lunes, 1 de mayo de 2017

¿Qué hay detrás del ataque de Estados Unidos a Siria?





Donald Trump ganó la presidencia estadounidense en parte por haber pisoteado la reputación de su rival, Hillary Clinton, y de su marido, Bill. Pero el ataque con misiles Tomahawk a la base aérea siria a principios de abril fue al puro estilo clásico de Bill Clinton.
Durante los años 90, gran parte de los cuales Bill Clinton fue presidente, EEUU efectuó más de 228 mil ataques aéreos sobre el Iraq de Saddam Hussein. El jefe de la Aeronáutica Militar de EEUU describió la situación como una “ocupación aérea”.
En agosto de 1998 Clinton efectuó ataques con misiles cruise a las bases de Al Qaeda en Afganistán y a una fábrica que supuestamente producía armas químicas en Sudán. Esos ataques no solucionaron nada. Pero eran afirmaciones del poder global de EEUU en un momento en que no tenía competidor ante su supremacía.
Ahora el contexto es muy diferente. EEUU se ha sido debilitado con la guerra de Iraq y el estallido financiero, y está tratando con rivales cada vez más firmes como China o Rusia. Trump hizo una campaña electoral contra la sobreextensión de los recursos estadounidenses en el mundo y está a favor de mejores relaciones con Rusia.
Entonces, ¿por qué este uso de fuerza clintonesca?
Una manera de leer la decisión es como un triunfo del establishment de seguridad nacional. Trump ha estado en guerra con los servicios de inteligencia, lo que le costó su primer asesor de seguridad nacional, el general Michael Flynn. Flynn, tras el escándalo de sus conexiones rusas, fue sustituido por un militar mucho más ortodoxo, HR McMaster.
Él, junto a otro general, el Ministro de Defensa James Mattis, parece estar tomando las riendas de la política global estadounidense.
¿Fue entonces el jueves pasado, cuando se lanzaron los misiles, una “noche de los generales”? Pruebas a favor de esta explicación las aporta la destitución del ideólogo de la “alt-right” [la extrema derecha] Stephen Bannon de un alto cargo en el Consejo de Seguridad Nacional.
Los ataques de misiles fueron recibidos con entusiasmo por el establishment atlantista en ambos lados del charco. Periódicos que antes eran muy hostiles hacia Trump publicaron titulares como “Un ataque a Siria restablece nuestra credibilidad en el mundo” (New York Times) y “Bienvenida la muestra de liderazgo estadounidense de Donald Trump”     (Financial Times). 

Obviamente Trump hizo lo que Hillary Clinton y muchos de la burocracia de seguridad nacional han estado argumentando durante años, intervino militarmente en la guerra siria contra el régimen de Bashar al-Assad. Barack Obama fue criticado fuertemente por limitar la implicación estadounidense en Siria.
Dudo, sin embargo, que Trump haya sido conquistado por los generales. Bannon parece haber caído víctima de la “política de palacio” por conflictos con el yerno de Trump, Jare Kushner.
Trump tomó la decisión por su cuenta, y no solo porque estaba alterado por el sufrimiento de los “bebés guapos” de Siria, a los que había prohibido entrar a EE.UU.
El historiador Greg Grandin ofreció una explicación más creíble en la revista The Nation. “El objeto de los Tomahawks de Trump no fue la capacidad de Siria de hacer uso del gas”, escribió. “Sino los oponentes liberales domésticos que basan su resistencia a Trump solamente en la premisa de que él es anti-americano porque está demasiado cerca de Putin, y que es un traidor a la política bipartidista de intervencionismo militar humanitario”.
Además, Trump quizás haya mandado un mensaje a China, cuyo presidente Xi Jingping lo estaba visitando cuando dio la orden de los ataques. Un académico chino dijo al Financial Times: “Antes quizás lo veíamos como un tigre de papel, pero ahora quizás tengamos que tratarlo más seriamente”.
Los ataques dejan todavía grandes preguntas. ¿Ha dado Trump marcha atrás a la política anterior de su gobierno y ha decidido derrocar a Assad? Esto es fácil de decir, pero ¿cómo se hace? La cautela de Obama en el asunto de Siria reflejaba tanto un entendimiento de las dificultades como del objetivo de evitar otro atolladero como el de Iraq. La dificultad mayor surge del apoyo que da Rusia a Assad y de la presencia rusa en el terreno. Esto incluye un sistema de defensa aérea que da a Rusia control sobre gran parte del espacio aéreo de Siria. Aunque no creo que los generales ya estén controlando la partida, Mattis y McMaster han expresado ambos claramente una línea dura contra Rusia.
Así que Trump está siguiendo los pasos de su predecesor al que odiaba, vacilando sobre Siria y enfrentándose con Rusia.
Traducción de un artículo
de Alex Callinicos en Socialist Worker

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