Los bolcheviques
enseñan qué significa ´frente único´
El 27 de
agosto de 1917 el general en jefe del ejército ruso Kornilov decide dar un
golpe de estado para así terminar con los bolcheviques y el gobierno
provisional, constituido después de derrocar al Zar Nicolás II en febrero del
mismo año. Para ello entregó Riga sin disparar un tiro al ejército alemán, en
plena Primera Guerra Mundial, y se lanzó a la conquista de Sampeterburgo. Con
él y su ejército de cosacos iban las esperanzas de todos los capitalistas,
tanto rusos como extranjeros, en los dos bandos de la Primera Guerra Mundial. Su
objetivo era parar los avances de la revolución de febrero e instalar una
dictadura militar.
Rusia participó desde el
principio (1914) en la Primera Guerra Mundial, declarando la guerra a los
Imperios Centrales (Alemania e Imperio Austriaco), aliándose con la Entente
(Reino Unido y Francia) lo que llevó a la ruina definitiva al país. La Revolución
Rusa de febrero de 1917 acabó con la monarquía, pero no con la guerra. Aleksandr
Kerenski, socialdemócrata, se alzó presidente de una Rusia republicana con un
gobierno provisional, pequeño burgués, enfrentado a lxs bolcheviques, que crecían
en poder en todas las ciudades rusas.
El gobierno de Kerenski comenzó a
organizar la democracia burguesa y, frente a la idea de los bolcheviques de
acabarla, mantuvo la guerra, cosechando derrotas y más derrotas. Esto hizo que
el gobierno provisional nombrara a Kornilov como jefe del ejército. Con ello quería
acallar así a la ultraderecha rusa que, por boca del general, exigía medidas
conservadoras para Rusia. Cincuenta y siete años más tarde el presidente chileno
Allende llegó al mismo pensamiento que el presidente ruso Kerenski, es decir,
creía que si tenía a mano a lo más reaccionario del ejército este no lo
traicionaría. No comprendió que el ejército es la mano armada de la contrarrevolución.
Kornilov y
Kerensky se necesitaban el uno al otro y cada uno estaba tratando de usar al
otro para su beneficio. El general representaba a la más rancia clase
nobiliaria y a los grandes financieros, tanto rusos como internacionales, y
Kerensky representaba a la mediana y pequeña empresa que esperaba que los
militares les libraran de los bolcheviques para hacer de Rusia una nación burguesa
más. Es más, Francia y Reino Unido ya habían hecho pública su amistad con
Kornilov. Hasta Alemania veía con buenos ojos el plan del general, pues suponía
cortar de raíz la amenaza revolucionaria. Habían recibido Riga sin disparar un
solo tiro y esperaban que el general terminara con la revolución que ya estaba
llegando a sus puertas.
El mismo día que
Kornilov dio el golpe de estado, dirigiéndose a la capital rusa, Kerensky mandó
un comunicado donde le retiraba el poder al general, porque este se quitaba la
careta y exigió todo el poder civil para crear una dictadura militar, y comenzó
la guerra civil en Rusia.
Lenin reaccionó
frente a un sector del partido bolchevique que defendía al gobierno de
Kerensky, en el sentido de que entendía que había que defender al estado ruso
frente a la extrema derecha, es decir, frente al ataque de Kornilov. Lenin sin
embargo pensaba que había que cambiar de táctica y luchar contra Kornilov, pero
sin defender la gestión ni el cargo de Kerensky ni de su gobierno. Los
bolcheviques, según Lenin, tenían el deber de hacer la revolución en todos los
casos y la lucha por la patria, que proponía Kerensky, iba en contra del proceso
revolucionario porque los obreros debían luchar por el socialismo, es decir,
por el poder obrero frente al estado.
Los bolcheviques sacaron los
siguientes puntos para dejar claro que la lucha entre Kerensky y Kornilov, era
contrarevolucionaria: eliminación de todos los generales contrarevolucionarios
y su sustitución por las elecciones llevadas a cabo por los soldados
revolucionarios, transferencia inmediata de tierras a los campesinos organizados
en comités de propietarios, control democrático de las fábricas, plantas de
producción y bancos e introducción de ocho horas al día de trabajo por ley, abolición
inmediata de todos los tratados secretos, proclamar la oferta de paz y, lo más
importante, la transferencia de todo el poder a los obreros, campesinos y
soldados revolucionarios.
Al unirse
los bolcheviques a la lucha contra Kornilov pronto se demostró que tenían el
control de las operaciones militares ya que, gracias al Comité Militar Revolucionario,
movilizaron a toda la masa revolucionaria en torno a una idea, la defensa de la
capital rusa, para que el general contrarevolucionario no llegara. Las claves
fueron dar armamento a lxs obrerxs revolucionarixs, la democracia desde abajo y
el poder de los bolcheviques que, aunque eran pocos, daban ejemplo de lucha en
primera línea; en la capital consiguieron sacar de las fábricas a la Guardia
Roja cuarenta mil revolucionarios armados y dispuesto a luchar.
En el resto de Rusia el avance de
los contrarevolucionarios fue lento porque en todas las ciudades, fábricas y
cuarteles los sóviets se pusieron al servicio de los bolcheviques. Uno de los
mejores ejemplos de ello fue lo sucedido en los ferrocarriles, donde los trenes
o no funcionaban o llegaban tarde gracias a los boicots obreros. Con esto se
demostraba que la que estaba en verdad luchando contra Kornilov era la clase
obrera empoderada, mandada por los bolcheviques.
El golpe fracasó
después de cuatro días. Trostky escribió: “El golpe fracasó después de cuatro
días, la insurrección había revertido, se derrumbó en pedazos, aspirado por la
tierra”.
El hecho
histórico de que la clase obrera rusa, consciente y armada, derrotara a todo un
ejército profesional y contrarevolucionario, nos da idea del poder de nuestra
clase social y nos hace ver los fallos de otros momentos casi idénticos para
identificar nuestro camino, no para culpar, si no para clarificar la lucha del
mañana. Allende no comprendió que, frente al ejército chileno, tenía como
aliado a la clase obrera chilena, que se había organizado e iba a luchar no por
la democracia sino por sus derechos como clase, motor principal para conseguir
cualquier revolución que se llame socialista.
La lucha contra
el golpe de estado de Kornilov terminó siendo la puntilla que abrió las puertas
a la victoria de lxs bolcheviques porque, una vez que la clase obrera cogió las
armas y vio que tenían el poder político en sus centros de trabajo, ya no lo
quisieron soltar, a pesar de las ordenes de los ministros de defensa de
disolver los cuerpos revolucionarios.
El poder de los
soviets era ya en septiembre totalmente real, siendo el gobierno provisional de
Kerensky el que intentaba ser contrapoder; solo hacía falta el
último golpe para que triunfara la revolución socialista que defendían Lenin,
Trotsky y el resto de bolcheviques. Lenin dijo tras derrotar al general golpista,
el 18 de agosto, “Estaremos con el gobierno y con los mencheviques” pero, tras
la negativa de estos a tratar con los bolcheviques, una semana más tarde, Lenin
escribió “los socialistas revolucionarios y mencheviques habían rechazado
nuestra oferta de un compromiso”.
Octubre cada día estaba más
cerca…
Juan Antonio Gilabert
No hay comentarios:
Publicar un comentario