Este título del artículo escrito por John Harris en el periódico británico The Guardian un día después del referéndum lo dice todo. Los medios de comunicación pro-UE intentaron dar teñir de racismo al 52% que votó contra la Unión Europea. Y es verdad que la dirección oficial del bando del “Brexit” estaba llena de racismo. Pero el voto no fue ideológico. Fue sobre todo un voto de clase: los barrios obreros y los barrios populares votaron Brexit. Los barrios ricos votaron por permanecer en la Unión Europea. Porque, como dice Harris, “el voto no tiene que ver sólo con la Unión Europea. Tiene que ver con mucho más. “Tiene que ver con clase, con desigualdad, con la política que se ha vuelto tan profesional que ha dejado a la gente sin voz ante los rituales parlamentarios, con una mezcla de rabia y de frustración. Y de la mano van los fracasos políticos: Irak, los escándalos de los gastos parlamentarios… [los políticos] que dan la cara solo a sí mismos”.
Millones de personas se sienten totalmente abandonadas. La clase dirigente de Gran Bretaña y los medios de comunicación han estado intentando tornar en racismo la rabia de la gente por el empleo que no existe y el nivel de paro que se esconde detrás de los mini-jobs, por las minas, los astilleros y las fábricas que han sido cerradas. ¿De quién es la culpa de tu bajo salario? De los obreros polacos que han venido al Reino Unido, dicen los periódicos tipo The Sun. ¿De quién es la culpa de la mala calidad de vida en las ciudades? De los musulmanes, dicen. ¿Cómo nos podemos proteger? Cerrando las fronteras, dicen los gobiernos.
Hay gente que se ha tragado estos argumentos. Pero esto no significa que votaran “Brexit” porque estén de acuerdo con Nigel Farage. Votaron Brexit, sobre todo contra el cierre de las minas, de los astilleros y de las fábricas, contra la patronal que “alquila” trabajadores, contra el deterioro de los barrios, contra el empleo de mierda.
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