martes, 26 de enero de 2016

El hambre como nueva arma de guerra en Siria



Mientras continúan los bombardeos en Siria sin que cambie apenas el equilibrio de fuerzas, el hambre se convierte en arma básica de todos los bandos. Organizaciones humanitarias han divulgado en los últimos días esta trágica situación. Según SiegeWatch un millón de personas están atrapadas en regiones bajo asedio. La ONU dice que si se suman las poblaciones que están en regiones de facto aisladas por las batallas, la cifra alcanza 4,5 millones.

La gente muere de hambre literalmente, no tienen ni lo más básico. No porque no haya dinero, sino porque los bandos en guerra controlan los bienes y los utilizan o bien para enriquecerse y asegurar armamentos o bien para el chantaje en el tablero bélico. Estraperlistas y chantajistas están controlando los pasadizos a las ciudades y reciben “impuestos” por la entrada y la salida de productos y personas. Los que se habían quedado con unos activos -casa, coche, joyas, etc.- son obligados a venderlos a cambio de aceite, harina y azúcar.

Antes de la guerra, un kilo de pollo valía el equivalente a la libra siria de 70 céntimos de euro. Ahora, un kilo de azúcar vale 9 euros en regiones como Deir el-Zor, que hace una semana sufrió un asalto del ISIS. En Madaya, que sufrió el estrangulamiento más duro, un kilo de arroz alcanzó los 410 euros.

¿Dónde va a parar toda esta riqueza? El periódico Financial Times nos ofrece una parte de la respuesta. Se refieren a un “emprendedor” que está controlando el suministro de latas a las regiones bajo asedio. Este "emprendedor" ha ganado 2 millones de dólares en el último trimestre y un “colega” suyo dice: “Si vas a los bares y los restaurantes cerca de Four Seasons en Damasco, no hay ni una plaza para aparcar. Un montón de gente conduce nuevos Porsche, Range Rover, Maserati. Nuestros nuevos ricos ganan dinero por la pauperización”.

Al mismo tiempo, Mohammed al-Sami, que vendió todos sus bienes y ha estado sobreviviendo sólo con arroz, sopas de agua y especias para poder quedarse con su mujer y su hijo de 7 meses y ayudar en el centro de salud de Madaya, dice: “Incluso ahora, que la ayuda humanitaria ha empezado llegar, no comemos hasta saciarnos. Nadie sabe cuándo se va a recrudecer de nuevo el asedio y hasta cuándo seguirá llegando la ayuda”.

Necesitamos un movimiento contra la guerra para parar esta tragedia, y acoger a todos y todas las refugiadas que quieren llegar a Europa para salir del infierno.

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