lunes, 14 de diciembre de 2015

Por una salida anticapitalista a la crisis.

La crisis continúa. Por una salida anticapitalista.
La situación económica y política en el Estado español




1.- CRISIS ECONÓMICA. Sin semilla no hay “brotes verdes”

La crisis capitalista global tiene en el Estado español características específicas que la hacen más profunda. Desde el gobierno se insiste en que ha sido superada, pero el crecimiento actual es coyuntural, por la bajada del precio del petróleo y el aumento del turismo. Para analizar la situación debemos tener en cuenta, entre otros aspectos, la situación de fondo anterior a la crisis económica actual:
El paro estructural. Desde la década de 1980, el desempleo nunca ha bajado del 8%. En los últimos treinta años la tasa de paro ha rondado el doble de la media de los países desarrollados. En el año 2007, en el que se alcanzó la tasa de paro más baja en treinta años, había 1,8 millones de desempleados y desempleadas. Esta situación pone sobre la mesa la necesidad imperiosa de una diversificación del sistema productivo.
El desigual reparto de la riqueza. Durante el ciclo económico expansivo (1994-2007) el PIB se incrementó un 70%, mientras el valor monetario de las acciones, según el Banco de España, creció un 544%, y el salario real medio aumentó un 1,9%; avance que sólo se logró en el año 2007, porque durante todo el ciclo anterior su valor fue inferior al existente en 1994. El importe medio de la prestación anual por desempleo disminuyó durante los años de crecimiento (-7,8%) por rebaja de los periodos de cotización.
Con la llegada de la crisis económica en 2008, la situación de injusticia social pre-crisis no hizo otra cosa que acentuarse, al utilizar los diferentes gobiernos la crisis como excusa para atacar a la gente trabajadora:
El estallido de la burbuja inmobiliaria. Las altas tasas de desempleo antes de la crisis se dispararon más de un 26%, superando el paro juvenil el 55%. El hundimiento del sector de la construcción tras el estallido de la burbuja inmobiliaria propició un aumento del desempleo a una velocidad nunca vista antes. Ahora, las familias trabajadoras estamos pagando precios irreales por nuestras viviendas, sobrevaloradas, según el Banco de España, entre un 24-32%, y como consecuencia la renta disponible es escasa, lo que conlleva pocos ingresos en las empresas.
El análisis de la crisis basado en datos macroeconómicos no da información de sus consecuencias asimétricas, con un empobrecimiento de la clase trabajadora, mientras las grandes multinacionales y los bancos aumentan sus beneficios.
El drama del desempleo. Cuando el gobierno habla de mejoras en las cifras de desempleo se refiere siempre a las del año anterior pero no compara con las de antes de la crisis, porque se evidenciaría que no hemos salido de ésta, y utiliza los registros del INEM. Estos registros no reflejan la cifra real porque cada vez son más los y las desempleadas que no se registran, como queda evidenciado por la Encuesta de Población Activa (EPA). De acuerdo con ésta, en el segundo trimestre de 2015 había 5.149.000 de personas desempleadas. Entre las Comunidades Autónomas, Andalucía tiene la mayor tasa de paro (34,2% en 2014). Según la OCDE, la tasa media de desempleo en el Estado español en agosto de 2015 triplicaba la registrada en los 34 países desarrollados integrados en dicha organización (6,8%) y doblaba la de la Zona Euro (11%). Pese a la emigración, al comienzo del verano el número de jóvenes menores de 25 años en paro era de 775.000.
Emigración. Es difícil cuantificar cuántas personas han emigrado puesto que los datos oficiales se basan en registros consulares, nada fiables. Amparo González Ferrer, especialista en demografía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) estima, basándose en los registros de la seguridad social en los países destino, que el número de personas emigrantes entre 2008 y 2012 está más cerca de las 700.000 personas que de las 225.000 oficiales. Esto conlleva un gran sufrimiento para muchas personas trabajadoras y una pérdida de conocimiento para nuestra sociedad.
Descenso en la cobertura de desempleo. La cobertura del desempleo ha sido reducida de forma muy significativa. En 2010 el desembolso total llegó a superar los 30.000 millones de euros y en 2016 seguirá cayendo hasta los 19.521 millones. Casi la mitad de las personas desempleadas no reciben prestaciones por desempleo. Más allá de las cifras absolutas de desempleo hay otras que evidencian la crisis: el número de familias con todos sus miembros en paro (1.657.000 familias entre abril y junio de 2015) y el número de hogares en los que no entra ningún tipo de ingreso (757.200).
Descenso salarial. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), los sueldos en nuestro país han bajado de forma consecutiva a lo largo de los últimos ejercicios (-1,1% en 2010, -1,9% en 2011, -3,0% en 2012 y -1,5% en 2014; mientras la media mundial subió un 2,0%). Según las cifras de la agencia Thomson Reuters, desde el año 2007 los salarios reales han caído en España un 25% .
Desigualdad salarial. La gestión de la crisis del 1% ha aumentado la desigualdad salarial, como podía verse ya en 2011. El primer tramo, formado por quienes percibieron salarios en cómputo anual por debajo de 1,5 veces el Salario Mínimo Interprofesional (SMI), o sea, menos de 1.000 euros/mes (el SMI era de 641 euros), a los que añadimos los dos millones de personas en paro de larga duración. Aquí se sitúa el 50% de las personas asalariadas y desempleadas, cuyo ingreso medio anual es de 4.651 euros. En el extremo superior de la distribución salarial se sitúan 156.000 personas (0,8% del total) que perciben un salario medio de 12.000 euros mensuales. En este grupo están, por ejemplo, los 534 consejeros y miembros de la alta dirección de las empresas incluidas en el Ibex 35, cuyos ingresos medios en 2011 fueron de 73.000 euros mensuales, 25 veces más que el salario medio de sus empresas. En 2013 el sueldo medio de los directivos alcanzó los 80.330 euros anuales, un 7% más que el año anterior. Existe una alta desigualdad salarial entre la cúpula y el resto de trabajadores, que se ha acentuado con la crisis.
En 2007, un 20% de los hombres tenían ingresos por debajo del Salario Mínimo Interprofesional (SMI), y en 2013 este porcentaje había aumentado hasta un 31%. En el caso de las mujeres, ha pasado del 36% en 2007 al 38% en 2013 y la pérdida de poder adquisitivo les afecta más a las mujeres y a los trabajadores extranjeros.
Aumento de la precariedad. Más de la mitad de los contratos son temporales y el coste salarial por hora es de 16.20 euros en el caso de los trabajadores a tiempo completo, frente a 10.81 en los de tiempo parcial. Destaca el fuerte incremento de los contratos de formación y prácticas. De los nuevos contratos en los cinco primeros meses de 2015, el 91% eran temporales y el 35% a tiempo parcial, mientras un 24% eran de una semana o menos. Además, el 95% de los contratos temporales incumple la legislación, fraude favorecido porque el número de inspectores es cuatro veces inferior a la media europea. Las estadísticas de la OCDE muestran que el porcentaje de involuntariedad de los trabajadores a tiempo parcial (60%) duplica la media europea. Este aumento de la precariedad, relacionado con las últimas reformas laborales, provocó que el porcentaje de trabajadores y trabajadoras en riesgo de pobreza (cuyas rentas están por debajo del 60% de la renta mediana) haya aumentado más de un 20%.
Crisis en la Seguridad Social. El trabajo temporal y la bajada salarial se reflejan en la baja recaudación de la Seguridad Social. El mejor año para el empleo en la crisis, el 2014, fue, sin embargo, el peor para la Seguridad Social, con un déficit histórico de 15.006 millones de euros (excluyendo Fogasa e Inem), equivalente al 1,42% del PIB. Este repunte no se debió a un incremento de gastos sino al débil comportamiento de los ingresos pese al crecimiento de los afiliados por la caída de las bases de cotización a causa de la precarización laboral. También se debe a la reducción de parados que cobraban prestación. A todo esto, hay que sumar la reducción de ingresos que están suponiendo las bonificaciones en la contratación. Se trata de un problema de calidad contributiva: quienes se incorporan al mercado laboral lo hacen con un sueldo bajo, inferior incluso al seguro de desempleo. Y quienes han permanecido en el mercado cotizan menos por la devaluación salarial. En junio de 2015 la ministra Báñez celebraba que, por primera vez en la legislatura, había más afiliados a la Seguridad Social que a la llegada del PP al gobierno. Lo que no dijo la Ministra es que hay más empleo que hace cuatro años pero la caja de las pensiones recauda unos 300 millones menos al mes (-3.500 millones al año).
Consecuencias sociales de la crisis. El desempleo y la precariedad nos están reduciendo los ingresos y la calidad de vida. Por ejemplo, se deteriora la salud mental de mucha gente trabajadora, con un importante aumento de depresiones, ansiedad, estrés y suicidios. Nos alargan el período de emancipación y nos obligan a disminuir la natalidad. Se dispara la exclusión social, aumentan los desahucios, la pobreza energética, etc.

2.- CRISIS POLÍTICA. Oportunidades de Catalunya, partidos jóvenes y “Ayuntamientos del Cambio”.

La crisis económica evidencia aún más la crisis política del desmoronamiento del Régimen del 78. El Movimiento 15M le quitó la máscara a los partidos de la Transición y arrancó la búsqueda de alternativas. Movimientos sociales como las Mareas en defensa de los servicios públicos, la Plataforma de Afectad@s por la Hipoteca (PAH) y las Marchas de la Dignidad demostraron que la unidad es posible y que la lucha sirve, y huelgas como las de Coca-Cola, Panrico, Movistar y Extruperfil visibilizaron que la organización de los y las trabajadoras va mucho más allá de las burocracias sindicales.
El bipartidismo hace aguas. El PP y su gobierno han dado “un pasito palante, y un pasito patrás” porque la calle se lo imponía, y reformas como la del aborto de Gallardón se quedaron en el cajón, mientras que el PSOE trató de lavarse la cara y vestirse de nuevo, y otras instituciones como la monarquía intentan también recomponerse con movimientos como la abdicación de Juan Carlos I.
En esta situación, no faltan las oportunidades para transformar nuestra realidad mediante la lucha.
La crisis política del Estado español se refleja de manera muy particular en Catalunya. El Gobierno de Rajoy ha visto temblar los cimientos del Estado español, en el que se refugia para aplicar las políticas liberales de la Troika: recortes de derechos sociales, alfombra roja para las grandes empresas, represión, persecución de inmigrantes, opresión de las mujeres y otros colectivos, etc. La amenaza de ruptura de la unidad del Estado lleva consigo un cuestionamiento de su funcionamiento e incluso de su existencia, de por qué y para qué sirve y qué es lo que nos proporciona. El PSOE y, por supuesto, Ciudadanos, están a partir un piñón con el PP, pues su lógica de Estado viene a ser similar. Todos ellos, que se benefician de un Estado al servicio de unos pocos, meten en el mismo saco -el que lleva la etiqueta de “enemigos de la unidad de España”- a todos los partidos independentistas, cuando la realidad es que Convergencia, con Mas a la cabeza, trata de sacar tajada del impulso independentista para engordar más a la burguesía catalana, mientras la CUP lucha por un cambio profundo a favor de la gente trabajadora. Por lo tanto, independencia para Cataluña, sí, pero ¿qué independencia? La ruptura con las instituciones represoras del Estado español y la necesidad de construir desde abajo sin reproducir lo que ya existe a menor escala es y debe ser el objetivo, y caminar en la senda de la independencia es una oportunidad para ello. La lucha que defendemos no es la del nacionalismo, sino la que trabaja por la liberación de los trabajadores y trabajadoras. ¿Cómo hacerlo? La subida de la CUP en las últimas elecciones catalanas, pasando de 3 a 10 diputados en el Parlament, es una muestra clara de radicalización de un sector de la población catalana. Recordamos la frase “Tres pies en el Parlament y miles en las calles”. Ahora que han multiplicado los pies que tienen en las instituciones, el objetivo debe ser aprovecharlos para aumentar exponencialmente el número de pies en las calles mediante movilización desde abajo para avanzar en un proceso profundo de autoorganización de la gente trabajadora.
En el resto del Estado, si bien la situación de crisis política no se manifiesta de forma tan aguda como en Catalunya, es claro que también existe, como comentábamos anteriormente. Ante esto han surgido nuevas opciones electorales, plasmadas fundamentalmente en los partidos de Podemos y Ciudadanos.
Siempre que hay oportunidades, surgen oportunistas. Este es el caso de Ciudadanos, un partido impulsado por la clase dirigente que utiliza la estrategia populista desde la derecha para frenar el avance de Podemos.
Podemos, por su parte, tuvo la oportunidad de construirse como algo más que un partido reformista al uso. En sus inicios se autoproclamaba como heredero del 15M, sin el cual, ciertamente, no hubiera existido tal y como surgió. Sin embargo, tratar de adivinar constantemente, sin unos principios sólidos, lo que la gente quiere oír, para intentar conseguir votos, se ha convertido en su estrategia por excelencia. La “ventana de oportunidad” es mucho más amplia que aquella a la que pretenden asomarse, que es puramente la electoral. La realidad es que existe una ventana de oportunidad social y política en el sentido amplio. Pero no debemos atribuir la evolución y los derroteros que ha tomado Podemos únicamente a las maniobras electoralistas y populistas de la dirección capitaneada por Pablo Iglesias. Éstas han implicado falta de democracia interna, grandes carencias en las dinámicas participativas, tristes fichajes de candidatos, etc. Las concesiones cada vez mayores en el discurso de Podemos y en su programa obedecen a la lógica reformista. Una lógica que lleva, incluso al mejor dirigente, a ceñirse a los límites que imponen las instituciones neoliberales. Así, Alexis Tsipras traicionó al pueblo griego, que se había posicionado claramente en contra de éstas en un referéndum, Pablo Iglesias defiende a Tsipras y justifica su postura argumentando que los límites son los que son, la izquierda portuguesa pacta con el Partido Socialista, y continuamos bailando dentro del corral.
Estos partidos han ido definiéndose y han entrado en las instituciones. Ciudadanos cuenta con un recorrido un poco más largo tras su constitución en 2006 y su intervención básicamente en el ámbito de Catalunya, donde en las últimas elecciones al Parlament se situó como segunda fuerza política con su discurso anti-independentista. Podemos, que está a punto de cumplir 2 años de existencia, consiguió importantes resultados en las últimas elecciones europeas, diputados en las pasadas autonómicas, y participó en fuerzas municipales que consiguieron gobernar “Ayuntamientos del Cambio” como los de Cádiz, Zaragoza, Madrid, Barcelona o los de las Mareas Ciudadanas de Galicia. Estos ayuntamientos están manifestando una voluntad muy distinta a la de los del PPSOE, desplegando un discurso progresista y ciertas medidas que tratan de invertir algunas dinámicas hasta ahora no cuestionadas. Aplaudimos estas iniciativas, si bien creemos que no basta con partir de las reglas preestablecidas y tener un estilo diferente, sino que es necesario rebasar los límites del tablero. Pese a las limitaciones con las que cuenta una institución como un ayuntamiento, los gobiernos locales son una oportunidad para ir más allá; no se trata sólo de gestionar mejor o más justamente unos recursos limitados, sino de usar los ayuntamientos como plataformas para la lucha de la gente trabajadora.

3.- EL 20D Y MÁS ALLÁ. Elecciones y lecciones a aprender para la construcción de una alternativa real.  
A menos de dos semanas para las próximas elecciones generales, el panorama político se centra de nuevo en las urnas. La última encuesta de Metroscopia pronostica un triple empate entre PP, PSOE y Ciudadanos. Gobiernos de cualquiera de estos partidos supondrían la perpetuación de lo que venimos viviendo los últimos años, pues continuarían alimentando el neoliberalismo. El pacto antiyihadista no es sino la antesala de alianzas posteriores. Detrás de todo esto hay miedo, por más que intenten vendernos lo contrario, pues son conscientes del panorama de crisis. El bipartidismo perdió más de tres millones de votos en las elecciones autonómicas y municipales del pasado mayo, y obtuvo su peor resultado de la democracia en las elecciones europeas de 2014. Por ello, estos partidos viejos y desgastados y sus líderes, se afanan en hacer piruetas para aparecer como algo renovado, pero no pueden evitar que la corrupción, los recortes, las reformas laborales y todo su currículum les precedan. Esto, que tan claro puso sobre la mesa el grito de los Indignados en las plazas, no hemos de olvidarlo a la hora de votar, como tampoco debemos dejarnos confundir por el pretendido populismo de Ciudadanos, salvavidas de la derecha.
Mirando hacia la izquierda, las opciones de Unidad Popular (básicamente dominio de IU) y Podemos aparecen como alternativas mucho menos prometedoras de lo que sería deseable y, sin embargo, alternativas, frente a los tres partidos anteriormente citados. Parece mentira, pero sería impensable que Podemos se atreviera a repetir para estas elecciones el lema que en mayo del año pasado llegó a tantas personas en las elecciones europeas: “¿Cuándo fue la última vez que votaste con ilusión?”. Muchos y muchas votaremos una vez más con la nariz tapada, como hemos hecho durante muchos años, conscientes de que la política de cualquiera de estos dos partidos mejorará la de PP, PSOE o Ciudadanos y convencidos, al mismo tiempo, de que será totalmente insuficiente para responder a los intereses de la mayoría de la sociedad. Además del papel de Izquierda Unida implementando recortes cuando ha alcanzado el poder en instituciones, como en Andalucía, o de la acelerada carrera de Podemos hacia la casta que tanto criticaba, ejemplos como el de Syriza en Grecia confirman esta convicción. Las limitaciones del reformismo, algo que la historia nos enseña con múltiples ejemplos, se ponen de manifiesto en estos tiempos de manera clarísima a nuestro alrededor. Y, sin embargo, mucha gente que ha luchado en los últimos años esperaba y sigue esperando que el cambio de conciencia y la movilización se expresen en las urnas a través del voto a la izquierda, y especialmente a Podemos. Nosotros, como Acción Anticapitalista, también estamos convencidos y convencidas de que es importante que la izquierda salga reforzada de estas elecciones. Cada voto a la izquierda puede ser un impedimento más contra los escenarios del nuevo "tripartidismo" y un apoyo más para las personas que saben que tenemos que seguir luchando después del 20D.
No obstante, conscientes como hemos dicho de los límites del reformismo, de la necesidad de seguir luchando, y de que la solución no vendrá de las instituciones, defendemos que no podemos limitarnos a meter una papeleta en las urnas el 20D, y que debemos sacar enseñanzas de todo el recorrido de los últimos años, durante los cuales, además, una gran parte de la población se ha politizado.
El ciclo electoral ha contribuido a un cierto grado de desmovilización, al hacer que muchas personas que manifestaron su descontento e indignación en el 15M depositaran su energía en opciones electorales. Pero este proceso también ha contribuido al debate político a pie de calle, originando iniciativas anticapitalistas nuevas como No hay tiempo que perder, que aboga por la construcción de una alternativa real para la clase trabajadora, que pasa por impulsar y coordinar las luchas laborales y sociales en defensa de medidas de ruptura sobre las que se abre el debate, y que podrían incluir el no pago de la deuda, la salida de la UE y el euro, la nacionalización de los sectores estratégicos de la economía, creación de una banca pública, desahucios cero, reforma agraria, etc. La idea es construir un frente anticapitalista para un nuevo tiempo político en el Estado español, con la prioridad de amplificar, coordinar y reforzar las luchas desde abajo y con un programa anticapitalista para salir de la crisis haciendo que realmente la paguen quienes la han provocado.

Colectivo Acción Anticapitalista





No hay comentarios:

Publicar un comentario