (1914) en la Primera Guerra Mundial, declarando la guerra a los Imperios Centrales (Alemania e Imperio Austriaco), aliándose con la Entente (Reino Unido y Francia) lo que llevó a la ruina definitiva al país. La Revolución Rusa de febrero de 1917 acabó con la monarquía, pero no con la guerra. Aleksandr Kerenski, socialdemócrata, se alzó presidente de una Rusia republicana con un gobierno provisional, pequeño burgués, enfrentado a lxs bolcheviques, que crecían en poder en todas las ciudades rusas.
El gobierno de Kerenski comenzó a organizar la democracia burguesa y, frente a la idea de los bolcheviques de acabarla, mantuvo la guerra, cosechando derrotas y más derrotas. Esto hizo que el gobierno provisional nombrara a Kornilov como jefe del ejército. Con ello quería acallar así a la ultraderecha rusa que, por boca del general, exigía medidas conservadoras para Rusia. Cincuenta y siete años más tarde el presidente chileno Allende llegó al mismo pensamiento que el presidente ruso Kerenski, es decir, creía que si tenía a mano a lo más reaccionario del ejército este no lo traicionaría. No comprendió que el ejército es la mano armada de la contrarrevolución.
Kornilov y Kerensky se necesitaban el uno al otro y cada uno estaba tratando de usar al otro para su beneficio. El general representaba a la más rancia clase nobiliaria y a los grandes financieros, tanto rusos como internacionales, y Kerensky representaba a la mediana y pequeña empresa que esperaba que los militares les libraran de los bolcheviques para hacer de Rusia una nación burguesa más. Es más, Francia y Reino Unido ya habían hecho pública su amistad con Kornilov. Hasta Alemania veía con buenos ojos el plan del general, pues suponía cortar de raíz la amenaza revolucionaria. Habían recibido Riga sin disparar un solo tiro y esperaban que el general terminara con la revolución que ya estaba llegando a sus puertas.
El mismo día que Kornilov dio el golpe de estado, dirigiéndose a la capital rusa, Kerensky mandó un comunicado donde le retiraba el poder al general, porque este se quitaba la careta y exigió todo el poder civil para crear una dictadura militar, y comenzó la guerra civil en Rusia.
Lenin reaccionó frente a un sector del partido bolchevique que defendía al gobierno de Kerensky, en el sentido de que entendía que había que defender al estado ruso frente a la extrema derecha, es decir, frente al ataque de Kornilov. Lenin sin embargo pensaba que había que cambiar de táctica y luchar contra Kornilov, pero sin defender la gestión ni el cargo de Kerensky ni de su gobierno. Los bolcheviques, según Lenin, tenían el deber de hacer la revolución en todos los casos y la lucha por la patria, que proponía Kerensky, iba en contra del proceso revolucionario porque los obreros debían luchar por el socialismo, es decir, por el poder obrero frente al estado.
Los bolcheviques sacaron los siguientes puntos para dejar claro que la lucha entre Kerensky y Kornilov, era contrarevolucionaria: eliminación de todos los generales contrarevolucionarios y su sustitución por las elecciones llevadas a cabo por los soldados revolucionarios, transferencia inmediata de tierras a los campesinos organizados en comités de propietarios, control democrático de las fábricas, plantas de producción y bancos e introducción de ocho horas al día de trabajo por ley, abolición inmediata de todos los tratados secretos, proclamar la oferta de paz y, lo más importante, la transferencia de todo el poder a los obreros, campesinos y soldados revolucionarios.
Al unirse los bolcheviques a la lucha contra Kornilov pronto se demostró que tenían el control de las operaciones militares ya que, gracias al Comité Militar Revolucionario, movilizaron a toda la masa revolucionaria en torno a una idea, la defensa de la capital rusa, para que el general contrarevolucionario no llegara. Las claves fueron dar armamento a lxs obrerxs revolucionarixs, la democracia desde abajo y el poder de los bolcheviques que, aunque eran pocos, daban ejemplo de lucha en primera línea; en la capital consiguieron sacar de las fábricas a la Guardia Roja cuarenta mil revolucionarios armados y dispuesto a luchar.
En el resto de Rusia el avance de los contrarevolucionarios fue lento porque en todas las ciudades, fábricas y cuarteles los sóviets se pusieron al servicio de los bolcheviques. Uno de los mejores ejemplos de ello fue lo sucedido en los ferrocarriles, donde los trenes o no funcionaban o llegaban tarde gracias a los boicots obreros. Con esto se demostraba que la que estaba en verdad luchando contra Kornilov era la clase obrera empoderada, mandada por los bolcheviques.
El golpe fracasó después de cuatro días. Trostky escribió: “El golpe fracasó después de cuatro días, la insurrección había revertido, se derrumbó en pedazos, aspirado por la tierra”.
El hecho histórico de que la clase obrera rusa, consciente y armada, derrotara a todo un ejército profesional y contrarevolucionario, nos da idea del poder de nuestra clase social y nos hace ver los fallos de otros momentos casi idénticos para identificar nuestro camino, no para culpar, si no para clarificar la lucha del mañana. Allende no comprendió que, frente al ejército chileno, tenía como aliado a la clase obrera chilena, que se había organizado e iba a luchar no por la democracia sino por sus derechos como clase, motor principal para conseguir cualquier revolución que se llame socialista.
La lucha contra el golpe de estado de Kornilov terminó siendo la puntilla que abrió las puertas a la victoria de lxs bolcheviques porque, una vez que la clase obrera cogió las armas y vio que tenían el poder político en sus centros de trabajo, ya no lo quisieron soltar, a pesar de las ordenes de los ministros de defensa de disolver los cuerpos revolucionarios.
El poder de los soviets era ya en septiembre totalmente real, siendo el gobierno provisional de Kerensky el que intentaba ser contrapoder; solo hacía falta el último golpe para que triunfara la revolución socialista que defendían Lenin, Trotsky y el resto de bolcheviques. Lenin dijo tras derrotar al general golpista, el 18 de agosto, “Estaremos con el gobierno y con los mencheviques” pero, tras la negativa de estos a tratar con los bolcheviques, una semana más tarde, Lenin escribió “los socialistas revolucionarios y mencheviques habían rechazado nuestra oferta de un compromiso”.
Octubre cada día estaba más cerca…
Juan Antonio Gilabert


viernes, 7 de julio de 2017

Catalunya: la independencia como arma de ruptura

Escribo tras saberse la condena a Artur Más por haber permitido una votación simbólica sobre la independencia. Según El País: “El Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) ha impuesto a Mas la pena de dos años de inhabilitación para ejercer cargos públicos por organizar la consulta independentista del 9 de noviembre de 2014 pese a que había sido prohibida por el Tribunal Constitucional. El expresident ‘pervirtió los principios democráticos’ junto a dos cargos de su Gobierno, también condenadas: la vicepresidenta Joana Ortega y la consejera de Enseñanza Irene Rigau.”
Es la muestra más reciente de negación por parte del Estado español hacia el derecho del pueblo de Catalunya a decidir su futuro. Y no nos engañemos, el “Tribunal Superior de Justicia de Cataluña” forma parte del Estado español; ni siquiera es capaz de dictar su sentencia en catalán.
Es una razón más (y ya había muchas) para que la izquierda española se replantee su visión sobre la cuestión nacional catalana.
Entre la neutralidad y la hostilidad
Es bien sabido que el PSOE, como partido del establishment, defiende la “unidad de España”. Pero incluso en Izquierda Unida (IU) y más allá no hay claridad acerca de la cuestión nacional. En tiempos de ETA, IU se sumaba una vez tras otra a manifestaciones donde se “condenaba la violencia” y se “defendían las vías democráticas”… codo con codo con el PP de Aznar. En realidad, se sumaba al coro de oposición al derecho a decidir del pueblo vasco.
El movimiento por la autodeterminación de Catalunya es no violento y aun así la respuesta de la izquierda es tibia e incluso hostil. Alberto Garzón dijo en 2015: “No estoy a favor de la independencia de Catalunya porque tengo más en común con un trabajador catalán que con un especulador de Marbella, mi tierra”. Cierto, pero una trabajadora de Madrid tiene más en común con una trabajadora francesa o marroquí que con ningún empresario y no se ve que Garzón abogue por eliminar las fronteras del Estado español.
En este tema, como en tantos otros, la dirección de Podemos es bastante parecida a la de IU. A finales de 2014, leíamos que “Iglesias ha ofrecido abrir un proceso constituyente ‘para discutir con todos de todo’ aunque ha insistido en que él no quiere que Cataluña se independice.” Añadía: “Eso sí, a mí no me veréis darme un abrazo ni con Rajoy ni con Mas”. Fue una nada velada referencia a la salutación entre David Fernández y Artur Mas al final del día en el que dos millones largos de personas en Catalunya habían desafiado a los tribunales, participando en la votación del 9N. Incluso Iglesias reconoció su error y pidió disculpas un mes después.
La pregunta de si se apoya o no el derecho de Catalunya a la independencia es muy sencilla. Responder diciendo que “deberíamos poder decidir sobre todo” es evadirla. Es como negarse a defender el derecho al aborto porque “las mujeres deberían poder decidir sobre todo”.
Y las advertencias acerca del papel nefasto de la burguesía catalana —a menudo dirigidas hacia la CUP, el espacio amplio de la izquierda anticapitalista e independentista— son innecesarias. La izquierda radical y los movimientos sociales de Catalunya llevamos años luchando contra la clase dirigente catalana y no dejaremos de hacerlo ahora. La cuestión es otra: ¿qué significa en este momento la lucha por la independencia? ¿A quién beneficia —o mejor dicho, a quién le podría beneficiar—  la independencia de Catalunya?
La independencia como ruptura
Es bien sabido que la Convergència i Unió de Jordi Pujol gobernó Catalunya durante más de dos décadas y no tuvo ningún interés en promover la independencia, más allá de algún discurso acalorado en las Diadas. Lo que cambió la situación fue el bloqueo por parte de las autoridades españolas, y del PP y del PSOE, ante el intento de ampliar un poco el autogobierno catalán mediante una reforma del estatuto autonómico; un intento impulsado, paradójicamente, por el governtripartit del PSC, Iniciativa-EUiA y ERC. Incluso la versión “cepillada” del estatuto que volvió de Madrid, que luego se aprobó en referéndum fue, posteriormente, parcialmente suspendida por el Tribunal Constitucional.

Ante el bloqueo de Madrid, la independencia pasó de ser la demanda de una pequeña minoría, como lo había sido durante años, a ser masiva (no sabemos si efectivamente es mayoritaria… porque no nos dejan hacer un referéndum). Fue este cambio en la calle lo que arrastró a la mayoría de Convergència a apostar por la independencia, lo que le costó una grave fractura interna y la ruptura con Unió. Esto —junto, no lo olvidemos, a los escándalos de corrupción— lo llevó a cambiar su nombre oficial a “PedeCat” (aunque todo el mundo sigue llamándolos “Convergència”).
La amplitud del movimiento supone que la independencia significa cosas muy diferentes para diferentes sectores. La dirección de “PedeCat” —tensionada entre sus bases pequeñoburguesas, sedientas de independencia, y la gran burguesía que no quiere cambio alguno— opta por defender una independencia que no cambie casi nada. De ahí las afirmaciones de Artur Mas de que una Catalunya independiente sería leal a la OTAN, ignorando así una de las pocas veces que el país pudo decidir y votó en contra de la misma en el referéndum de 1986.

Pero la gran mayoría de la población de Catalunya es de clase trabajadora y cuando se le pregunta el país que quiere incluye mejores servicios sociales, más democracia, más justicia social…
El reto para la izquierda es saber conectar el cambio nacional con los cambios sociales que lo podrían, y deberían, acompañar. Es decir, que la independencia no debería ser un simple cambio de bandera sobre un sistema inmutable, sino un proceso constituyente en toda regla; una oportunidad para construir un país realmente nuevo.
Romper con el régimen del 78
Hace bastantes años que se habla de una nueva transición, o mejor, de un proceso constituyente, tanto en Catalunya como en el resto el Estado español.
El problema es que está en vía muerta. Hubo algunos intentos de IU de reinventarse como algo nuevo. Luego irrumpió el movimiento 15M con mucha promesa, pero en general no se logró convertir el entusiasmo en un motor de cambio real. (Es otro debate, pero se podría decir brevemente que la clave del breve éxito de Tahrir en Egipto en 2011 —contagiar el espíritu de las plazas a la clase trabajadora, provocando una ola de huelgas y la caída del dictador— casi ni se planteó en el movimiento 15M). Como sabemos, los y las impulsoras de Podemos se presentaron como herederas del 15M, pero su “asalto a los cielos” electoral tampoco da muestras de cambio real.
En contraste, con todas sus contradicciones, el movimiento en Catalunya por el derecho a decidir, y en principio por la independencia, tiene el potencial de romper el Estado español en lo que es ahora mismo su eslabón más débil.
Para la izquierda radical en Catalunya, esto exige mucha inteligencia política. Debe saber conectar con este deseo de independencia sin dejarse chantajear por las exigencias de “lealtad” y “unidad” por parte de la derecha neoliberal catalanista. A pesar de las críticas que se le podrían hacer, en general la CUP cumple esta función bastante bien. En cambio, el espacio de los Comunes dice priorizar la cuestión social por encima de la nacional, pero en la práctica aboga por obedecer las leyes y la Constitución españolas. Y tengamos claro que si ambas prohíben el cambio nacional, lo harían aún más ante un cambio social.
Por otro lado, la izquierda española tiene una gran responsabilidad. Debe abandonar su neutralidad —u hostilidad— y defender abiertamente el cambio.
Si Catalunya logra su independencia y empieza a construir un nuevo país, con nuevas propuestas —hay, por ejemplo, un consenso bastante amplio en Catalunya en contra de tener un ejército— abrirá el camino para lo que quede del Estado español.
Por tanto, la izquierda española no debe recibir las demandas de independencia con recelos o sospechas. Al contrario, cada persona de izquierdas o de los movimientos sociales del conjunto del Estado debe ser un activo a favor del derecho a decidir de Catalunya, y contra todas las medidas represivas que ya están en marcha y que irán en aumento.
Si nuestros enemigos logran ahogar esta demanda democrática de Catalunya, tendrán más fuerzas para reprimir todas las otras demandas democráticas y sociales que existen en cualquier territorio. En cambio, la victoria de Catalunya, frente a todo lo rancio del Estado español, sería una victoria para el progreso en Madrid, Sevilla, Zaragoza…
David Karvala, militante de Marx21.net

martes, 4 de julio de 2017

Solidaridad con el movimiento en el Rif y en Marruecos




Desde hace más de un año y medio la gente en la región del Rif y el resto de Marruecos está saliendo a las calles. Están demandando un fin ala humillación (“hogra”) que sufren de manos dela policía y de los oficiales del Estado, inversiones en servicios públicos y trabajo.

El movimiento empezó con el brutal asesinato policial del pescadero Mohcine Fikri en Alhucema. Alhucema es parte de la región del Rif, en el norte del país -una parte de Marruecos política, económica y culturalmente marginalizada-. La región tiene una rica historia de resistencia, tanto contra el colonialismo como contra el régimen marroquí. Las demandas del pueblo Amazigh que vive en la región han sido adoptadas por gente en todo el país.

Las protestas han aumentado en las últimas semanas, y se han ido fortaleciendo por reacción a la represión. Después de años de silencio, la gente sale a las calles en grandes cifras. Las mujeres cogen un papel de líderes en las protestas. El domingo pasado centenas de miles se manifestaron en la capital marroquí, Rabat.

Hace dos semanas el estado intensificó la represión, mandando a prisión al líder del movimiento, Nasser Zafzafi, y a otros. Más de cien activistas están ahora en prisión, enfrentándose a torturas y casos legales fabricados. El régimen está difundiendo mentiras a través de los medios de comunicación y de las mezquitas, sobre el “secesionismo” del movimiento. Estas mentiras circulan también entre la diáspora marroquí en Europa. Pero, por ahora, la represión y la calumnia lo que han conseguido es más gente en las calles y nuevas personas erigiéndose como portavoces.

El movimiento ha aprendido del movimiento del 20 de febrero, que surgió durante la primavera árabe pero se enfrentó con una represión masiva. El movimiento sigue disciplinado, reitera que su naturaleza es no violenta y no da espacio a provocadores. 

Los líderes de los estados de la región tienen miedo de que este movimiento pueda volver a despertar el espíritu militante de las masas, y tienen razón.

Los poderes occidentales en general, y la Unión Europea en particular, han estado siempre muy cerca del rey marroquí, con iniciativas que van desde el programa de extradiciones extraordinarias para torturas hasta los tratados de la Unión Europea que dejan los mares de Marruecos sin peces. Mostramos nuestra plena solidaridad con el pueblo del Rif y de Marruecos y con sus reivindicaciones legítimas: la liberación de todos los presos políticos, inversión en servicios públicos y fin de la militarización del Rif. ¡Todo el poder al pueblo!

Comunicado de la Corriente Socialismo Internacional
14 de junio de 2017

domingo, 2 de julio de 2017

Breve historia de una #HuelgaPDI en la Universidad de Sevilla


Parte del Personal Docente e Investigador (PDI) de la Universidad de Sevilla (US) fue a la huelga entre el lunes 22 y el viernes 26 de mayo. Desde los años ochenta no había habido una huelga convocada por el profesorado de la US. En aquellos años, se consiguieron muchos derechos y libertades que ahora se disfrutan. Por ejemplo, el alumnado consiguió el derecho a parar las clases cuando convoca asambleas, se conquistaron estatutos con una calidad democrática avanzando respecto a la corrupción franquista, el personal de administración y servicios (PAS) se movilizó por mejores convenios colectivos, y el profesorado consiguió un acuerdo de estabilidad laboral para gran parte de la plantilla (el profesorado no numerario tras una huelga de 40 días consiguió promocionar a personal funcionario). Desde entonces, la US había visto huelgas estudiantiles de uno o varios días, fuertes luchas de toda la comunidad universitaria contra reformas anti-sociales como la Ley Orgánica de Universidades (LOU) del PPsoE y cierres totales de un día durante huelgas generales, pero ninguna huelga convocada directamente desde el profesorado.
Desde que estallara la crisis económica de 2008, reconocida finalmente por el gobierno de Zapatero en 2010, la Universidad Pública y su comunidad universitaria han sido diana de innumerables ataques privatizadores y precarizadores, con el objetivo de fondo de hacer de la Educación Superior un negocio para unos pocos. Estos recortes venían de antes, reflejados por ejemplo en la LOU de 2001, pero se acentuaron con la crisis como excusa, conllevando, entre otras cosas, el encarecimiento de las tasas de ingreso, recortes en becas, plantilla y salarios, una pérdida brutal de poder adquisitivo de la plantillae inestabilidad laboral de los colectivos más precarios del profesorado. Entre este profesorado precarizado se encuentra el PDI ayudante doctor y contratado doctor interino, unos 250 trabajadores y trabajadoras de una plantilla de más de 7000 personas en la US (sumando PAS y PDI).
Los recortes fueron acumulándose sobre las espaldas del profesorado de la US año tras año y, al mismo tiempo, ese profesorado fue auto-organizándose en asambleas autónomas de base de diferentes colectivos de PDI; asambleas impulsadas en un principio porla sección sindical del Sindicato Andaluz de Trabajadores/as (SAT). Esas asambleas de base se coordinan desde el Comité de Empresa (CdE) y la Junta de Personal del PDI, y se encuentran en la asamblea general de todo el PDI.Además, el SAT consiguió la presidencia del CdE al ganar las elecciones sindicales entre el PDI laboral (empleados públicos no funcionarios), apoyado especialmente en el profesorado más precario en el que centró sus reivindicaciones de mejora, lanzando continuamente el mensaje de que la lucha colectiva sirve para conseguir avances sociales.
La acumulación de recortes llevó al PDI ayudante doctor y contratado doctor interino a una posición ofensiva cuando vio que cada vez más compañeros y compañeras estaban en riesgo de despido tras trabajar en la US durante lustros. Entonces, este colectivo de PDI pasó de responder de formar defensiva a los recortes a una ofensiva (“la mejor defensa es un buen ataque”) exigiendo un nuevo derecho laboral: que el paso de ayudante doctor a contratado doctor se articule como promoción interna mediante adaptación tras acreditarse (#PromociónVíaAcreditación) y no mediante un concurso-oposición como había hasta 2012, cuando los recortes paralizaron las posibilidades de promoción y estabilidad. Con este objetivo principal, al que sumaron una reivindicación general que afecta a todo el PDI como es la retirada de los nuevos criterios insalvables de acreditación de la ANECA para profesorado funcionario, la asamblea de ayudantes doctores y contratados doctores interinos solicitó al CdE la convocatoria de una huelga de dos semanas.

Respondiendo a esta petición de la asamblea, el CdE convocó la #HuelgaPDI de forma unánime, aunque impulsado por el SAT. Una huelga activa en las calles y los campus que se desarrolló durante 5 días, desde el 22 al 26 de mayo. La #HuelgaPDI empezó, cada día, con una asamblea a primera hora de la mañana en la que el colectivo de PDI en lucha se reunía para hacer balance, decidir y coordinar las movilizaciones del día. Entre estas movilizaciones hubo reparto de información a la comunidad universitaria, envío de artículos a la prensa, campañas en redes sociales, concentraciones, caceroladas, intervenciones reivindicativas en actos oficiales de la US y una gran manifestación de más de mil personas. La #HuelgaPDI mostró, una vez más, la solidaridad de la comunidad universitaria y la gente trabajadora de Sevilla -incluida una representación de los estibadores en huelga- que apoyaron a un colectivo de trabajadores luchando por un servicio público como la Universidad y contra la precariedad laboral.
La #HuelgaPDI se desconvocó en asamblea tras el compromiso del Rector de la US de defender la #PromociónVíaAcreditación en la Mesa Sectorial del PDI de Andalucía. Pero la huelga consiguió  mucho más que lo firmado por el Rector: demostró que un colectivo de trabajadores bien organizados desde abajo y con ganas de luchar puede desbordar el poder institucional y las burocracias sindicales, impulsó una red de movilización del PDI precario en las universidades andaluzas (con huelgas también en las universidades de Málaga y Jaén, y movilizaciones en Córdoba, Granada y Cádiz), estableció contacto con profesorado en lucha en universidades catalanas, animó a otros colectivos precarios del profesorado (como el PDI asociado) a reactivar sus asambleas de base, fortaleció la coordinación con el movimiento estudiantil, etc.
Tras el rector de la US, casi todos los rectores andaluces firmaron el acuerdo de defender la #PromociónVíaAcreditación y, como se temía, en cuanto se retomaron las negociaciones en la Mesa a nivel andaluz se demostró que la palabra de los rectores no valía nada: le habían mentido con su firma al PDI en lucha, a la comunidad universitaria y a la sociedad. Los rectores seguían oponiéndose a lo que habían firmado, a la estabilidaddel PDI precario apoyada por el parlamento Andaluz, varios ayuntamientos y la comunidad universitaria. Los Rectores, y el Gobierno Andaluz (sentado también en la Mesa Andaluza), mostraban con este incumplimiento que tenían miedo a que la lucha de ayudantes doctores y contratados doctores interinos demostrase que la movilización colectiva sirve porque se sustentan en un sistema precario y corrupto que puede desmoronarse bajo sus pies. Esto hace que la #HuelgaPDI y sus movilizaciones sea más dura pero también más importante.
La movilización continúa en el momento de escribir este artículo, y con ella el aprendizaje individual y colectivo. Hagamos de nuestra Universidad, y nuestra sociedad, espacios democráticos libres de precariedad, mafias y corrupción.
Jesús M. Castillo

Delegado sindical del SAT y profesor deEcología en la Universidad de Sevilla
Los estibadores mostraron su solidaridad con la huelga de PDI de la Universidad de Sevilla acudiendo a una de sus movilizaciones

sábado, 1 de julio de 2017

LA CRISIS MÚLTIPLE DEL RÉGIMEN SIGUE ¡CONTINUEMOS LA RESISTENCIA!

Marchas de la Dignidad
En las últimas semanas han ocurrido varios acontecimientos que por su relevancia merecen ser comentados y analizados. Por orden cronológico, el primero de ellos es el de las Marchas de la Dignidad, que llenaron las calles de Madrid el pasado 27 de mayo bajo el lema de “Pan, Trabajo, Techo e Igualdad”.

La convocatoria reunió a unas cien mil personas, cifra que consideramos un éxito, sobre todo teniendo en cuenta, por una parte, el ciclo actual de movilizaciones y, por otra, la casi nula importancia que le dio Podemos, hasta llegar al nivel de casi boicotearla, convocando justo siete días antes su acto partidista de apoyo a la moción de censura. Afortunadamente, las Marchas llevaron a Madrid al triple de personas que la concentración de Podemos. Decimos afortunadamente no porque nos parezca mal la presentación en el Parlamento de la moción de censura, sino porque es la movilización social y la lucha la que tiene que marcar la actividad parlamentaria y no al revés;es Podemos quien se tiene que poner al servicio de la calle y no usar ésta con fines partidistas.
Además, comprobamos que, al contrario de lo que piensa parte de la izquierda reformista, las Marchas de la Dignidad siguen siendo el espacio unitario idóneo y más útil para impulsar y unir las luchas.
Ahora bien, también pensamos que, para que su actividad continúe con éxito, la reivindicación general “Pan, Trabajo, Techo y Dignidad” debe concretarse en algo más palpable, por decirlo así, y encaminar todos los esfuerzos a conseguir dicha reivindicación. Algunos ejemplos que proponemos son: derogación de las dos últimas reformas laborales, derogación de la ley mordaza, modificación del actual artículo 135 de la Constitución dejándolo como estaba originariamente, etc. Consideramos que ésta es la mejor forma que hay para evitar la dispersión y disgregación a las que puede llevar, transcurridos más de tres años desde el nacimiento de las Marchas de la Dignidad, la falta de concreción del eslogan general.


Moción de censura
Como era previsible, Unidos Podemos (UP) perdió la moción de censura. Votaron a favor de ella, además de UP, ERC, Bildu y Compromís (82 síes en total). En contra el PP, Ciudadanos y Coalición Canaria (170 noes). Se abstuvieron PSOE, PNV y PDeCAT (97 votos).
Pero lo fundamental no es el resultado, que estaba cantado de antemano, sino que sitúa a Unidos Podemos (era su principal objetivo) como única fuerza política con peso parlamentario opositora al PP. Además, también ha servido para retratar (una vez más) al PSOE. La contrapartida de la moción es que pone de manifiesto la debilidad parlamentaria de Unidos Podemos.
Más allá de los análisis sobre la utilidad o inutilidad de la moción y sobre si UP sale reforzado o debilitado, uno de los aspectos más reseñables de la misma, al menos de lo ocurrido en las sesiones del Congreso de los días 13 y 14 de junio, es la repugnante chulería machista que mostró el portavoz del PP, Rafael Hernando. Que este tipo haya llegado a ese puesto es un indicativo del nivel tan paupérrimo al que ha llegado la democracia burguesa del estado español.
Primarias del PSOE
Las primarias del PSOE han dado como ganador a Pedro Sánchez, quien se ha impuesto a Patxi López, puesto por el aparato para restarle votos al primero, y a Susana Díaz, la candidata apoyada por el aparato y los medios masivos de comunicación, especialmente por el grupo PRISA, pero también por Atresmedia y por diarios como La Razón. De la victoria de Pedro Sánchez se puede deducir que la mayoría de la militancia del PSOE era favorable a votar en contra de la investidura de Mariano Rajoy.

La cuestión es: ¿puede esperarse algo bueno de este “nuevo” Partido Socialista? La respuesta a esta pregunta no se ha hecho esperar: permite que siga gobernando Rajoy, defiende de forma férrea la unidad del estado español, etc. No, este PSOE es el mismo de antes, pero con apariencia de renovación. Sabemos que seguirá defendiendo los intereses de los capitalistas por mucho que en su reciente congreso hayan puesto en la pared del escenario con letras gigantes “Somos la izquierda” y lo acaben cantando La Internacional. Esa simbología izquierdista que ahora quieren hacer más explícita no oculta los hechos. Este “nuevo” PSOE es el mismo que hace unos pocos días envió a la policía local al Ayuntamiento de Sevilla para echar a golpes a trabajadores en lucha y concejalas de Participa Sevilla e IU que estaban encerrados en un acto de protesta. Una y otra vez los hechos desvelan qué tipo de organización política es: enemiga de la clase trabajadora, la pata izquierda del régimen contra la que también hay que luchar.
Proceso independentista en Catalunya
Ya sabemos la fecha prevista para el referéndum catalán. Será el 1 de octubre, con la siguiente pregunta: ¿Quiere que Cataluña sea un Estado independiente en forma de república?
Nuestra posición está clara: apoyamos la celebración del referéndum y el sí como respuesta a la pregunta. Consideramos que es una gran oportunidad de ruptura del régimen salido del 78, y en ese sentido es una lucha que hacemos nuestra también. Además, y contrariamente a los análisis que indican que el proceso independentista está liderado por los representantes de la alta burguesía catalana, éste es un movimiento popular que tiene carácter transversal y ha sido impulsado desde abajo. En realidad, para el PdCAT (la derecha de JxS) la independencia de Catalunya no es un objetivo central, pero la está defendiendo presionada por la movilización del pueblo catalán.
Por otra parte, lamentamos profundamente la posición que ha adoptado en este asunto la dirección estatal de Podemos, quien ni siquiera defiende la celebración del referéndum del 1 de octubre, dando como motivo que ha sido una decisión unilateral del gobierno catalán sin el apoyo del gobierno central. En realidad, Podemos pide un imposible: que haya un referéndum acordado con el gobierno central. Esta postura lo encuadra, de facto, con el nacionalismo españolista que representan el PP, PSOE y Ciudadanos, si bien con un discurso que no es beligerante contra el independentismo catalán. Su decisión peca de una gran cobardía política y nos hace dudar de que realmente crean en el derecho de autodeterminación de los pueblos. Por último, damos la bienvenida a la decisión que ha adoptado Anticapitalistas, que en este asunto se ha desmarcado de la línea oficial de Podemos y defiende explícitamente la celebración del referéndum.
Lucha de las estibadoras y estibadores y victoria de l@strabajador@s de Cuétara
No podemos pasar por alto una lucha que está siendo un ejemplo para toda la clase trabajadora: la lucha de los estibadores.
Una vez aprobado el decreto hace poco más de un mes, las movilizaciones continúan en defensa de sus derechos laborales. Su reivindicación principal es la subrogación del 100% de los estibadores y estibadoras, es decir, que se les garantice el empleo con las mismas condiciones laborales de antes de la aprobación del decreto. Desde aquí los animamos a no quedarse sólo ahí y a que defiendan también esas mismas condiciones laborales para los futuros trabajadores de la estiba, no sólo para los actuales. Y como dicen sus pancartas, “Estibadores, ¡ni un paso atrás!”.

Por último, no queremos cerrar este artículo sin destacar cómo, una vez más, la lucha termina con la victoria de las trabajadoras y trabajadores. 420 personas empleadas de Cuétara se han estado movilizando durante más dos años después de que su convenio colectivo caducase y la empresa intentase aprovechar la ocasión para empeorar sus condiciones laborales. Cuétara se negaba a aplicar subidas salariales por encima del 1% anual. Lo que est@strabajador@s han conseguido con su valiente y entregada lucha ha sido una subida salarial del 7,5% en los próximos 5 años, disminuyendo en 1 día su jornada laboral anual, además de un aumento de los pluses que reciben por nocturnidad. Y no queda ahí la cosa: le han arrancado a la empresa un compromiso de reducir el personal procedente de empresas de trabajo temporal, crear 35 puestos fijos y diseñar turnos de trabajo voluntario con retribuciones para los periodos de más actividad.
Alejandro García