lunes, 14 de diciembre de 2015

Voto crítico a Podemos, sigamos en la lucha el 21D

Voto crítico a Podemos, sigamos en la lucha el 21D







El 20D es un día crítico. Después de cuatro años en el gobierno, cuatro años haciendo que los trabajadores y trabajadoras paguemos la crisis, es posible mandar Mariano Rajoy a su casa. Rajoy y su gobierno tienen que pagar por nuestros desempleados y desempleadas, por nuestros familiares y amigos que se vieron forzados a salir al extranjero, por nuestras mujeres asesinadas, por nuestras compañeras que vieron su salario y sus condiciones de trabajo empeorar en estos cuatro años, por los inmigrantes asesinados por la guardia civil y por las fronteras cerradas. Tienen que pagar por los que se quedaron en el camino: quienes murieron esperando una vacuna, por la pérdida de ayudas a su dependencia, por los que se quitaron la vida al verse echados a la calle por los desahucios. Tienen que pagar por sus mentiras, por sus amigos -los banqueros- que se han aprovechado de esta crisis, por sus Bárcenas y sus Urdangarín. Por la represión de la Ley Mordaza y por las campañas de miedo y división, ¿quién se acuerda de Gallardón?


Por todo esto, mucha gente trabajadora busca la mejor manera de castigar al PP. Pero es un error muy grave pensar que el PSOE puede ser una alternativa. Pedro Sánchez puede haber cambiado la imagen del partido, pero sigue expresando la misma lógica y los mismos intereses. Sánchez repite las mismas mentiras que decía Rajoy hace cuatro años, que la crisis se acaba y lo único que tenemos que hacer es seguir en el mismo camino: salvando a los bancos, apoyando a los capitalistas, obedeciendo los dictados de las normas de la UE. Su argumento es que él puede hacerlo mejor que Rajoy. La similitud de las políticas de PSOE y PP no se queda sólo a nivel general. Ya estamos viendo cómo ambos se preparan para entrar en un pacto post-electoral con el que van imponer las mismas medidas de austeridad, esta vez no como polos opuestos sino como aliados. Los primeros pasos peligrosos en este camino los vimos en Cataluña con la formación del bloque que quiere parar el proceso de independencia. Después, en una versión más sucia, con el pacto antiyihadista. Los dos partidos se comprometen a arrastrarnos hacia una nueva guerra en Siria, que conlleva más intervención española en África y más ataques islamófobos y racistas contra los inmigrantes.


La continuación en el gobierno de partidos que apoyan la austeridad sin reservas, que tienen una posición militarista, que están al servicio de los lobbys de la energía, que han modificado la Constitución contra los derechos de los ciudadanos y han aplicado recortes sociales, que han hecho leyes represivas, que son financiados por los bancos que condonan sus deudas y han hecho reformas laborales para que la crisis la paguen los trabajadores, es profundizar en la desastrosa situación actual. Tenemos que asegurarnos de que estos dos partidos sigan en la senda del debilitamiento que vimos en las últimas europeas y en las elecciones autonómicas y municipales.


Es evidente -para muchas personas en gran parte gracias al movimiento 15M y todo su impacto- la responsabilidad de PP y PSOE en esta situación pero Ciudadanos de Albert Rivera no debe engañar a nadie. No es alternativa al “bipartidismo”. Es carne de la carne del PP, una derecha enmascarada. Participa de las mismas políticas, y en algunos campos con más agresividad, aunque las disfrace de modernidad. Rivera quiere expulsar a los inmigrantes de la sanidad pública, y éste es el primer paso para terminar dejándonos a todos y todas sin ella. Quiere subir el IVA y bajar los impuestos que pagan los ricos. Dice claramente que está dispuesto a entrar en cualquier gobierno (en nombre de la estabilidad del país), sirviendo así de comodín para salvar, no para derribar, a los dos partidos tradicionales.


El voto a la izquierda es la única opción con la que se pueden expresar en la urnas no sólo nuestra rabia sino también nuestra experiencia de lucha de estos años. En estos dos años dimos muchos pasos adelante; de las huelgas generales de 2012 hasta las mareas, las grandes marchas de la dignidad, el movimiento contra los desahucios, el movimiento estudiantil, pero también luchas en los centros de trabajo que se convirtieron en símbolo para toda la clase trabajadora: de Coca-Cola a Panrico, de la huelga de las escaleras en Movistar hasta luchas que no llegaron a las portadas de los periódicos sin ser menos importantes: para nosotros en Andalucía, huelgas como la de Extruperfil o la de Atento han sido ejemplares.


Toda esta experiencia acumulada, tanto la de fracaso del sistema, como la de resistencia de la clase trabajadora, se podrían expresar en estas elecciones. Si Podemos no lo ha conseguido, no es culpa de la gente, sino de su propio liderazgo. Del “asalto al cielo”, la dirección de Podemos pasó a la “centralidad del tablero”; de denunciar a la “casta” llegó a plantear un gobierno común con PSOE; y del “no pagar la deuda” llegó a aceptar los “márgenes” del sistema, asumiendo como indiscutibles la UE, el euro y la OTAN.


No ha habido un retroceso en la conciencia de la gente desde hace un año, cuando las encuestas apuntaban a Podemos como primera fuerza política. Lo que ha cambiado es el discurso de Pablo Iglesias. Pero debemos ir más allá. El cambio de discurso no es resultado de ninguna “traición”. La deriva de Podemos que deja a mucha gente desilusionada es resultado de la lógica que tenía Podemos desde el primer momento, una lógica que tradicionalmente se llama reformismo. Se trata de la falsa ilusión de que las cosas se pueden cambiar desde el gobierno, utilizando el estado capitalista a nuestro favor.


Los mensajes que nos han llegado el último año desde Grecia lo evidencian claramente. Incluso un gobierno de izquierdas es incapaz de cambiar lo más mínimo, si acepta los “márgenes” que imponen la Troika, los banqueros, y los ricos. La crisis del capitalismo es tan profunda que no deja espacio alguno ni siquiera para medidas limitadas como las que tomaron los gobiernos socialdemócratas en los ´80. Ahora Tsipras es quien aplica el programa de austeridad que no han podido implementar gobiernos de derecha y de la socialdemocracia antes que él.


Estamos viviendo la crisis más profunda desde los años ´30. Para enfrentar esta crisis, hace falta política de ruptura con este sistema. Esto significa no pagar la deuda, nacionalización de las grandes empresas y los sectores estratégicos de la economía. Significa que la tierra y la riqueza pase a las manos de quienes trabajan. Significa por tanto control de los propios trabajadores y trabajadoras para decidir democráticamente dónde y para qué queremos trabajar e invertir, y no dejar nuestras esperanzas de “recuperación” en manos de un sistema loco que nos conduce a más pobreza, guerra, racismo y cambio climático.


No obstante, concluir por esta evidencia que no hay que participar del juego electoral o, en caso de hacerlo, que hay que votar en blanco, porque ningún partido cubre todas las expectativas, supone también una valoración errónea del papel de las elecciones. La situación tras estas generales no será la misma cualquiera que sea su resultado. Eso sí, vamos a las urnas pensando en el día siguiente. Pase lo que pase, el gobierno que saldrá de estas elecciones será un gobierno de austeridad que necesitará un programa de recortes aún más duro. Sea la que sea la combinación entre PP, Ciudadanos, PSOE -o quién sabe qué otros apoyos-, lo importante es con qué resistencia se van a encontrar.


La presencia de una izquierda fuerte en el parlamento, sean las que sean sus limitaciones, será una ayuda a esta resistencia. Mucha gente que ha luchado en estos cuatro años votará a Podemos o a Izquierda Unida. Como Colectivo Acción Anticapitalista somos parte de los trabajadores y trabajadoras que irán a las urnas para votar a la izquierda y nos sentimos unidos a todos ellos porque compartimos reivindicaciones y objetivos. Por nuestra parte, proponemos utilizar la papeleta de Podemos, que es la que en este momento concentra la mayoría de la esperanzas de la gente de la lucha. No la utilizaremos como apoyo al aparato de Podemos, sino por toda la gente que ha trabajado desde la base con ilusión en este proyecto, poniendo todo su esfuerzo en una alternativa con la que plantarle cara a las políticas neoliberales de PP, PSOE y Ciudadanos, y porque un mal resultado de Podemos dejaría el campo libre a la derecha, suponiendo una losa aún mayor sobre la clase trabajadora. Somos conscientes de que Podemos recogió en sus principios el espíritu del 15M y transformó la política del bipartidismo, más que por el rápido crecimiento de sus expectativas electorales por un programa con propuestas rupturistas y por la gran movilización y participación de sus bases, y de que en poco tiempo su evolución lo ha transformado en un partido reformista socialdemócrata donde se practica el culto a la personalidad del líder, lo que ha propiciado una falta de democracia interna, el crecimiento de un aparato seleccionado en base a su fidelidad y la salida de muchos activistas críticos, a la vez que se moderaba el programa. Pero no es cuestión de si Podemos es mejor o peor que Izquierda Unida. Ambos partidos, como partidos reformistas, se adecuan a la lógica del sistema capitalista y por lo tanto presentan grandes limitaciones de cara a la defensa de los intereses de la clase trabajadora. Porque si Podemos nos ha desilusionado con su cambio de discurso, Izquierda Unida, con la actuación de la burocracia de sus aparatos, nos ha desilusionado con sus hechos: la actuación de IU en cajas de ahorros; la participación en los recortes apoyando a Susana Díaz; su papel en Extremadura; las guerras internas con cuadros enfrentados más por los sillones que por razones políticas; su complicidad con la dirección de CCOO, más preocupada de pactar que de la lucha sindical, sin apostar por organizar las huelgas generales que tanto necesitamos, o la falta de transparencia en procesos como las primarias de Unidad Popular en Sevilla restan credibilidad a IU, a pesar del buen candidato que es Alberto Garzón y de la solidaridad que despierta su apuesta por la confluencia y su marginación de los medios de comunicación.


Por todo lo expuesto anteriormente, creemos en la importancia de votar en estas elecciones pero no tenemos ninguna expectativa de que el voto en sí puede cambiar lo que necesitamos cambiar. No confiamos ni en Podemos ni en nadie.  Votar con la ilusión de que sólo con el voto combatimos todas las injusticias de la sociedad es de ilusos. Tras las elecciones solo hay una cosa segura sea cual sea el resultado: el control de nuestra economía lo seguirá teniendo la Troika y seguirán siendo necesarias, gane quien gane, las luchas en las calles. Y por ello la izquierda -todo tipo de izquierda- se va a medir no por lo que dice, ni por lo que escribe en sus programas. Ya tenemos la experiencia de décadas de programas de todos los partidos, incluido IU, repletos de medidas que se olvidan muy rápido después de las elecciones. La izquierda se mide y se va a medir en base al esfuerzo que hace antes y que haga después de las elecciones para organizar en los centros de trabajo, para apoyar las resistencias en las calles y en los barrios, en los movimientos contra la austeridad, contra la guerra y contra el racismo, movimientos  que necesitaremos mas aún en lo que tenemos por delante. Y hasta ahora han dejado claro con su forma de actuar que no están por la labor de luchar por construir estos movimientos.


Por ello, al mismo tiempo que en estas elecciones escogeremos la papeleta de Podemos, como la mejor manera de debilitar a los partidos de la austeridad, construimos la alternativa real. El Colectivo Acción Anticapitalista participa en la iniciativa “No hay tiempo que perder” que, después de un buen comienzo en Málaga, continuará sus pasos con un nuevo encuentro en Madrid a principios del próximo año. Necesitamos urgentemente una izquierda que no funcione en base a votos y encuestas, sino en base a las necesidades y las posibilidades que conlleva la movilización popular. Una izquierda que diga claramente que no hay alternativas parlamentarias, que el único camino es la revolución. Únete con nosotros en esta lucha.
Colectivo Acción Anticapitalista

Por una salida anticapitalista a la crisis.

La crisis continúa. Por una salida anticapitalista.
La situación económica y política en el Estado español




1.- CRISIS ECONÓMICA. Sin semilla no hay “brotes verdes”

La crisis capitalista global tiene en el Estado español características específicas que la hacen más profunda. Desde el gobierno se insiste en que ha sido superada, pero el crecimiento actual es coyuntural, por la bajada del precio del petróleo y el aumento del turismo. Para analizar la situación debemos tener en cuenta, entre otros aspectos, la situación de fondo anterior a la crisis económica actual:
El paro estructural. Desde la década de 1980, el desempleo nunca ha bajado del 8%. En los últimos treinta años la tasa de paro ha rondado el doble de la media de los países desarrollados. En el año 2007, en el que se alcanzó la tasa de paro más baja en treinta años, había 1,8 millones de desempleados y desempleadas. Esta situación pone sobre la mesa la necesidad imperiosa de una diversificación del sistema productivo.
El desigual reparto de la riqueza. Durante el ciclo económico expansivo (1994-2007) el PIB se incrementó un 70%, mientras el valor monetario de las acciones, según el Banco de España, creció un 544%, y el salario real medio aumentó un 1,9%; avance que sólo se logró en el año 2007, porque durante todo el ciclo anterior su valor fue inferior al existente en 1994. El importe medio de la prestación anual por desempleo disminuyó durante los años de crecimiento (-7,8%) por rebaja de los periodos de cotización.
Con la llegada de la crisis económica en 2008, la situación de injusticia social pre-crisis no hizo otra cosa que acentuarse, al utilizar los diferentes gobiernos la crisis como excusa para atacar a la gente trabajadora:
El estallido de la burbuja inmobiliaria. Las altas tasas de desempleo antes de la crisis se dispararon más de un 26%, superando el paro juvenil el 55%. El hundimiento del sector de la construcción tras el estallido de la burbuja inmobiliaria propició un aumento del desempleo a una velocidad nunca vista antes. Ahora, las familias trabajadoras estamos pagando precios irreales por nuestras viviendas, sobrevaloradas, según el Banco de España, entre un 24-32%, y como consecuencia la renta disponible es escasa, lo que conlleva pocos ingresos en las empresas.
El análisis de la crisis basado en datos macroeconómicos no da información de sus consecuencias asimétricas, con un empobrecimiento de la clase trabajadora, mientras las grandes multinacionales y los bancos aumentan sus beneficios.
El drama del desempleo. Cuando el gobierno habla de mejoras en las cifras de desempleo se refiere siempre a las del año anterior pero no compara con las de antes de la crisis, porque se evidenciaría que no hemos salido de ésta, y utiliza los registros del INEM. Estos registros no reflejan la cifra real porque cada vez son más los y las desempleadas que no se registran, como queda evidenciado por la Encuesta de Población Activa (EPA). De acuerdo con ésta, en el segundo trimestre de 2015 había 5.149.000 de personas desempleadas. Entre las Comunidades Autónomas, Andalucía tiene la mayor tasa de paro (34,2% en 2014). Según la OCDE, la tasa media de desempleo en el Estado español en agosto de 2015 triplicaba la registrada en los 34 países desarrollados integrados en dicha organización (6,8%) y doblaba la de la Zona Euro (11%). Pese a la emigración, al comienzo del verano el número de jóvenes menores de 25 años en paro era de 775.000.
Emigración. Es difícil cuantificar cuántas personas han emigrado puesto que los datos oficiales se basan en registros consulares, nada fiables. Amparo González Ferrer, especialista en demografía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) estima, basándose en los registros de la seguridad social en los países destino, que el número de personas emigrantes entre 2008 y 2012 está más cerca de las 700.000 personas que de las 225.000 oficiales. Esto conlleva un gran sufrimiento para muchas personas trabajadoras y una pérdida de conocimiento para nuestra sociedad.
Descenso en la cobertura de desempleo. La cobertura del desempleo ha sido reducida de forma muy significativa. En 2010 el desembolso total llegó a superar los 30.000 millones de euros y en 2016 seguirá cayendo hasta los 19.521 millones. Casi la mitad de las personas desempleadas no reciben prestaciones por desempleo. Más allá de las cifras absolutas de desempleo hay otras que evidencian la crisis: el número de familias con todos sus miembros en paro (1.657.000 familias entre abril y junio de 2015) y el número de hogares en los que no entra ningún tipo de ingreso (757.200).
Descenso salarial. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), los sueldos en nuestro país han bajado de forma consecutiva a lo largo de los últimos ejercicios (-1,1% en 2010, -1,9% en 2011, -3,0% en 2012 y -1,5% en 2014; mientras la media mundial subió un 2,0%). Según las cifras de la agencia Thomson Reuters, desde el año 2007 los salarios reales han caído en España un 25% .
Desigualdad salarial. La gestión de la crisis del 1% ha aumentado la desigualdad salarial, como podía verse ya en 2011. El primer tramo, formado por quienes percibieron salarios en cómputo anual por debajo de 1,5 veces el Salario Mínimo Interprofesional (SMI), o sea, menos de 1.000 euros/mes (el SMI era de 641 euros), a los que añadimos los dos millones de personas en paro de larga duración. Aquí se sitúa el 50% de las personas asalariadas y desempleadas, cuyo ingreso medio anual es de 4.651 euros. En el extremo superior de la distribución salarial se sitúan 156.000 personas (0,8% del total) que perciben un salario medio de 12.000 euros mensuales. En este grupo están, por ejemplo, los 534 consejeros y miembros de la alta dirección de las empresas incluidas en el Ibex 35, cuyos ingresos medios en 2011 fueron de 73.000 euros mensuales, 25 veces más que el salario medio de sus empresas. En 2013 el sueldo medio de los directivos alcanzó los 80.330 euros anuales, un 7% más que el año anterior. Existe una alta desigualdad salarial entre la cúpula y el resto de trabajadores, que se ha acentuado con la crisis.
En 2007, un 20% de los hombres tenían ingresos por debajo del Salario Mínimo Interprofesional (SMI), y en 2013 este porcentaje había aumentado hasta un 31%. En el caso de las mujeres, ha pasado del 36% en 2007 al 38% en 2013 y la pérdida de poder adquisitivo les afecta más a las mujeres y a los trabajadores extranjeros.
Aumento de la precariedad. Más de la mitad de los contratos son temporales y el coste salarial por hora es de 16.20 euros en el caso de los trabajadores a tiempo completo, frente a 10.81 en los de tiempo parcial. Destaca el fuerte incremento de los contratos de formación y prácticas. De los nuevos contratos en los cinco primeros meses de 2015, el 91% eran temporales y el 35% a tiempo parcial, mientras un 24% eran de una semana o menos. Además, el 95% de los contratos temporales incumple la legislación, fraude favorecido porque el número de inspectores es cuatro veces inferior a la media europea. Las estadísticas de la OCDE muestran que el porcentaje de involuntariedad de los trabajadores a tiempo parcial (60%) duplica la media europea. Este aumento de la precariedad, relacionado con las últimas reformas laborales, provocó que el porcentaje de trabajadores y trabajadoras en riesgo de pobreza (cuyas rentas están por debajo del 60% de la renta mediana) haya aumentado más de un 20%.
Crisis en la Seguridad Social. El trabajo temporal y la bajada salarial se reflejan en la baja recaudación de la Seguridad Social. El mejor año para el empleo en la crisis, el 2014, fue, sin embargo, el peor para la Seguridad Social, con un déficit histórico de 15.006 millones de euros (excluyendo Fogasa e Inem), equivalente al 1,42% del PIB. Este repunte no se debió a un incremento de gastos sino al débil comportamiento de los ingresos pese al crecimiento de los afiliados por la caída de las bases de cotización a causa de la precarización laboral. También se debe a la reducción de parados que cobraban prestación. A todo esto, hay que sumar la reducción de ingresos que están suponiendo las bonificaciones en la contratación. Se trata de un problema de calidad contributiva: quienes se incorporan al mercado laboral lo hacen con un sueldo bajo, inferior incluso al seguro de desempleo. Y quienes han permanecido en el mercado cotizan menos por la devaluación salarial. En junio de 2015 la ministra Báñez celebraba que, por primera vez en la legislatura, había más afiliados a la Seguridad Social que a la llegada del PP al gobierno. Lo que no dijo la Ministra es que hay más empleo que hace cuatro años pero la caja de las pensiones recauda unos 300 millones menos al mes (-3.500 millones al año).
Consecuencias sociales de la crisis. El desempleo y la precariedad nos están reduciendo los ingresos y la calidad de vida. Por ejemplo, se deteriora la salud mental de mucha gente trabajadora, con un importante aumento de depresiones, ansiedad, estrés y suicidios. Nos alargan el período de emancipación y nos obligan a disminuir la natalidad. Se dispara la exclusión social, aumentan los desahucios, la pobreza energética, etc.

2.- CRISIS POLÍTICA. Oportunidades de Catalunya, partidos jóvenes y “Ayuntamientos del Cambio”.

La crisis económica evidencia aún más la crisis política del desmoronamiento del Régimen del 78. El Movimiento 15M le quitó la máscara a los partidos de la Transición y arrancó la búsqueda de alternativas. Movimientos sociales como las Mareas en defensa de los servicios públicos, la Plataforma de Afectad@s por la Hipoteca (PAH) y las Marchas de la Dignidad demostraron que la unidad es posible y que la lucha sirve, y huelgas como las de Coca-Cola, Panrico, Movistar y Extruperfil visibilizaron que la organización de los y las trabajadoras va mucho más allá de las burocracias sindicales.
El bipartidismo hace aguas. El PP y su gobierno han dado “un pasito palante, y un pasito patrás” porque la calle se lo imponía, y reformas como la del aborto de Gallardón se quedaron en el cajón, mientras que el PSOE trató de lavarse la cara y vestirse de nuevo, y otras instituciones como la monarquía intentan también recomponerse con movimientos como la abdicación de Juan Carlos I.
En esta situación, no faltan las oportunidades para transformar nuestra realidad mediante la lucha.
La crisis política del Estado español se refleja de manera muy particular en Catalunya. El Gobierno de Rajoy ha visto temblar los cimientos del Estado español, en el que se refugia para aplicar las políticas liberales de la Troika: recortes de derechos sociales, alfombra roja para las grandes empresas, represión, persecución de inmigrantes, opresión de las mujeres y otros colectivos, etc. La amenaza de ruptura de la unidad del Estado lleva consigo un cuestionamiento de su funcionamiento e incluso de su existencia, de por qué y para qué sirve y qué es lo que nos proporciona. El PSOE y, por supuesto, Ciudadanos, están a partir un piñón con el PP, pues su lógica de Estado viene a ser similar. Todos ellos, que se benefician de un Estado al servicio de unos pocos, meten en el mismo saco -el que lleva la etiqueta de “enemigos de la unidad de España”- a todos los partidos independentistas, cuando la realidad es que Convergencia, con Mas a la cabeza, trata de sacar tajada del impulso independentista para engordar más a la burguesía catalana, mientras la CUP lucha por un cambio profundo a favor de la gente trabajadora. Por lo tanto, independencia para Cataluña, sí, pero ¿qué independencia? La ruptura con las instituciones represoras del Estado español y la necesidad de construir desde abajo sin reproducir lo que ya existe a menor escala es y debe ser el objetivo, y caminar en la senda de la independencia es una oportunidad para ello. La lucha que defendemos no es la del nacionalismo, sino la que trabaja por la liberación de los trabajadores y trabajadoras. ¿Cómo hacerlo? La subida de la CUP en las últimas elecciones catalanas, pasando de 3 a 10 diputados en el Parlament, es una muestra clara de radicalización de un sector de la población catalana. Recordamos la frase “Tres pies en el Parlament y miles en las calles”. Ahora que han multiplicado los pies que tienen en las instituciones, el objetivo debe ser aprovecharlos para aumentar exponencialmente el número de pies en las calles mediante movilización desde abajo para avanzar en un proceso profundo de autoorganización de la gente trabajadora.
En el resto del Estado, si bien la situación de crisis política no se manifiesta de forma tan aguda como en Catalunya, es claro que también existe, como comentábamos anteriormente. Ante esto han surgido nuevas opciones electorales, plasmadas fundamentalmente en los partidos de Podemos y Ciudadanos.
Siempre que hay oportunidades, surgen oportunistas. Este es el caso de Ciudadanos, un partido impulsado por la clase dirigente que utiliza la estrategia populista desde la derecha para frenar el avance de Podemos.
Podemos, por su parte, tuvo la oportunidad de construirse como algo más que un partido reformista al uso. En sus inicios se autoproclamaba como heredero del 15M, sin el cual, ciertamente, no hubiera existido tal y como surgió. Sin embargo, tratar de adivinar constantemente, sin unos principios sólidos, lo que la gente quiere oír, para intentar conseguir votos, se ha convertido en su estrategia por excelencia. La “ventana de oportunidad” es mucho más amplia que aquella a la que pretenden asomarse, que es puramente la electoral. La realidad es que existe una ventana de oportunidad social y política en el sentido amplio. Pero no debemos atribuir la evolución y los derroteros que ha tomado Podemos únicamente a las maniobras electoralistas y populistas de la dirección capitaneada por Pablo Iglesias. Éstas han implicado falta de democracia interna, grandes carencias en las dinámicas participativas, tristes fichajes de candidatos, etc. Las concesiones cada vez mayores en el discurso de Podemos y en su programa obedecen a la lógica reformista. Una lógica que lleva, incluso al mejor dirigente, a ceñirse a los límites que imponen las instituciones neoliberales. Así, Alexis Tsipras traicionó al pueblo griego, que se había posicionado claramente en contra de éstas en un referéndum, Pablo Iglesias defiende a Tsipras y justifica su postura argumentando que los límites son los que son, la izquierda portuguesa pacta con el Partido Socialista, y continuamos bailando dentro del corral.
Estos partidos han ido definiéndose y han entrado en las instituciones. Ciudadanos cuenta con un recorrido un poco más largo tras su constitución en 2006 y su intervención básicamente en el ámbito de Catalunya, donde en las últimas elecciones al Parlament se situó como segunda fuerza política con su discurso anti-independentista. Podemos, que está a punto de cumplir 2 años de existencia, consiguió importantes resultados en las últimas elecciones europeas, diputados en las pasadas autonómicas, y participó en fuerzas municipales que consiguieron gobernar “Ayuntamientos del Cambio” como los de Cádiz, Zaragoza, Madrid, Barcelona o los de las Mareas Ciudadanas de Galicia. Estos ayuntamientos están manifestando una voluntad muy distinta a la de los del PPSOE, desplegando un discurso progresista y ciertas medidas que tratan de invertir algunas dinámicas hasta ahora no cuestionadas. Aplaudimos estas iniciativas, si bien creemos que no basta con partir de las reglas preestablecidas y tener un estilo diferente, sino que es necesario rebasar los límites del tablero. Pese a las limitaciones con las que cuenta una institución como un ayuntamiento, los gobiernos locales son una oportunidad para ir más allá; no se trata sólo de gestionar mejor o más justamente unos recursos limitados, sino de usar los ayuntamientos como plataformas para la lucha de la gente trabajadora.

3.- EL 20D Y MÁS ALLÁ. Elecciones y lecciones a aprender para la construcción de una alternativa real.  
A menos de dos semanas para las próximas elecciones generales, el panorama político se centra de nuevo en las urnas. La última encuesta de Metroscopia pronostica un triple empate entre PP, PSOE y Ciudadanos. Gobiernos de cualquiera de estos partidos supondrían la perpetuación de lo que venimos viviendo los últimos años, pues continuarían alimentando el neoliberalismo. El pacto antiyihadista no es sino la antesala de alianzas posteriores. Detrás de todo esto hay miedo, por más que intenten vendernos lo contrario, pues son conscientes del panorama de crisis. El bipartidismo perdió más de tres millones de votos en las elecciones autonómicas y municipales del pasado mayo, y obtuvo su peor resultado de la democracia en las elecciones europeas de 2014. Por ello, estos partidos viejos y desgastados y sus líderes, se afanan en hacer piruetas para aparecer como algo renovado, pero no pueden evitar que la corrupción, los recortes, las reformas laborales y todo su currículum les precedan. Esto, que tan claro puso sobre la mesa el grito de los Indignados en las plazas, no hemos de olvidarlo a la hora de votar, como tampoco debemos dejarnos confundir por el pretendido populismo de Ciudadanos, salvavidas de la derecha.
Mirando hacia la izquierda, las opciones de Unidad Popular (básicamente dominio de IU) y Podemos aparecen como alternativas mucho menos prometedoras de lo que sería deseable y, sin embargo, alternativas, frente a los tres partidos anteriormente citados. Parece mentira, pero sería impensable que Podemos se atreviera a repetir para estas elecciones el lema que en mayo del año pasado llegó a tantas personas en las elecciones europeas: “¿Cuándo fue la última vez que votaste con ilusión?”. Muchos y muchas votaremos una vez más con la nariz tapada, como hemos hecho durante muchos años, conscientes de que la política de cualquiera de estos dos partidos mejorará la de PP, PSOE o Ciudadanos y convencidos, al mismo tiempo, de que será totalmente insuficiente para responder a los intereses de la mayoría de la sociedad. Además del papel de Izquierda Unida implementando recortes cuando ha alcanzado el poder en instituciones, como en Andalucía, o de la acelerada carrera de Podemos hacia la casta que tanto criticaba, ejemplos como el de Syriza en Grecia confirman esta convicción. Las limitaciones del reformismo, algo que la historia nos enseña con múltiples ejemplos, se ponen de manifiesto en estos tiempos de manera clarísima a nuestro alrededor. Y, sin embargo, mucha gente que ha luchado en los últimos años esperaba y sigue esperando que el cambio de conciencia y la movilización se expresen en las urnas a través del voto a la izquierda, y especialmente a Podemos. Nosotros, como Acción Anticapitalista, también estamos convencidos y convencidas de que es importante que la izquierda salga reforzada de estas elecciones. Cada voto a la izquierda puede ser un impedimento más contra los escenarios del nuevo "tripartidismo" y un apoyo más para las personas que saben que tenemos que seguir luchando después del 20D.
No obstante, conscientes como hemos dicho de los límites del reformismo, de la necesidad de seguir luchando, y de que la solución no vendrá de las instituciones, defendemos que no podemos limitarnos a meter una papeleta en las urnas el 20D, y que debemos sacar enseñanzas de todo el recorrido de los últimos años, durante los cuales, además, una gran parte de la población se ha politizado.
El ciclo electoral ha contribuido a un cierto grado de desmovilización, al hacer que muchas personas que manifestaron su descontento e indignación en el 15M depositaran su energía en opciones electorales. Pero este proceso también ha contribuido al debate político a pie de calle, originando iniciativas anticapitalistas nuevas como No hay tiempo que perder, que aboga por la construcción de una alternativa real para la clase trabajadora, que pasa por impulsar y coordinar las luchas laborales y sociales en defensa de medidas de ruptura sobre las que se abre el debate, y que podrían incluir el no pago de la deuda, la salida de la UE y el euro, la nacionalización de los sectores estratégicos de la economía, creación de una banca pública, desahucios cero, reforma agraria, etc. La idea es construir un frente anticapitalista para un nuevo tiempo político en el Estado español, con la prioridad de amplificar, coordinar y reforzar las luchas desde abajo y con un programa anticapitalista para salir de la crisis haciendo que realmente la paguen quienes la han provocado.

Colectivo Acción Anticapitalista





jueves, 3 de diciembre de 2015

ABENGOA, LA CRISIS ECONÓMICA Y EL CAMBIO CLIMÁTICO

ABENGOA, LACRISI ECONÓMICA Y EL CAMBIO CLIMÁTICO
Dentro de pocos días comenzará la Cumbre del Clima de París y los líderes mundiales se reunirán para, con toda probabilidad, no alcanzar un acuerdo suficiente para frenar el Calentamiento Global. Justo en este momento la dirección de Abengoa, la multinacional andaluza de energía renovables, acaba de presentar preconcurso de acreedores como primer paso para liquidar la empresa. Un claro ejemplo de cómo la clase dirigente, y los políticos a su servicio, enfrentan el Cambio Climático. Un Cambio Climático que se agrava por momentos, siendo la problemática socioambiental más importante que enfrenta la humanidad.
Nadie discute que Abengoa está en primera línea mundial en el desarrollo de nuevas tecnologías de energía renovables, especialmente de energía solar. Así lo constatan multitud de proyecto en los cinco continentes, principalmente en América. Un avance realizado gracias al trabajo de una plantilla de más de 27.000 personas en todo el mundo.
¿Cómo una empresa puntera a nivel internacional en algo tan necesario para mitigar el Cambio Climático como las energías renovables está al borde de la desaparición?
Son cuatro los factores que han llevado a Abengoa al borde del precipicio: 1) Una mala gestión económica por parte de su dirección, desplegando una política de expansión empresarial que no valoró adecuadamente los riesgos. (Una dirección  con sueldos millonarios y mano de hierro con una plantilla sometida a abusos y precariedad laboral); 2) La profunda crisis económica que sufrimos desde 2008 que ha mermado considerablemente las inversiones productivas por parte de los grandes capitalistas internacionales; 3) La caída del precio del petróleo que hace que las inversiones en energías renovables sean vistas ahora con menos garantías de beneficios a corto plazo; 4) El recorte gubernamental de las subvenciones a las energías renovables en el Estado español; subvenciones que la dirección de Abengoa había incluido a priori en su cuenta de resultados. Estos cuatro factores han conducido a la ‘multinacional del Sol’ a no poder hacer frente a una deuda bruta de, al menos, 9.000 millones de euros.
Abengoa en 2013 inaugurando el Soland Center. Otros tiempos.
Abengoa en 2013 inaugurando el Soland Center. Otros tiempos.
Frente a esta situación, el gobierno español del PP se ha apresurado a decir que no puede ayudar financieramente a Abengoa porque podría ser denunciado internacional, en la Unión Europea o en la Organización Mundial del Comercio (OMC), por ir contra la libre competencia al favorecer a una empresa privada sobre otras. Un argumento increíble cuando el mismo gobierno, y muchos otros, ayudaron directamente con miles de millones a bancos privados.
La banca, tanto dentro como, especialmente, fuera de las fronteras del Estado español, parece dispuesta a dejar caer al ‘gigante del Sol’ con pies de barro. Una multinacional líder tecnológica a escala global con sede en Sevilla es, sin duda, una anomalía. ¿Qué hace esta empresa en una tierra marginada política y económicamente, en al periferia de la periferia europea? Para el 1% que diseña la política económica europea, Abengoa no tocaba en Andalucía controlada desde Andalucía. En esta tierra andaluza sabemos muy bien lo que es la sequía crediticia y desde antes de la llegada de la crisis económica, pues fue unas de las herramientas para sumir a Andalucía en un subdesarrollo histórico, desde inicios del Siglo XX.
Ya deben estar multinacionales de la energía del centro europeo sobrevolando como buitres el cuerpo moribundo de Abengoa. Un cuerpo demasiado goloso para dejarlo morir sin más, sin apropiarse de su personal cualificado, de sus tecnologías, de sus proyectos… ya sea mediante un rescate mediado por la banca internacional o haciéndose con sus despojos tras el cierre. ¿Salvarán Merkel u Obama a Abengoa en un alarde de ‘ayuda’ colonial?
abengoa la replica
La crisis de Abengoa nos muestra, una vez más, la necesidad de articular una respuesta desde abajo para hacer frente al Cambio Climático y a nuestra dignidad laboral. No podemos depender de los caprichos de los de arriba, de las dinámicas de los mercados hambrientos de beneficios, y de los políticos que gobiernan fundamentalmente para unos pocos.
Necesitamos gobiernos que respondan a los intereses de la gente trabajadora y no del 1% más rico y que, por ejemplo, impulsen una banca pública capaz de apoyar a proyectos empresariales social y ambientalmente responsables (especialmente  a los cooperativos). Una banca pública que en casos como Abengoa pueda financiar al proyecto al tiempo que exige acabar con los abusos y la precariedad laboral, genera empleos de calidad, diversifica la economía y potencia la mitigación del Cambio Climático.
Pero sobre todo, tenemos que articular urgentemente la democratización y la descentralización de las energías renovables para, al tiempo que mitigamos el Cambio Climático, repartamos riqueza y aumentemos la autonomía, la resistencia y la resilencia de la gente trabajadora. Este control radicalmente democrático de las fuentes de energía renovable debería venir acompañado de una gestión genuinamente democrática de otros recursos naturales claves, como el agua, los hidrocarburos, el territorio y la biodiversidad. Unamos a todas las luchas sociales reivindicaciones ecologistas desde una perspectiva de clase.
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EL ESTADO DE COREA DEL SUR SE VENGA DESPUÉS DE LA HUELGA Y LAS PROTESTAS MASIVAS.

EL ESTADO DE COREA DEL SUR SE VENGA DESPUÉS DE LA HUELGA Y LAS PROTESTAS MASIVAS

Los y las activistas sindicales, que se enfrentan a una represión brutal, necesitan solidaridad con urgencia, escribe Jong-hwan Kim.

Alrededor de 100.000 personas participaron en una protesta a nivel nacional en Seúl, la capital de Corea del Sur, el sábado 14 de noviembre. Este día de acción fue convocado por la Conferencia de Sindicatos de Corea (KCTU) contra el gobierno derechista de la presidenta Park Geun-hye. Los manifestantes exigían la supresión de las reformas laborales propuestas, las cuales provocarían un descenso de los salarios y una precarización de las condiciones laborales para todos los trabajadores y trabajadoras. Muchos, también, estaban enojados por los planes del gobierno de privatizar la sanidad y de imponer los libros de texto de historia encargados por el propio gobierno. Las autoridades respondieron con una violencia descarnada, desplegando a 20.000 policías que dispararon con cañones de agua más de 180 mil litros en un solo día, incluyendo tanto a ambulancias como a periodistas que filmaban la escena. El agua contenía 651 litros de agentes químicos disueltos. Un veterano activista, agricultor, quedó inconsciente tras recibir un disparo en la cabeza de un cañón de agua. Puede que "no despierte de nuevo, salvo un milagro", según su familia. El agricultor, con 20 años, ya estaba protestando contra la dictadura militar de Park Jung-hee. Y ahora, en el ocaso de su vida, ha sido puesto trágicamente en coma por la hija del mismísimo dictador. El jefe de la policía debe ser destituido por esto y los comandantes responsables del uso de cañones de agua deben ser enfrentados a cargos criminales.

Premeditado

Park ha indicado , de manera hipócrita, que está desmantelando las protestas violentas, pero éstas son observaciones calculadas cuya intención es desviar la indignación pública que existe sobre las tácticas asesinas del gobierno. La policía ya ha detenido a siete manifestantes y convocado a los y las representantes de 46 organizaciones, incluyendo la KCTU y el partido socialista revolucionario Solidaridad de las Trabajadoras y Trabajadores. Un amplio equipo especial se ha formado para cazar al presidente de la KCTU Han Sang-Gyun, que tuvo que buscar refugio en un histórico templo budista. Usando como pretexto la búsqueda de pruebas de actos ilegales, el gobierno inspeccionó ocho oficinas de la KCTU. El lunes de la semana pasada la policía llevó a cabo una redada en la sucursal del Mapo (un distrito de Seul) del Sindicato de Empleados del Gobierno de Corea (KGEU), cerrándola a continuación. La sucursal del Mapo está encabezada por un miembro de Solidaridad de las Trabajadoras y Trabajadores. Ha sido la única sucursal del KGEU que ha luchado por mantener su oficina abierta. El gobierno había ordenado cerrar todas las oficinas del KGEU dentro de los edificios gubernamentales. Su fuego se ha concentrado contra los sindicatos del sector público, como preludio para atacar a todo el movimiento sindical. La redada en la sucursal del Mapo tenía la intención de avisar de nuevos ataques contra las trabajadoras y trabajadores de los servicios públicos al haber eliminado el último símbolo que quedaba de la resistencia del KGEU. Como respuesta a estos ataques, el KCTU está preparando otro día nacional de protesta para este sábado. Solidaridad de los Trabajadores y Trabajadoras apoya este tipo de iniciativas, entendiendo además que éstas deben ser combinadas con la acción industrial. Muchos líderes sindicales y políticos de izquierda de toda Europa han firmado una declaración de solidaridad y la lista de firmantes sigue creciendo. Este tipo de solidaridad nos dará una gran confianza en nuestra lucha.
Jong-hwan Kim es miembro de Solidaridad de los Trabajadores y Trabajadoras
Mandad mensajes de solidaridad al correo electrónico  mail@workerssolidarity.org